Alan Gross: Nunca perdonaré la crueldad del gobierno cubano

El contratista estadounidense, de 75 años, recuerda los días de prisión en Cuba a una década de su liberación y el comienzo de una efímera era de deshielo en las relaciones de Washington y La Habana.

Alan Gross: Nunca perdonaré la crueldad del gobierno cubano
Alan Gross durante una campaña de recaudación de fondos para el Jewish Community Relations Council, de Washington DC. Foto: Captura de video.

Hace una década que el acuerdo entre Washington y La Habana para liberar al contratista Alan P. Gross propició el comienzo de una era de deshielo entre los dos países y dio a los cubanos la esperanza de que la distensión política derivaría en un mejor futuro para la isla.

Era el 17 de diciembre de 2014 y todos los caminos parecieron abrirse en la atascada relación entre Cuba y Estados Unidos. Pero fue solo una ilusión transitoria. Dos años después la situación cambió sorpresiva y radicalmente, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, y la reimposición de sanciones no se hizo esperar, sanciones que han mantenido, en esencia, durante el cuatrienio de Joe Biden.

Gross, de 75 años, vive actualmente entre Maryland (EE.UU) y Tel Aviv (Israel), donde se acogió con su esposa Judy al plan de reasentamiento en la Tierra Prometida, en 2017. Pero no ha dejado de pensar sobre Cuba y los cubanos, y se mantiene activo en las redes sociales, preocupado por los rumbos de la política en Estados Unidos y el enconado conflicto en la franja de Gaza.

Pidiendo la liberación de los rehenes capturados por el grupo terrorista Hamás. Foto: Cortesía de Alan Gross.

Hay cosas dolorosas que Gross no puede olvidar, como verse impedido de asistir a los funerales de Evelyn Gross, su madre, fallecida en junio de 2014, meses antes de que él fuera liberado. Allí, en Cuba, fue injustamente condenado a 15 años de cárcel por bajo acusaciones de “atentar “contra la independencia nacional y la integridad territorial del Estado”. Allí vio deteriorarse su salud y pasó los momentos más tormentosos de su existencia. Pero Cuba sigue estando entre sus temas inevitables, con una mirada crítica hacia el gobierno y solidario hacia la gente de pueblo, que atraviesa por la peor crisis económica y humanitaria en décadas.

En esta entrevista con Café Fuerte, Gross recuerda su “experiencia cubana”, habla de un proyecto de novela ilustrada con sus dibujos en la cárcel, y confiesa que su español ha empeorado, aunque le sale más a menudo cuando intenta hablar en hebreo.

Una década después de su salida de la prisión en Cuba, ¿cómo recuerda el 17 de diciembre de 2014 y qué es lo que más valora de su nueva vida en libertad?

Ese día vivimos un ambiente surrealista. Apenas pude dormir la noche anterior y sentí que no debía tener expectativas en caso de que las cosas se desmoronaran. Ir a una base aérea militar cubana, donde mis captores pusieron un plato de comida para las personas que vinieron a llevarme a casa, fue un poco absurdo, y ninguno de nosotros comió nada. Como casi 1.5 millones de cubanos en los últimos años, todos queríamos irnos de Cuba.

En realidad, recuerdo cada detalle de ese día. Lo que más valoro es poder estar con la familia y los amigos, y tener la libertad de caminar largas distancias en línea recta.

Frente a la Embajada de Cuba en Washington DC. Foto: Cortesía de Alan Gross.

¿Cómo fueron sus días en las cárceles cubanas? ¿Fue respetuoso el trato de las autoridades cubanas o considera que fue víctima de abusos, físicos y psicológicos durante la prisión?

Todos los rehenes sufren abuso psicológico. Hice lo posible por reírme de lo absurdo de lo que me decían mis captores.

¿Cuál recuerda como el día más doloroso de su encierro en Cuba?  ¿Pensó alguna vez que podría morir en prisión?

El momento más doloroso fue escuchar la puerta de la celda cerrarse por primera vez.

¿Cómo se enteró de la muerte de su madre? ¿De verdad pensó que el gobierno cubano le iba a permitir salir entonces?

