Memorias del olvido: Cabrera Infante en la muerte de Heberto Padilla
Rescato la página como un emotivo testimonio de certezas y avatares dolorosos, con el que inauguro esta sección en CaféFuerte para restaurar y fijar hilos perdidos de nuestra memoria que sería imperdonable desperdiciarlos.
Se están cumpliendo 23 años de la muerte y las honras fúnebres en Miami del poeta Heberto Padilla (1932-2000), cuya figura se convirtió en tema renovado de debates históricos y contrapunteos intelectuales tras el reciente estreno y éxito internacional del documental El Caso Padilla (2022), de Pavel Giroud.
Revisando archivos personales a raíz de las discusiones desatadas en torno al filme me reencontré con algunas páginas, documentos y testimonios que me remontaron a los días de mi conversación con Padilla para el lanzamiento de la edición conmemorativa de su poemario Fuera del juego, en la Feria del Libro de Miami en 1998, y luego al momento en que conocí la inesperada noticia de su deceso y me correspondió emprender la elaboración de su obituario para El Nuevo Herald.
No existían entonces redes sociales y la confirmación de su muerte, ocurrida en Auburn, Alabama, fue un laborioso proceso desde la redacción del Herald, con la colaboración de sus familiares y amigos. Tengo fijadas aún las desgarradoras palabras, por vía telefónica, de su hermana Martha Padilla: “Aún no entiendo nada de lo que ha sucedido, nadie puede entender la muerte”.
Sumergido en la elaboración del artículo obituario aquella tarde del 25 de octubre de 2000, comencé a llamar y escribir mensajes electrónicos a personalidades cercanas a Padilla para integrar sus opiniones al texto, que debía estar listo para el cierre de la edición impresa del día siguiente, así como para el naciente sitio digital del diario.
Por supuesto, entre los primeros contactos estuvo su amigo y compañero de andanzas literarias y periodísticas en Cuba, Guillermo Cabrera Infante, quien aceptó enviar unas palabras de tributo al poeta fallecido.
En La palabra mágica, Augusto Monterroso tiene un texto medular, agudísimo, sobre los retos del llamado género obituario, con las respuestas instantáneas y las valoraciones que impone en un trance crucial y doloroso. Así que por la hora, las imposiciones del cierre y el carácter de la petición, algunas de las opiniones solicitadas a escritores llegaron tarde para la edición, entre ellas las de Cabrera Infante, que la envío vía fax al periódico.
Por cierto, el obituario de Padilla fue a parar a la página 4-A de El Nuevo Herald, lo cual me pareció una decisión equivocada, considerando la magnitud de su legado para la literatura y la historia cultural de Cuba. La muerte de Padilla debió ser portada por todo lo que su nombre significa. Pero eso ya es agua pasada.
Rescato la página de Caín como un emotivo testimonio de certezas y avatares dolorosos, con el que se inaugura esta sección en CaféFuerte para restaurar y fijar hilos perdidos de nuestra memoria que sería imperdonable desperdiciarlos.
EN LA MUERTE DE HEBERTO PADILLA
Nunca pensé que me vería escribiendo el obituario de Heberto Padilla. Cuatro años más joven que yo, era un hombre fuerte, campechano y muy ingenioso. Pero después de su cárcel en 1971 y su confesión forzada por el régimen de Fidel Castro y su Unión de Escritores, no volvió a ser el mismo, a pesar de que lo intentaba bajo los efectos del alcohol. Padilla se había hecho un alcohólico y su vergüenza retrospectiva más los avatares del exilio lo condujeron, sin duda, a su muerte temprana. Me duele que haya muerto, pero si no pasará a la historia como un eterno disidente, sí pasará su poesía a la historia de la literatura. Salve vate.
Guillermo Cabrera Infante