El siglo de Marlon Brando
Tenía una presencia magnética, y una personalidad que llegó a sobrepasar a algunos de sus personajes. Y acabó hartándose y mofándose de la idea que Hollywood quiso formular a partir de su rostro y de su impacto en tantos filmes.
Por Norge Espinosa Mendoza
Cien años cumpliría hoy Marlon Brando (Abril 3, 1924 – Julio 1, 2004), alumno de Stella Adler y uno de los mayores ejemplos del método que promulgaron Elia Kazan y Lee Strasberg, aunque él siempre prefiriera hablar de su maestra y no tanto de ellos.
La gran Maureen Stapleton, que lo conoció bien, dijo “Marlon was a work of art”, y qué duda cabe. La química rara y extraordinaria que consiguió junto a Vivien Leigh en la versión cinematográfica de Un tranvía llamado Deseo (1951) es una prueba rotunda de cómo pueden coexistir dos maneras y escuelas de actuación tan distintas para lograr algo tan pocas veces visto.
Marlon tenía una presencia magnética, y una personalidad que llegó a sobrepasar a algunos de sus personajes. Y acabó hartándose y mofándose de la idea que Hollywood quiso formular a partir de su rostro y de su impacto en tantos filmes. Más allá de eso, está la honestidad con la cual jugó sus cartas en vida. Y su capacidad para sorprendernos aquí y allá, lo mismo en Julio César, que en Nido de ratas, que en El Padrino o El último tango en París.
Entendió que el actor debe ser un gran seductor. Y a cien años de su nacimiento, seguimos, cómo no, seducidos por el mejor de todos los Stanleys.