Fue mi hermana Bonnie o mi abogado quien me informó de la muerte de mi madre, no recuerdo bien. Al no permitirme acompañar a mi madre cuando estaba muriendo, el gobierno cubano demostró que no estaba negociando de buena fe. Nunca perdonaré la crueldad y el daño que le infligieron.

Usted fue una ficha de cambio para liberar a tres espías cubanos encarcelados en Estados Unidos y propiciar una nueva etapa en las relaciones bilaterales. Sin embargo, la era de deshielo desapareció. Cuba está en estos momentos en una situación crítica y las relaciones no parecen ir por el mejor camino. ¿Cómo ve las perspectivas de Cuba y su diferendo con Estados Unidos?

Con un nuevo presidente, Donald Trump, y probablemente con Marco Rubio como Secretario de Estado, creo que el gobierno cubano va a tener que hacer algunos cambios si quiere mejorar la vida en la isla.

Usted se opone al embargo contra Cuba. ¿Mantiene esa postura? ¿Cuál cree que sería la mejor estrategia de Washington para lograr un cambio democrático allí?

Me opongo al embargo de Estados Unidos al sector privado de Cuba. El gobierno cubano no necesita ninguna participación de Estados Unidos para joder las cosas… Siempre se hace el daño a sí mismo con su obstinación.

Los dos últimos años de la segunda administración de Obama trajeron mucha esperanza y un crecimiento significativo de las actividades del sector privado en Cuba, luego destruidos por la primera administración de Trump. Me parece que Marco Rubio podría ser un elemento de cambio para las relaciones entre Estados Unidos y Cuba si utiliza el intelecto que parece tener. Si quiere presionar al gobierno cubano, tal vez deba considerar aclarar que la Ley Helms-Burton nunca tuvo la intención de castigar al sector privado cubano emergente y que no debería haber sanciones contra el sector privado allí. Eso probablemente llevaría al menos a los siguientes escenarios: 1) mayor empleo laboral en el sector privado y 2) menor dependencia del gobierno cubano.

Tras décadas de políticas de sanciones económicas y restricciones de viajes, Cuba no está hoy más cerca de convertirse en una democracia que en cuando se impuso el embargo en 1961 y la situación de los derechos humanos es peor que en 2017. No hay ninguna razón justificable ni práctica para continuar una política fallida de sanciones que daña más al pueblo cubano que a su gobierno.

Usted ha sido un crítico severo de Trump durante su primer mandato y recientemente en su etapa de campaña electoral. ¿Cómo imagina el impacto del nuevo mandato de Trump para Cuba y América Latina?

Doloroso. Nada constructivo.

¿Qué es lo que recuerda con más cariño de Cuba y qué es lo peor?

¡El pueblo cubano! Y el gobierno cubano.

Tres años después de su liberación, la profesora cubanoamericana Alina López Miyares fue encarcelada en Cuba, acusada de espionaje y condenada a 13 años de prisión. Ella todavía se encuentra retenida como rehén del gobierno cubano. ¿Qué piensa usted de este caso y qué le gustaría decirle a Alina sobre la situación que atraviesa?

Siento empatía por Alina y quisiera poder hacer algo por ella. Pero hasta que el gobierno cubano no demuestre que quiere actuar de buena fe con todos sus presos políticos, no sé lo que podamos hacer ni decir por ella.

Dibujo desde la cárcel en Cuba. Cortesía: Alan Gross.

¿Ha pensado en algún momento escribir sus memorias cubanas?

He estado pensando en realizar una novela gráfica utilizando algunas de las muchas ilustraciones que hice como prisionero en Cuba. Tengo más de mil dibujos acumulados de esos días.

¿Aún está interesado en regresar a Cuba? ¿Qué mensaje le gustaría enviar a los cubanos en la isla?

A mi esposa Judy y a mí nos encantaría regresar a Cuba, pero el gobierno cubano no ha respondido a mi solicitud. Mi mensaje al pueblo cubano es que soy la prueba viviente de que nunca debe perderse la esperanza. Nunca.

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