María Remolá: “Nunca he dejado de ser cubana”
Por Pedro García Albela
SANTO DOMINGO.- La gran artista del canto hermoso María Remolá, a sus 83 saludables años, confirma expresamente una verdad sentimental que muchos compartimos: somos de allí donde hemos sido más dichosos, del lugar donde más nos han querido.
Con sus propias palabras, fue en esencia lo que me respondió cuando le pregunté, en fecha reciente, si podía seguir refiriéndome a ella como siempre lo había hecho: “la soprano cubana María Remolá”, aunque todos sabemos que nació en Barcelona el 7 de diciembre de 1930.
“Desde luego que me sigo sintiendo tan cubana como si hubiese nacido en Cuba y no en Cataluña, como si continuara viviendo allí, en La Habana, después de tantos años desde que regresé a Barcelona para cuidar y acompañar a mi madre en sus últimos tiempos de vida”, afirmó Remolá.
De los años felices
Pero también recuerda, no obstante, haber tenido una infancia y una primera juventud muy felices en su ciudad natal, y a unos padres que supieron inculcar en ella el gusto y el amor por las bellas artes: la música, el canto, el teatro… Muchas veces recorrió el camino entre su casa y el famoso Liceo de Barcelona, uno de los centros del mejor arte lírico en España, Europa y el mundo.
Con la misma alegría, habla del gran cariño que durante más de 20 años ha compartido con el pueblo dominicano, “tan parecido al cubano en su carácter, sus sentimientos amistosos, su gusto por la música y el baile…”, como semejantes son, por su naturaleza tropical y caribeña, esas dos islas de Cuba y La Española.
En la ciudad de Santo Domingo, María Remolá se reencontró con esa doble raíz hispanocubana, siguió cantando y, ya en estos tiempos más recientes, trasmitiendo a algunos jóvenes no sólo los secretos de la técnica y el arte de cantar, sino pequeñas pero sabias lecciones de vida: “estudiar mucho para dar siempre calidad en su profesión; vivir intensamente el día a día, sin atarse al pasado; evolucionar, sonreír, amar…”
Entre las grandes
La persistencia de su cubanía tiene, además de una razón sentimental, fácil explicación en el hecho de que fue en Cuba donde se desarrolló su brillante carrera artística. Gracias a sus excepcionales dotes vocales -belleza de sonido, extensión de más de dos octavas y media- y a un riguroso estudio de la técnica y la expresión artística, nos regaló infinidad de inolvidables actuaciones a lo largo de tres décadas.
Así, en la escena teatral, salas de concierto, radio y televisión, e incluso en el mundialmente célebre cabaret Tropicana, cultivó un amplio repertorio en el cual sobresalían las más conocidas y exigentes obras para las llamadas sopranos de coloratura, y, como es natural, las zarzuelas y canciones líricas españolas y cubanas.
Las nuevas generaciones de aficionados al canto lírico, que no alcanzaron a gozar vivamente del maravilloso arte vocal de María Remolá, pueden aproximarse hoy a éste mediante el mágico recurso de internet. Y la verán y oirán allí, en actuaciones únicas o en compilaciones de las llamadas “estratosféricas” -por sus increíbles sobreagudos-, junto a figuras legendarias, contemporáneas suyas o de la actualidad como Lily Pons, Mado Robin, Roberta Peters, Diana Damrau o Natalie Dessay…
Y entenderán entonces lo justo y merecido de su estar ahí, en ese primer plano de grandeza.