La guayaba de cartón: cagarrutas energéticas en tiempos de ahorro
El gobierno cubano está en una entusiasta campaña para utilizar el excremento de cerdo en la producción biogás -el llamado “gas de los pantanos”- y así favorecer el ahorro de energía eléctrica en un país donde se sigue gastando demasiado, al menos según las cifras oficiales.
El zafarrancho propagandístico en torno a los estercoleros cubanos resulta muy exhortativo. Un reciente artículo del diario Granma toma como referencia la provincia de Pinar del Río, donde el periodista sugiere, eufemísticamente, que se está botando mucha… energía a la basura.
Las cuentas sobre las excretas animales son como para colgar del mural del CDR: para producir 6 kilowatts/hora de electricidad -que equivale el gasto de medio litro de diesel o keroseno- bastaría con reunir las cagarrutas de un día de tres vacas, cuatro caballos, nueve cerdos, 10 carneros o 130 pollos.
De acuerdo con Granma, la utilización del biogás abarca las más variadas esferas de la vida, desde la cocina hogareña, las calderas y los hornos hasta la soldadura de metales y el uso como combustible automotor.
No es casual que para ilustrar esa gama de oportunidades energéticas, el reportaje incluya la fotografía de una cafetera sobre una hornilla encendida, con el siguiente lema: “El biogás puede emplearse en el plano doméstico para la cocción de alimentos”.
Una dama nombrada Leyda Castañeda respalda la tesis del ahorro mediante el biogás con palabras definitorias desde su cocina: “El aprovechamiento de algo que antes se botaba, me ha permitido prescindir de la hornilla eléctrica y rebajar notablemente el gasto de corriente”.
La cantaleta del biogás también anda por Ciego de Avila, donde entrarán en funcionamiento 10 nuevas plantas para la “digestión anaerobia” a partir del residual porcino.
Nadie se opondría al uso del biogás en estos tiempos de agotamiento de recursos energéticos y alza de los precios del combustible. Pero alimentar las expectativas energéticas de los consumidores nacionales con el aprovechamiento de cuatro plastas de vaca y un centenar de virutas de pollo es apretar un poco.
La intención periodística para promover la instalación por doquier de los biodigestores -esos equipos mágicos que transforman la caca porcina en corriente eléctrica- no surge de la nada.
Las ilusiones perdidas
Por primera vez en la historia del consumo enérgetico cubano en cinco décadas, el gasto eléctrico del sector residencial del pasado año fue superior al empresarial y estatal, un fenómeno que los expertos pronostican que se acrecentará en el 2011 con la incorporación de miles de trabajadores al trabajo independiente desde sus hogares.
La estructura del consumo energético cubano se divide en 52 por ciento para el sector doméstico y 48 por ciento entre las empresas estatales y mixtas, de acuerdo con las cifras del Ministerio de la Industria Básica (MINBAS).
Pero el fenómeno de la inversión del consumo está condicionado además por la proliferación de equipos electrodomésticos en los hogares -apuntalada por las ideas de la revolución energética de Fidel Castro desde el 2005- y los imparables delitos de fraude eléctrico, especialmente en La Habana. Solamente en octubre habían sido detectados en la capital 5,839 casos de robo de electricidad en la capital, en vísperas de la implementación de una nueva tarifa para los usuarios del sector residencial.
Así que ya sabemos por dónde vienen los tiros del diario Granma.
De todas formas, como suelen ser las cosas en Cuba, el reportaje nos deja una noticia desesperanzadora para los animados a vivir alumbrándose con excretas de cerdo. Por mucha cháchara en torno al tema, la realidad es que la mitad de los biodigestores montados en la provincia de Pinar del Río no funcionan y algo por el estilo le ocurre también a los sistemas instalados en esa provincia para la obtención de biogás.
Un especialista de la Empresa Porcina de Pinar del Río, bastión de la producción de excremento a nivel nacional, dice que falta “una cultura sobre la utilización del biogás” (¿una cultura? ¿tendremos que involucrar al pinareño Ministro de Cultura en estos menesteres?).
Y reconoce además -faltaba más- que “tampoco hay una estructura especializada en el montaje de biodigestores”.
Así que las ilusiones sobre el biogás están un poco perdidas. Lo que sí parece que marcha en el país es el incremento de estiércol, la generación de basura y la crisis de agua.