Carter buscó normalizar relación con Cuba y envió a presidente de Coca Cola a negociar con Fidel Castro
Los esfuerzos de Carter anticiparon la era del deshielo de Barack Obama y el restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre ambos países a partir de 2015.
El presidente Jimmy Carter estaba dispuesto a normalizar plenamente las relaciones diplomáticas con Cuba desde el comienzo de su mandato en 1977, al punto de convertirlo en objetivo de la política exterior de Estados Unidos e involucrar al máximo ejecutivo de Coca Cola en sus planes de negociación con Fidel Castro.
Una directiva presidencial secreta, desclasificada por el Archivo de Seguridad Nacional en 2002, deja explícita la intención del mandatario de avanzar en un plan para iniciar conversaciones con el gobierno cubano, en las cuales se incluyeran todos los temas pendientes y conflictivos de las relaciones bilaterales.
“Para este fin, nosotros debemos iniciar conversaciones directas y confidenciales en una manera cuidadosa y calibrada con representantes del gobierno cubano. Nuestro objetivo es poner en marcha un proceso que conduzca a la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba”, indica la directiva NSC-6, fechada el 15 de marzo de 1977.
El documento -elaborado apenas dos meses después de asumir Carter su mandato- señala que esa decisión serviría para avanzar los intereses de Estados Unidos en temas como la lucha contra el terrorismo, los derechos humanos, las intervenciones de Cuba en el extranjero, las compensaciones de propiedades a ciudadanos estadounidenses y la limitación de las relaciones (políticas y militares) de Cuba con la Unión Soviética.
Los esfuerzos de Carter anticiparon la era del deshielo de Barack Obama y el restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre ambos países a partir de 2015. La estrategia de Obama estuvo sustentada por los pasos previos de su predecesor y líder demócrata hace la friolera de 47 años.
Entre las cuestiones que Carter sugiere plantear en las conversaciones exploratorias con Cuba figuran la delimitación de fronteras marítimas y de pesca, el acuerdo contra el secuestro de aviones, los ciudadanos estadounidenses presos en la isla, la intromisión cubana en Angola y Puerto Rico, los intercambios científicos, culturales y deportivos, la posibilidad de relaciones comerciales y el establecimiento de una Sección de Intereses de Estados Unidos en la Embajada Suiza en La Habana.
“Seguidamente a una ronda exploratoria de discusiones, el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) debe hacerme recomendaciones de cómo debiéramos proceder”, escribió Carter. “El secretario de Estado debe asegurarse que los gobiernos miembros de la OTAN, Japón y varios gobiernos de América Latina estén informados de las iniciativas de Estados Unidos hacia Cuba”.
Además, Carter instruye al secretario de Justicia para que tome los pasos requeridos por la ley con el fin de “prevenir acciones terroristas o de cualquier índole contra Estados Unidos o ciudadanos estadounidenses, y detener y encausar a los perpetradores de estas acciones”. La alusión parece dirigida a los grupos de exiliados cubanos que realizaron acciones violentas en territorio estadounidense en los primeros años de la revolución castrista.
La directiva fue, en definitiva, una plataforma para los pasos dados por la administración Carter en los meses posteriores de su mandato (1977-1981).
A Carter se debe la reapertura de las secciones diplomáticas en La Habana y Washington, la promoción del diálogo para liberar a 3,600 presos políticos de las cárceles cubanas y la autorización de las visitas familiares, en 1979.
Pero sus empeños negociadores con Fidel Castro para sacar a Cuba de la guerra de Angola a cambio de levantar el embargo económico no surtieron efecto.
Como parte de los esfuerzos para llevar a vías de hecho la estrategia descrita en el memorando, Carter envió al principal ejecutivo de la Coca Cola a Cuba en 1978 con la misión de entrevistarse con Castro.
“Paul Austin pasó a verme. Lo estamos enviando a él de manera muy confidencial a Cuba en una importante misión”, escribió Carter en su Diario de la Casa Blanca, publicado en 2010.
En una nota añadida para la edición del libro, el exmandatario explica que la decisión de enviar entonces a Austin a La Habana se produjo en momentos en que se habían flexibilizado las restricciones de viajes a la isla y la Casa Blanca pretendía profundizar el acercamiento entre ambos países tras dos décadas de confrontación.
“Yo quería que Paul, como ciudadano privado, indagara con Castro las perspectivas de avanzar más activamente hacia una reconciliación entre Estados Unidos y Cuba”, relató Carter sobre el viaje de Austin. “Yo había levantado las restricciones de viaje, pero Cuba estaba todavía involucrada militarmente en varios países africanos”.
Carter agregó: “El embargo económico estaba dañando al pueblo cubano, no a Castro, y había una ventaja estratégica potencial en alejar a Cuba de la Unión Soviética”.
Austin, quien presidió la Coca Cola entre 1966 y 1981, es reconocido como el hombre que logró la expansión de la popular bebida hacia los mercados internacionales. Fue el artífice del retorno de la Coca Cola a China y Rusia, y se oponía a que Estados Unidos aplicara el embargo comercial contra Cuba. Falleció en 1985, a los 70 años.
El viaje de Austin a La Habana se produjo en febrero de 1978, por los días en que Coca-Cola estaba negociando su entrada en China. El acuerdo fue anunciado dos días antes de que Washington y Pekín restablecieran relaciones diplomáticas el 15 de diciembre ese año.
