Rosa de la Cruz: El arte de mirar al futuro

La reconocida coleccionista cubanoamericana, mecenas de las artes y promotora cultural, falleció este domingo en su casa de Key Biscayne, a los 81 años, mientras conversaba telefónicamente con su esposo.

Rosa de la Cruz: El arte de mirar al futuro
Rosa Rionda de la Cruz (1942-2024). Foto: Liam Crott/ ARTSPACE.

Por Wilfredo Cancio Isla

Hoy es un día muy triste para el arte y el acontecer cultural de Miami, y también para Cuba, en el sentido del amor por la Cuba profunda, sin necesidad de estridencias, la cubanidad esencial que es un latido constante y a veces silencioso. Ha fallecido en su casa de Key Biscayne la coleccionista, mecenas de las artes y promotora cultural Rosa Rionda de la Cruz, a los 81 años.

Rosa libró una larga batalla contra un trastorno incurable, pero su voluntad y determinación hacían pensar que había derrotado a la enfermedad. Su espíritu y energía eran admirables. No se dio por vencida y continuó impulsando proyectos y sueños, dándole lo mejor a su entorno y a su comunidad, con el apoyo de su inseparable esposo, el empresario y también mecenas Carlos de la Cruz.

Es imposible hablar de Rosa sin Carlos, ambos incansables en sus propósitos, siempre con la lucidez y la previsión necesarias para sacar a flote las más intrincadas aventuras artísticas. Se conocieron siendo adolescentes, en las Navidades de 1955, cuando los padres de ella lo invitaron a él a una feria agropecuaria tras su regreso de los estudios secundarios en Estados Unidos. Carlos tenía 14 años y Rosa, 13.

Durante una visita a De la Cruz Collection en mayo de 2022. De izquierda a derecha, la historiadora de arte y activista Carolina Barrero, Rosa y Carlos de la Cruz y el periodista Wilfredo Cancio Isla. Foto: CF.

Desde entonces buscaron seguir juntos y nada pudo separarlos. Hasta en los minutos finales de Rosa, quiso el destino que estuviera al teléfono con Carlos, que se encuentra de viaje en el extranjero. Rosa sufrió un tromboembolismo pulmonar masivo en la madrugada de este domingo mientras conversaba con su esposo. No hay mejor manera para despedirse de la vida que esta comunión bendecida.

Rosa y Carlos han sido dos pilares de la exaltación de Miami como una plaza para las artes. Creo que aún la ciudad no les está suficientemente agradecida por la contribución de ambos a su imagen y proyección internacional. Tampoco los ciudadanos del sur de Florida tienen suficiente conocimiento de este aporte, porque además los De la Cruz han sido personas muy privadas, sin interés de figurar y parlotear en los medios locales, convencidos de que servir es más precioso que brillar. Sobre todo, cuando se tiene luz propia de largo alcance, como la que ha guiado sus designios mejores.

Me unió una amistad con ellos desde mi llegada a Miami e incorporación a la redacción de El Nuevo Herald, a finales de los años 90. Visitar su casa en Key Biscayne constituía un placer multiplicado entre la hospitalidad y la sensación de estar rodeado de arte a cada paso, hasta la propia alcoba adonde me llevaron para mostrarme unos dibujos de José Bedia. En fin, es una casa-museo repleta de arte y refinado gusto, que se prolongaría luego a De la Cruz Collection, la entidad privada que construyeron en el Design District, en 2009, para mostrar sus colecciones gratuitamente al público.

Cada vez que un amigo (o persona enviada por otro amigo) visita Miami y me pide que le recomiende un lugar emblemático de la ciudad, suelo llevarlo a De la Cruz Collection. Es para mí un lugar de privilegio que habla de lo que se puede hacer con visión de futuro y concepción de modernidad, afincado plenamente en el escenario local. Este museo es una de las joyas ocultas de Miami. Todo un epicentro de arte, promoción de cultura, ideas y proyectos en beneficio de artistas de todas las latitudes y de la educación artística. Y lo grandioso es que lo han logrado desde una concepción universal, sin el provincianismo que nos acecha a cada rato en esta ciudad, y sin tampoco desligarse de sus raíces cubanas.

Ahí está el santuario del artista minimalista Félix González-Torres (1957-1996) y la impresionante sala dedicada a obras de la conceptualista Ana Mendieta (1948-1985), la escultora, pintora y creadora audiovisual que es considerada una de las artistas cubanoamericanas más influyentes de su época.

Rosa y Carlos son coleccionistas reconocidos a nivel internacional por su defensa del arte de vanguardia desde los rincones más intrincados del planeta. Visitar De la Cruz Collection es entrar en un espacio de novedad e información actualizada de rumbos pictóricos, tendencias estéticas, y nombres que después veremos destacados en las principales mercados y publicaciones del arte mundial.

