El reino de Celia Cruz en Centroamérica
El doctor Carlos Aburto Castillo ha creado un apasionante universo en tributo a la Guarachera de Cuba en un recóndito paraje de la provincia de Alajuela, en Costa Rica.

Por Jaime Masó Torres
En San Carlos ―al norte de Costa Rica― vive el admirador más persistente de Celia Cruz. Dicho así, sonaría demasiado absoluto al tratarse de la intérprete latina más importante del siglo XX, una leyenda viva de la música cuyo centenario celebramos en este 2025. Cabe, incluso, la posibilidad de que en otro rincón del mundo un admirador (¿latino?) conserve discos y fotografías de la Guarachera de Cuba, como muestra de respeto y amor, pero difícilmente podrá igualarse al doctor y coleccionista nicaragüense (nacionalizado costarricense) Carlos Aburto Castillo.
Antes de entrar en detalles valore primero los siguientes datos: 60 elepés, 70 cedés, seis pelucas, ocho pares de zapatos y cinco piezas de joyerías reproducidas a partir de las originales, el perfume Shalimar que durante años usó Celia; alrededor de 80 fotografías impresas, 12 pósteres, todos los libros publicados sobre ella, la estampilla de correo con la imagen de La Reina lanzada en 2011, una escultura hecha en fibra de vidrio confeccionada por Artes Caría y, lo más reciente, cerca de 100 monedas de 25 centavos de la serie American Women Quarters que celebra el legado de la cantante.

Si lo anterior parece insuficiente tenga en cuenta que aquí están todos los documentales relacionados con la cubana, películas, facsímiles de sus premios, pinturas, muñecas Barbie, partituras, gorras, camisetas… Es el fascinante «universo Celia» creado durante décadas por Aburto Castillo que deja al visitante atónito y pensativo: ¿cómo es posible algo así?
No todo el mundo entiende la pasión por un artista o grupo y son comunes las críticas y comentarios hirientes contra quienes sienten que una canción, un deportista, un libro o una obra de arte marcaron su vida. Esta actitud no es nueva: en los tiempos de las tragedias griegas muchas personas seguían a autores y poetas en todas las representaciones de sus obras y en el siglo pasado el mundo fue testigo de la beatlemanía.
Por ejemplo, en Buenos Aires, Argentina, Rodolfo Renato Vázquez logró fundar su museo en honor a los cuatro grandes de Liverpool con aproximadamente dos mil piezas de las 11 mil que ha llegado a coleccionar a lo largo de su vida. En España los mediáticos Alaska y Mario Vaquerizo presumen de un pequeño museo repleto de detalles relacionados con Lola Flores y, recientemente, saltó a los medios la historia del bogotano Juan Uricoechea, quien afirma tener cerca de 10 mil objetos alusivos a Shakira.

El doctor Carlos Aburto ejerce la medicina desde 1994 y se le reconoce, también, como uno de los impulsores en el implante coclear. Aunque realizó su servicio social en Ciudad Neily, al sur de Costa Rica, y sus estudios de posgrado en Otorrinolaringología lo llevaron hasta Francia, decidió instalarse en el cantón de San Carlos (Alajuela), famoso por el volcán Arenal, la laguna del mismo nombre y sus aguas termales.
¿Cómo recuerda la primera vez que vio sobre el escenario a Celia Cruz?
Para eso me tengo que devolver unos años atrás cuando mi papá administraba una discoteca que se llamó Leonardo’s, que fue en su momento ―estoy hablando de los años 80― la más famosa, grande y lujosa que tenía toda Centroamérica y Celia vino a la Teletón en 1984, entonces ahí fui a verla. Yo tenía 11 años y me cautivó muchísimo. Le pregunté a mi papá por ella y me contestó: se llama Celia Cruz y es toda una autoridad en el movimiento de la salsa. No sé si esto lo podré expresar bien, pero fue como un flechazo a primera vista, me enamoré de su arte, me enamoré de su voz y desde entonces me hice fanático de ella.

