París sin aguacero: Cuba espera aún en la silla de los desesperados

Monólogos de un Quedado Especial... desde La Habana.

París sin aguacero: Cuba espera aún en la silla de los desesperados
Adriana Ruano, una gratísima sorpresa en el medallero latinoamericano y la epifanía para Guatemala. Foto: AP.

Por Michel Contreras

Cuando se está de prisa, enseñó Napoleón, lo mejor es vestirse despacio. Bien aprendido esto, Guatemala hizo un largo ejercicio de paciencia, tiró al aire de París una moneda y salió cara. Sí, la cara de la tiradora Adriana Ruano, quien tuvo que abandonar el sueño de consagrarse en la gimnasia a causa de una lesión grave de columna y ahora logró el primer oro olímpico de un país que esperó casi tres cuartos de siglo para tener noticias de los títulos. ¡Qué bien! Guatemala a los podios. Y también Nueva Zelanda, Hong Kong, Ecuador, Sudáfrica, Kosovo, Túnez, Fiji…

Cuba no. Por desgracia, Cuba espera todavía en la silla de los desesperados, deseosa de ser invitada a un medallero que tiempo atrás era su casa. Tiene la vista fija en el arranque del atletismo, el canotaje y la grecorromana, toda vez que la ubre del boxeo ya no da para el desayuno de los niños. Julio César La Cruz hizo debut y despedida, Saidel Horta también, en su caso con el agravante de haber desoído las indicaciones de la esquina. Le pidieron mantener la intensidad, le reclamaron golpes rectos, y una herida en el rostro lo sacó de la Olimpiada. De manera que solo nos quedan tres púgiles en pie: Claro, con un camino oscuro; Erislandy Álvarez, en cuyo peso está el salvaje local Sofiane Oumiha; y Arlen López, muy poco convincente hasta el momento. Pero bueno, cruzando bien los dedos (y apretando los dientes) se pueden lograr cosas.

Mira tú, los yumitas le dijeron “bye bye” a Nadal y Alcaraz, la pareja más mediática del tenis. Y Gran Bretaña se llevó el 4×200 libres en la piscina de La Defénse Arena. Y Leon Marchand se comió un loco para ganar en mariposa y pecho con una diferencia de menos de dos horas entre pruebas. Al tipo ya le dicen el “Michael Phelps francés”. Tremendo. ¿Quién iba a decir eso hace unos días?

Por eso no se debe renunciar a la fe. La fe mueve montañas, y cuando está en Juegos Olímpicos, da premios. Así que lo mejor es no desalentarse. El deporte cubano es un cangrejo en marcha atrás, pero tiene chispazos todavía. París vale una misa. Toca orar.

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