La labor de Rosa se consolidó a través de la organización Moore Space, que entre 2001-2008 despuntó como un espacio privado para mostrar arte. El matrimonio De la Cruz fue artífice de traer la prestigiosa feria mundial Art Basel a Miami, en 2002, un evento que honra realmente la Florida y se convierte cada año en un motor económico y turístico para el estado.

Es más que meritorio el trabajo que ellos han realizado, con sus propios recursos financieros, para promover el interés artístico en las escuelas y, por más de una década, costear los viajes de cientos de estudiantes de talento artístico a Nueva York y Europa a modo de becas.

Escribo estas líneas desde la amistad y el cariño que me unen -y seguirán uniendo- a ambos. Y estarían incompletas sin mencionar el profundo sentir cubano de Rosa y Carlos. Después de estar visiblemente involucrados en los avatares del exilio y el activismo cívico, los De la Cruz parecieron apartarse de la vorágine cubana, sobre todo tras los sucesos del polémico caso de Elián González. Carlos figuró en las negociaciones para la entrega del niño balsero a su padre y se encontraba en la casa de La Pequeña Habana hablando con Janet Reno, la secretaria de Justicia, minutos antes de que se produjera el asalto de los agentes federales; Rosa estuvo entre las personas que recibieron chorros de gas pimienta y lesiones durante el violento operativo de aquella madrugada de abril de 2000.

Sin embargo, la preocupación por hacer lo mejor posible para ayudar a figuras y causas cubanas nunca ha faltado, a pesar del escepticismo y la frustración con que a veces nos dejan los terribles sucesos de nuestra isla. Un lazo que nos acercaba era Sancti Spíritus, porque aunque Rosa nació en La Habana, vivió de niña mucho tiempo en la colonia La Esperanza, que era propiedad de su padre.

Tanto Rosa como Carlos nacieron en familias aristocráticas y pudientes de la Cuba republicana, propietarios de centrales azucareros y de extensas propiedades de tierra y riquezas. Como sucedió a muchos de su estirpe a partir de 1959, terminaron siendo expropiados y marcharon al exilio. Rosa y Carlos contrajeron matrimonio en 1962, se radicaron primero en España y luego vivieron un tiempo en Nueva York antes de venir a Miami en 1975.

A fuerza de trabajo incansable y talento empresarial para aprovechar oportunidades, la pareja levantó un negocio privado de distribución de cerveza y bebidas, Eagle Brands, convertido con los años en una exitosa corporación en el estado de Florida. Carlos figura actualmente como presidente de CC1 Companies, un conglomerado que distribuye Coca-Cola y otras bebidas en Puerto Rico y el Caribe.

La pasión por coleccionar arte existía por tradición familiar. Rosa recordaba que en las viviendas de ambas familias colgaban obras de arte de las paredes y se solía hablar de artistas, de pintura y de arquitectura. Un retrato de la madre de Carlos, concebido por el célebre Salvador Dalí, era uno de los tesoros patrimoniales que hoy puede apreciarse en una de las salas de De la Cruz Collection.

De manera que cuando el matrimonio De la Cruz se estableció en Estados Unidos y la economía del hogar comenzó a florecer, la adquisición de obras de arte fue como recobrar una costumbre. La primera compra fue Mirador de estrellas (1956), de Rufino Tamayo, con la idea de crear una colección latinoamericana, pero luego el enfoque se derivó hacia el arte contemporáneo, especialmente la pintura alemana de postguerra.

Rosa y Carlos han estado involucrados durante décadas en juntas directivas de universidades, entidades artísticas, organizaciones filantrópicas y agrupaciones comunitarias.

Pero sobre todas las cosas han velado por el bienestar de su familia. Ese sentimiento de pertenencia y responsabilidad que humaniza sus magnánimas acciones en la esfera social y pública. Viajar en familia era parte de los placeres sagrados de los De la Cruz y estar al tanto de los nietos. La descendencia es pródiga: cinco hijos, 17 nietos y seis bisnietos.

Recordaré siempre a Rosa por su entusiasmo y temperamento. Carlos acostumbraba a decir que las cosas salían bien porque Rosa estaba al cuidado de ellas.

Gracias, amiga, por tu entrega y compromiso de fundación. Por darle esplendor de futuro a Miami como solo los visionarios pueden hacer.

Una misa memorial de cuerpo presente se celebrará el viernes 1 de marzo, a las 11 am, en la Iglesia St. Agnes Church, ubicada en 100 Harbor Drive, en Key Biscayne. El sepelio será el sábado 2 de marzo, a las 10:30 am, en el Cementerio Woodlawn Park North, 3260 8 St, en Miami, y seguidamente la familia ofrecerá una celebración de su vida, las 12:30 pm, en De la Cruz Collection, en 23 NE 41st St, Miami.
En lugar de flores, la familia pide a los invitados que hagan una donación al Fondo de Viajes de la Miami Foundation New World School of the Arts y/o al Fondo de Becas para Jóvenes Diseñadores del Design and Architecture Senior High.

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