Grandes Ligas: ¿Les alcanza la gasolina a los Marlins para llegar a postemporada?

Cuando los Marlins de Miami entren esta noche a la grama del estadio de Los Angeles para iniciar una serie de tres juegos con los Dodgers estarán comenzando la última etapa de su heroica carrera por los play-off en la temporada 2023.

Justamente les quedan 40 juegos del calendario regular y la esprintada del tramo decisivo los coloca con marca de 63-59, empatados con los Rojos de Cincinnati en el tercer puesto del comodín, luego de que en la tarde de este viernes los Chicago Cubs cayeran 4×3 en el Wringley Field frente a los sotaneros Reales de Kansas City. En esta fase final cualquier equipo es peligroso, sobre todos los que no tienen ya nada que perder y juegan sin la presión de los contendientes en la batalla por clasificarse.

La pregunta es si los Marlins tienen suficiente gasolina para cumplir el calendario pendiente con un balance que les asegure el boleto de postemporada, y eso no parece alcanzable si el equipo de Miami no logra al menos un balance de 25-15 en este tramo de vida o muerte.

Sería espléndido el cuarto viaje de los Marlins a postemporada en el año en que están celebrando el treinta aniversario de la franquicia, pero para ser realistas, la tarea se vislumbra harto difícil.

Calendario complicado

De todos los conjuntos envueltos en la carrera por la postemporada, los Marlins aparecen  acaso con el calendario más complicado.

La mayoría de los partidos pendientes serán fuera de casa (23), pero el dato más significativo es que de la cuarentena que les resta, 21 juegos serán con equipos metidos de lleno en la pelea por los play-off, dos rubros en los que los Marlins acumulan récord negativo en esta temporada: en la carretera juegan para 26-32 y contra equipos con marca ganadora llevan balance de 29-38.

El listado de los rivales entre finales de agosto y septiembre es como para amedrentar: por seis encuentros contra los Dodgers, siete con los Cerveceros de Milwaukee, tres con los Bravos de Atlanta, tres con los Filis de Filadelfia y dos con los Rays de Tampa. Casi nada.

De manera que con esos antecedentes y esos truenos, pues el equipo de Miami tendrá que hacer una supercampaña de cierre para salir airoso y superar su comportamiento del actual campeonato frente a contendientes ganadores y  en los juegos fuera de casa, algo que requeriría una verdadera proeza, una actuación fuera de serie para conseguirlo.

Una mirada realista

¿Está el equipo en condiciones para enfrentar el reto y lograr la hazaña en las postrimerías después de una primera etapa de esplendor y una segunda mitad que va siendo -para no ser muy duros en el calificativo- inestable? No tengo la respuesta defintiva, pero el pronóstico no es el más halagüeño.

Empecemos por el desempeño del cuerpo de lanzadores. El astro Sandy Alcántara no es ni la sombra del pitcher intransitable que ganó el Cy Young en 2022 y lo que pueda aportar en las próximas salidas será clave para los rumbos del equipo. Cierto, Alcántara es un estelar, pero no está en su año y si bien ha tenido algunos juegos mejores en fechas recientes, su inconstancia es evidente. Ni siquiera en  la victoria de 11×3 de este viernes, cuando los Marlins se soltaron a batear y le fabricaron amplia ventaja desde temprano, Alcántara pudo verse dominante; le sonaron tres jonrones y en seis inning tuvo que emplear 96 lanzamientos, algo inusual en él.

El segundo lanzador del staff, Jesús Luzardo está en tropiezos y luego de una arrancada de ensueño lleva récord de 8-8, con promedio limpias de 4.13 y 21 jonrones permitidos. Del  resto de los abridores Bratxon Garrett ha sido la grata sorpresa con 7-3 y buen dominio en sus salidas, y la reincorporación del jovencito Eury Pérez puede ser de ayuda, sin que puedan pedírsele milagros a un prospecto que está por ganar mucha experiencia aún. Trevor Rogers y Edward Cabrera, ambos en la lista de lesionados, no parece estarán listos a tiempo para el retorno.

