Copa Intercontinental de Béisbol: recoge, que nos mudamos
Hablar de una copa rota sería incurrir en un lugar demasiado común. Pero la XVII Intercontinental de Béisbol finalizada este domingo en Taipei de China -última en la historia de estos torneos- murió lastrada por la presencia de los parientes pobres que acudieron al velorio.
Fundada a partir de una idea del italiano Aldo Notari, la de expandir este deporte más allá de las fronteras de América, la Copa Intercontinental, en el momento de su sepultura, fue la negación del buen deseo que la había puesto en marcha.
Por muy europea que sea la República Checa, por muy asiáticos que sean Hong Kong y Tailandia, haberlos invitado a la rumba fue una triste solución, cuando bailarines tan diestros como Estados Unidos, Canadó y República Dominicana decidieron hacer mutis por el foro.
Me alegro por el oro de mis compatriotas, los hombres del equipo Cuba, no culpables de que sus oponentes dieran mas lástima que envidia. Así y todo, hubo algunos marcadores muy ajustados, y dos veteranos del pedigree de Michel Enríquez y Ariel Pestano tuvieron faenas deplorables.
El vuelo hacia la isla china estuvo precedido por la insólita baja de Frederich Cepeda, el jardinero ambidiestro que unos dias antes bateó a sus anchas en el torneo prepanamericano y premundial de San Juan, Puerto Rico. Allí Cuba perdió dos veces ante República Dominicana, una vez a manos de Estados Unidos y finalmente logró a duras penas obtener la medalla de plata.
De la separación de Cepeda se dijo en Cuba –en la prensa de su natal provincia de Sancti Spiritus— que obedecia a una renovación en el equipo (¿renovación o castigo?), aunque sólo él y el lanzador Pedro Luis Lazo, esta vez venido a menos, cedieron sus boletos de avión.
Una versión no oficial apunta a que Cepeda y Lazo se ausentaron una noche de su hotel en Borinquen… y pagaron caro su ilusión de independencia, allí donde los cantos de sirena del profesionalismo podrian hacerles volver la vista atrás.
En resumen, la Intercontinental ha muerto. Y no sería sorprendente acudir a otro sepelio en pocos años: el de las Copas Mundiales. Ignoro qué rumbo tomarán los torneos internacionales, pero desgraciadamente ya ni Cuba -con su goteo de jugadores hacia las Grandes Ligas- es atracción suficiente para llenar los estadios del mundo.
En esta despedida, los cubanos se adueñaron de cinco puestos en la selección Todos Estrellas: los jugadores de cuadro Héctor Olivera, aclamado MVP, y Yulieski Gourriel; los jardineros Alexei Bell y Giorvis Duvergel, así como el lanzador relevista Yadier Pedroso. Junto a ellos fueron premiados ilustres desconocidos, como el catcher italiano Juan Angrisano y los holandeses Curt Smith (1ra. base) y Mariekson Gregorius (short stop).