Despedida a Adela Prado, mentora y artista del maquillaje teatral
A Adela la amamos todos los que la conocimos como ser humano, como baluarte de una familia numerosa y unida, que creció en el teatro bajo su tierna sombra.
Por Jorge Carrigan
Estas notas no quiero que sean un obituario. Estas son unas palabras de despedida en la noche de este martes 21 de noviembre en la que nos hemos reunido en Miami para decir adiós a una mujer que ha sido amada por todos los que tuvimos el privilegio de conocerla.
Ángela Adela Prado Esperón (1943-2023), simplemente Adela; nació en Caibarién el domingo 18 de abril de 1943 y acaba de dejarnos este lunes 20 de noviembre.
Los muchos que nos dimos cita anoche en la funeraria representamos una ínfima cifra en la suma de todas las personas que desde Cuba, España y otros confines del mundo habrían querido estar aquí porque la conocieron y la aman.
La aman los actores que alguna vez pasaron por sus cálidas, y a la vez exigentes manos de artista del maquillaje y la caracterización. La aman los directores y productores teatrales a los que ha entregado su trabajo con pasión y sabiduría. Los que fueron sus alumnos en incontables años de docencia, la aman. Los muchos artistas del maquillaje para los que Adela fue mentora y referencia, la aman.
La amamos todos los que la conocimos como ser humano, como baluarte de una familia numerosa y unida, que creció en el teatro bajo su tierna sombra.
Pero Adela no se va. Ante ella hay que quitarse el sombrero, pero no para honrar su muerte, sino para celebrar su vida, porque la muerte no es cierta. Ella sigue aquí. Personalmente, la he visto varias veces escabullirse entre los que nos hemos reunido en este funeral, para decirle que la queremos mucho.
Ella está aquí para recoger todo nuestro cariño. pero no nos mira con altivez, con orgullo, sino sencilla, afable, con ese brillo de picardía que tiene en la mirada. Saludos, Adela. Nos vemos el sábado en cualquier teatro, porque en cada mano que ensaye un maquillaje estará tu mano.