Misión estratégica en La Habana
No hay dudas de las razones que tenía Carter para confiar a Austin esta estratégica misión, retomada por el expresidente en sus dos visitas a Cuba, en 2002 y 2011.
Entusiasmado con la idea de reinstalar los negocios de Coca Cola en la isla, Austin había viajado a La Habana en 1977, oportunidad en que fue recibido en privado por Castro. La Coca Cola fue nacionalizada el Cuba en 1960 y mantiene un litigio con el régimen castrista por unos $27 millones de dólares.
Pero Austin, quien trabajó para la Coca Cola desde 1949, no fue a Cuba a hablar del pasado.
“Paul Austin me visita para reportar sobre su visita personal a Castro”, describe Carter en su diario el 8 de junio de 1977. “El está ansioso por entrar en Cuba con Coca Cola y quedó favorablemente impresionado con la actitud de Castro hacia mí y con un eventual levantamiento del embargo y el restablecimiento de las relaciones”.
Obviamente, los acontecimientos de la época resultaban alentadores para los intereses de Austin. En febrero de 1977, delegaciones de ambos países lograron establecer una frontera marítima a 12 millas de Cuba, y en mayo se acordó la apertura simultánea de secciones de intereses en Washington y La Habana.
Pero Carter añade en sus anotaciones que “a menos que Castro libere los presos políticos y comience su retirada de África, esta posibilidad está aún muy distante”.
Austin se jubiló como presidente de la Coca Cola en marzo de 1981, poco después de la salida de Carter de la Casa Blanca. Su lugar en la compañía fue ocupado por el empresario cubanoamericano Roberto Goizueta (1931-1997), quien mantuvo una firme oposición a la flexibilización del embargo y a la apertura de relaciones con Cuba.
Aunque Castro permitió la salida de las cárceles de 3,600 presos políticos en 1978, el incremento de tropas cubanas en las guerras de Angola y Etiopía, y los dramáticos sucesos del éxodo del Mariel, en 1980, dieron al traste con la apuesta reconciliadora de Carter.
Promesas de Fidel Castro
No obstante, las 570 páginas del libro ponen en evidencia los canales diplomáticos que Carter mantuvo abiertos con La Habana durante su presidencia (1977-1981) y la comunicación establecida con Castro para intrincados asuntos de las relaciones internacionales.
En noviembre de 1979, en medio de la crisis de los rehenes estadounidenses en Irán, Carter recibe un mensaje de Castro con el compromiso de ayudar en la solución del conflicto generado por los partidarios del ayatolá Komeini.
“Castro está de acuerdo en ayudar en el problema -de forma encubierta- a través del Movimiento de Países No Alineados”, registró Carter en su diario el 18 de noviembre de 1979. Cuba había asumido la presidencia de los No Alineados en la Cumbre celebrada en La Habana en septiembre de ese año.
Apenas un mes después -el 26 de diciembre de 1979- se produce la invasión soviética en Afganistán y Castro encara un difícil reto como presidente de los No Alineados. Las notas de Carter indican que el gobernante cubano le pidió sostener una reunión de alto nivel en La Habana para discutir el tema, en enero de 1980.
Carter envió a ese encuentro a Robert Pastor, por entonces consejero de Seguridad Nacional sobre América Latina y pieza clave en las relaciones con Cuba; y a Peter Tarnoff, quien fungía como asistente especial del secretario de Estado, Cyrus Vance. Pastor figuró en la delegación que acompañó a Carter en su visita a Cuba de 2011.
Once horas de confesiones
A su regreso, los diplomáticos le describieron al presidente un encuentro de “sorprendente franqueza” con Castro tras 11 horas de conversación. Según dijeron, el gobernante cubano les confesó sentirse entrampado en la relación con los soviéticos.
Carter anotó en 18 de enero de 1980: “Castro describió sus problemas con la Unión Soviética, la pérdida de su posición de liderazgo en [el Movimiento de Países] No Alineados como consecuencia de su servilismo con los soviéticos; sus deseos de salir de Etiopía ahora y de Angola después; su participación en los movimientos revolucionarios en Centroamérica, pero su rechazo a enviar armas o fuerzas militares a la región; y así sucesivamente. El está profundamente dañado por nuestro embargo y quiere mejores relaciones con nosotros, pero no puede abandonar a los soviéticos, quienes han apoyado su revolución incondicionalmente”.
Pastor y Tarnoff habían estado en Cuba en 1978 para negociar la liberación de cuatro prisioneros norteamericanos. Tarnoff volvió nuevamente en septiembre de 1980 para pactar con Castro el fin del puente marítimo Mariel-Cayo Hueso, que trajo a Estados Unidos a unos 125,000 refugiados en apenas cinco meses.
“El [Castro] va a detener el flujo de refugiados el 25 de septiembre, retornará todas las embarcaciones vacías de regreso y reducirá a 100 el número de refugiados que saldrán hacia Estados Unidos desde ahora hasta el 25. El rechazó aceptar nada a cambio. Me dijo que no haría nada que pudiera dañarme a mí, y dejó claro que no busca un quid pro quo por lo que está haciendo”, anotó el presidente.
Carter falleció este domingo en su residencia de Plains, Georgia a los 100 años. Sus funerales de honor presidencial se efectuarán en Washington DC el próximo 9 de enero, con la declaración de luto nacional.
*El segmento de este artículo relacionado con el magnate de la Coca Cola y el Diario de la Casa Blanca, del presidente Jimmy Carter, reproduce contenido de un texto anterior de CafeFuerte, publicado en 2011.