La guayaba de cartón: Publicación de EEUU oferta regalitos guevaristas
Por Redacción CaféFuerte
Si a última hora se le quedó un regalo de Navidad pendiente y no tiene idea cómo resolver el entuerto, pues el semanario The Nation tiene una salida salomónica: obsequie una marioneta magnética o un muñeco del Che Guevara.
A través del Nationmart, el sitio digital de ventas de la izquierda estadounidense, se pueden conseguir un pequeño títere para su dedo índice, por la módica suma de $5.95 dólares; el muñeco guevarista por $18.95; o si se decide por algo más puede añadir un reloj con la imagen del guerrillero argentino por $35.95. Para completar el paquete, puede acompañarlo con una tarjeta de felicitación, con una imagen sonriente del Che por $3.50.
Son chucherías revolucionarias que enternecen a ciertos sectores ¿liberales?, cautivos aún de la imagen guevarista. La promoción de NationMart para convencer a los compradores no tiene desperdicio.
“Puede que no sepamos donde Castro es en estos días, pero sabemos donde el Che Guevara está: ¡en su dedo como un títere magnético!”, esgrime la incitadora publicidad. En el dedo, él es una marioneta, en su refrigerador, es un imán, en su colección de títeres ¡él incita a los demás a levantarse contra sus opresores capitalistas!”
La marioneta tiene apenas cuatro pulgadas, pero sus vendedores creen que “no es demasiado pequeña para no ponerse de pie por los pobres y los oprimidos”.
En el caso del muñecón verdeolivo de 12 pulgadas, el anuncio publicitario lo presenta como “tan adorable, atractivo y tierno como el verdadero Che fue intenso, violento y tierno”. Y continúa el panfleto: “Che era conocido por luchar por las causas justas, y usted debe comprar uno solo, bueno, por una causa buena”.
Para vender el relojito, a los creativos muchachos del NationMart no se les ha ocurrido mejor promoción que esta: “La gente recuerda al Che Guevara por ser un líder audaz e incansable en la defensa de los pobres y oprimidos. Pero la gente que realmente lo conoció eran los más impresionados por su puntualidad”.
Para completar el delirio guevarista, en la esfera del reloj gira la palabra Revolución en torno a una representación de la conocida foto de Alberto Korda.
¿Estará al tanto Aleida Guevara en La Habana, la albacea del arsenal de su padre, de su padre, de esta irrupción de títeres y muñecones por iniciativa de los camaradas de The Nation? ¿O será ela también parte de esta operación de mercadeo y comercialización de uno de los símbolos predilectos de la izquierda festiva en las entrañas del Monstruo?
Todo puede ser en tiempos en que la mercadería del Che inunda los bazares alrededfor del mundo, a la manera de Mickey Mouse. O en La Habana puede usted pedir un café Cappuccino -en CUC claro está- con la imagen del Guerrillero dibujada en la espuma que desborda la taza.
En todo caso, la ingestión del café puede resultar mucho menos nociva que la convivencia hogareña con esta bisutería guevarista.
Ciertamente, aparte de las adoraciones o las fobias que el personaje pueda suscitar, hay que pensarlo dos veces a la hora de comprarse al Che Guevara para andar con él encasquetado en un dedo, pegarlo en el refrigerador o ponerlo junto a otros muñecones comunistas promovidos por The Nation, como el de Carlos Marx con un martillo al hombro.
El diseñador de los objetos no pasaba por un buen día de creatividad o sencillamente no estaba muy convencido de la justicia guevarista cuando los trajo al mundo.