La primera vez que la pude ver en concierto, fue en 1988, para que seamos exactos, el 13 de julio de 1988. Ella vino aquí a Costa Rica, contratada por dos empresarios muy fuertes que había en aquel entonces: Julio Guager, judío de origen cubano que le encantaba la salsa, y el otro era también cubano, don Emilio San Gil, que introdujo el negocio de la ropa americana en este país. El concierto fue en el Salón “SUS”, lo recuerdo como si fuera ayer, mi mamá me dio eso de regalo y fíjate que ir a ver a Celia Cruz era muy caro. No sé cómo explicarte, desde que la vi entrar, desde que se bajó de un Cadillac de color negro con placa neoyorquina y entró al salón, el impacto fue brutal, realmente, me dejó sin habla y cuando vi que subió al escenario acompañada por la orquesta Brillanticos (la mejor que ha existido, dirigida por el maestro Napoleón Zapata) y oírla cantar y verla bailar a sus 63 años fue la noche más mágica de mi vida.
¿Eso cambió su percepción sobre la música cubana y latina de manera general?
Completamente, porque fue ahí donde yo descubrí el valor, el talento que tienen todos los artistas cubanos. No te puedo contestar esa pregunta de forma objetiva, porque yo soy un fanático de Celia Cruz, pero lo que sí te puedo decir es que, dentro de los grandes cantantes de este movimiento, yo los he visto a todos y ninguno, para mí, ninguno, tiene la proyección escénica, el carisma, la interacción con el público, la sencillez, aun siendo una diva y una mega estrella del calibre de ella. Celia nunca se alejó de la gente, del público y por esa razón cada vez que ella ascendía, nosotros ascendíamos con ella.
¿Se escuchaba música cubana en su casa? ¿Se conocían a otras figuras?
Lo primero no fue la salsa lo que yo escuchaba, era el bolero y a través de mi padre aprendimos a apreciarlo, fundamentalmente a Olga Guillot. Después empecé a oír un poco más de música tropical, y yo pensé en un momento que a mí me gustaba mucho la salsa, pero conforme fue pasando el tiempo te puedo decir que no era la salsa, descubrí que lo que me gustaba realmente era la figura de Celia Cruz dentro de ese movimiento.

¿En qué momento entonces comienza a coleccionar objetos relacionados con La Guarachera de Cuba? ¿Qué lo animó a ello?
Soy un coleccionista de antigüedades y eso lo heredé de mi abuela y de mi mamá. Después verla en 1988, la vi en el 90, en el 94… Un día me dije: cuando yo tenga los recursos voy a construir una casa y le voy a dedicar el espacio más especial a la memoria de Celia. Empecé a comprar cosas alusivas a ella, por supuesto, no originales, pero era solo para tener un lugar que la recordara.
¿De cuántas piezas estamos hablando?
Tal vez de unas 500 piezas o más. Tengo todos sus discos, tanto en acetato como en CD, y todo lo que ha ido saliendo de ella después de su muerte, todo lo he ido adquiriendo, porque yo soy un coleccionista y me gusta tener todo en la medida de lo posible. Admiro y escucho a otros cantantes, pero no se me ocurriría nunca ir a comprar algo de ninguno de ellos. Es que lo que me pasó con Celia fue una cosa muy interesante, me deslumbró como artista, igual que los que van de peregrinación a la tumba de Elvis Presley todos los años para conmemorar su muerte, los que son fanáticos de otras estrellas…

El apego a la música latina también lo llevó a fundar «La gran orquesta». Coménteme al respecto sobre el repertorio de la agrupación, sus presentaciones, la vida que tuvo…
Vivo al norte de San José, en un lugar que se llama San Carlos, es un cantón que está dentro de la ciudad de Alajuela, y como en este lugar no existía, no existe al día de hoy, una orquesta grande, pues me reuní con un amigo y le dije: “oye, vamos a entrarle a un proyecto musical y con esto vamos a arrancar. Vamos a tocar solo música, o sea, de la que grabó Celia”, y fue un éxito absoluto el proyecto. Nos contrataban en todos lados. Tuvimos una gran acogida en este lugar, tocábamos mucho en San José, pero bueno, lamentablemente, cuesta conseguir músicos y lidiar con ellos a veces es muy difícil, sobre todo si no te tomas las cosas en serio, por eso el proyecto se detuvo, pero sí tengo muy buenos recuerdos, por supuesto, incluso grabamos un disco que se llama Homenaje a la Reina de la Salsa.

Como músico, promotor y coleccionista, ¿en qué estado ves la música latina que se hace hoy? ¿Crees que ha perdido terreno frente a otros géneros?
No creo, pero lo que sí te puedo decir es que el movimiento de la música tropical, ha perdido un poco de terreno porque las figuras grandes, que eran íconos de este género, ya no están, quedan muy pocos todavía. Te podría decir Oscar D’ León, Andy Montañez… pero realmente la salsa sí sufrió un golpe irreparable con la pérdida de su Reina.
¿Se baila salsa en Costa Rica?
En los 80s y sobre todo con el advenimiento de lo que se llamó la salsa romántica, que a mí en lo personal no me gusta mucho, hubo dos emisoras radiales aquí extraordinarias. Una de ellas fue Radio Sabrosa y la otra era Sonido Latino FM. Ellos programaban salsa, fueron los primeros en incursionar en el asunto de rendirle un homenaje un día a un cantante, otro día a otro y eso, pero este no es un país que se caracterice por su gusto por la salsa. Hay más deleite por el merengue y por algunos otros géneros de corte tropical. Ahora, eso sí, todas las veces que Celia vino aquí siempre se llenaban los conciertos, no cabía un alma y la gente la quería mucho. Eso no era nada difícil.