El pitcheo de relevo ha estado también con altas y bajas, pero la balanza se inclina a su favor. Las palmas del bullpen para los zurdos Tan Scott (6-4, 2.73) y Andrew Nardi (6-1, 3.27). La decepción, el también zurdo A.J.Puk, a pesar de sus 15 salvamentos antes de perder el puesto de cerrador, y Ryan Weathers, la peor decisión en los canjes antes de la fecha límite del 1 de agosto.

Mucho bateo, pocos impulsadores

En cuanto a la producción ofensiva, hay que decir que el equipo llega a este momento como la segunda mayor maquinaria de bateo de la Liga Nacional, con promedio colectivo de 261, solo superados por la aplanadora de los Bravos de Atlanta (274). En todas las Grandes Ligas son cuartos, detrás también de los Rangers de Texas (271) y los Medias Rojas de Boston (262). Pero el grave problema ha sido la anémica capacidad para impulsar carreras (el séptimo peor conjunto de todas las Grandes Ligas en este rubro) y la enorme cantidad de corredores en posición anotadora que siguen dejando.

Para el empuje final, las mejores bujías Josh Bell y Jake Burger, adquisiciones de última hora y piezas fundamentales en victorias de la segunda parte del campeonato. El equipo se ha compactado con ellos (el adiós a Jean Segura fue un alivio inmenso) y la alineación es realmente poderosa con el venezolano Luis Arráez, que es el mejor bateador de la Liga y va a ser otra vez campeón de bateo sin mucho esfuerzo; Jorge Soler, que sonó el viernes dos estacazos de 440 y 412 pies para llegar a 32 en la temporada; Jazz Chisholm, productivo y pelotero integral; y Bryan de la Cruz, sin menoscabo de Yuli Gurriel, que es la voz de la experiencia y un hombre de seguridad para los momentos de definición.

El punto más débil sigue siendo la receptoría. Jacob Stallings y Nick Fortes se han combinado para cumplir la tarea con dignidad, Fortes incluso bateando más de lo esperado, pero para los finales se hace falta algo más detrás del plato. Las victorias de los Marlins en sendas Series Mundiales, en 1997 y 2003, llevan el sello de dos emascarados de leyenda: Charles Johnson e Iván Rodríguez.

Augurios pidiendo Aché

Con esos ingredientes valiosos y lagunas superables, y el incentivo de que están jugando verdaderamente con garra de peleadores determinados a jugar en octubre, no hay dudas de que los Marlins pueden dar el pleito hasta el final, pero va a depender de cómo pueda sortear el camino el pitcheo cabecera ante los contendientes de poder, y logre engrasarse la maquinaria de producción de carreras más allá de las cuatro que logran traer por partido sus bateadores.

En su debut como manager en Grandes Ligas, Skip Schumaker ha demostrado madera y sangre para dirigir a este nivel. Ha logrado la química y la confianza en el colectivo, que se advierte jugando con un entusiasmo renovado. Es un hombre que arriesga y que no gusta de jugar a la pelota convencional, pero se le ha ido la mano en los cambios incesantes en la alineación. Todos los días los Marlins se aparecen con una alineación nueva, mientras que un bateador que tiene una jornada grande aparece en el banco al juego siguiente sin una justificación real.

De los demás equipos en la carrera por la postemporada en la Liga Nacional, el calendario parece beneficiar a Chicago y desfavorecer especialmente a los Marlins y los Gigantes de San Francisco. Pero las finales siempre son escenarios de grandes sorpresas.

Los Marlins ya han dado una temporada encomiable y han reanimado el respaldo de su afición, con crecimiento notable de asistencia en el estadio de La Pequeña Habana. Nadie pensó que podían llegar muy lejos en la División Este y mucho menos estar por encima del trabuco de los Mets de Nueva York, uno de los fiascos del campeonato. En este tramo crucial, Buenos augurios y mucho Aché, que lo van a necesitar para la meta de ensueño que están amasando con ganas de hacer historia.