Luto en la escena cubana: Adiós a Eduardo Arrocha, el caballero del diseño

Diseñador escénico, profesor, artista plástico, director técnico, el aporte de Arrocha es monumental para la danza, el teatro, el cine y la televisión cubanos de las últimas seis décadas.

Luto en la escena cubana: Adiós a Eduardo Arrocha, el caballero del diseño
El maestro Eduardo Arrocha (1934-2024). Foto: X.

El maestro Pascual Eduardo Arrocha Fernández, una personalidad imprescindible del diseño escénico en Cuba, falleció este martes en La Habana a los 90 años.

Diseñador escénico, profesor, artista plástico, director técnico, la carrera de Arrocha es monumental para la danza, el teatro, el cine, la televisión, las revistas musicales y el mundo del espectáculo cubano por más de 60 años de creación artística.

Fue un artífice adelantado que puso sobre la escena las costumbres, la indumentaria y los ropajes de lo cubano en su sentido más abarcador, rescatando los valores históricamente segregados de los cultos y las expresiones de raíz africana.

“Fue un maestro esencial, que tocó con mano de lujo tantas obras y les aportó su sello de innegable buen gusto y cubanía sin estridencias”, escribió el crítico e historiador teatral Norge Espinosa. “Lo despido como el caballero que siempre fue. Como a un vecino al que tantas veces vi bajo el sol esperando algo que lo llevase al Vedado desde nuestro remoto Alamar, y como alguien que me regaló anécdotas y memorias que no dejaré de agradecer”.

Nacido en Guanabacoa, La Habana, el 17 de mayo de 1934, Arrocha se graduó de la especialidad de Pintura en la Academia de Bellas Artes San Alejandro, en 1959, y completó sus estudios superiores con maestros de la talla del teatrista Rubén Vigón, y los pintores René Portocarrero y Agustín Fernández.

Sus primeros trabajos escénicos fueron en el ballet para piezas clásicas como La fille mal gardée (1963), Las bodas de Aurora (1963), El lago de los cisnes (1965), La fierecilla domada (1966) y, particularmente, Giselle (1966), en la cual deslumbró por sus diseños de vestuario.

Por Giselle, recibió el Grand Prix de la Ville de París, en el Quatrième Festival International de Danse de París, otorgado por el trabajo integral de la pieza del Ballet Nacional de Cuba. Ese mismo año del estreno y éxito de Giselle realizó estudios de diseño con L. Vychodyl, escenógrafo del Teatro Nacional de Praga, y luego en la Ópera y Ballet de Bratislava.

A partir de 1971 laboró con el Conjunto Nacional de Danza, renombrado posteriormente como Danza Contemporánea de Cuba, compañía de la que fue diseñador jefe y director técnico.

Pero en la práctica, Arrocha ha sido el diseñador total que añoraban todos los creadores de espectáculos, películas, piezas de televisión y desfiles de carnaval. En su larga carrera como diseñador escenográfico, de vestuario y de luces, se suman más de 500 obras y el trabajo con más de 100 directores y coreógrafos, entre ellos connotadas figuras del teatro, el ballet y la danza cubanos, desde Ramiro Guerra a Alicia Alonso y Alberto Alonso.

Ramiro Guerra fue su mentor y, en breve tiempo, se convertiría en su más cercano colaborador en proyectos creativos que revolucionaron la expresión danzaria en Cuba. La relación entre ambos fue un ejercicio de confluencias estéticas y diálogo creativo permanente en la interpretación de los valores autóctonos que permanecieron relegados por largo tiempo en la escena nacional.

La colaboración con Guerra comenzó en 1961, asignado como jefe de escena, pero pronto se incorporaría de lleno a la creación de vestuarios en piezas como Auto Sacramental, Fruta extraña, Saeta y Entreacto barroco.

A Arrocha le debemos toda una reconfiguración visual de la escena cubana. Su rescate inspirado en la exuberancia de la flora y la fauna nacionales, junto con la exaltación de la belleza de los ropajes usados en los barrios, las comparsas y los ritos afrocubanos, constituyeron una verdadera resignificación estética en espectáculos clásicos como Súlkary, Okantomí y Medea y los negreros.

Sus creaciones excepcionales vistieron también a artistas memorables como Candita Quintana, María de los Angeles Santana y Rosita Fornés.

Hizo además contribuciones en obras de la Ópera Nacional de Cuba, el Conjunto Folclórico Nacional y el Ballet de Camagüey.

“Desde el vestuario de Giselle hasta el manto de Okantomí y los atrevimientos del nunca estrenado Decálogo del Apocalipsis, sus trabajos para el ballet y la danza en Cuba son esenciales”, agregó Espinosa. “Un artista que nos regaló los mejores colores desde nuestros escenarios”.

Su aporte no se circunscribió a Cuba. Su magisterio se extendió internacionalmente, con premios en jornadas teatrales y danzarias alrededor del mundo.

A lo largo de su carrera realizó una veintena de exposiciones de diseño escénico en Cuba, América Latina y Europa, con colaboración en espectáculos y viajes de asesoría artística en más de 30 países.

Arrocha recibió el Premio Nacional de Teatro (2007), el Premio Nacional de Diseño (2013) y el Premio Nacional de Danza (2022), único creador cubano con la tríada de máximos galardones.

En 2012 fue realizado el documental De tal Eduardo tal Arrocha, dirigido por Regino Oliver, el cual repasa los hitos principales de su vida y obra.

Por decisión familiar, sus restos serán cremados y esparcidos junto a los de su esposa en ceremonia íntima.

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