Adiós a Antonio Gasalla, la inolvidable Mamá Cora para los cubanos

Su muerte constituye una profunda pérdida para el mundo del teatro, el cine y el espectáculo en Argentina e Iberoamérica. Los personajes de Gasalla forman parte de la memoria cultural de su país y de la historia escénica de nuestro continente.

Adiós a Antonio Gasalla, la inolvidable Mamá Cora para los cubanos
Escena memorable: China Zorrilla (izq.) y Antonio Gasalla en "Esperando la carroza", de Alejandro Doria.

Ha muerto este martes en un centro de rehabilitación de Buenos Aires, el formidable actor argentino Antonio Gasalla, a los 84 años.

Estaba aquejado de demencia senil y su salud se había deteriorado severamente. Había dejado de reconocer a las personas queridas que le rodeaban, y había perdido el habla.

Su muerte constituye una profunda pérdida para el mundo del teatro, el cine y el espectáculo en Argentina e Iberoamérica. Los personajes de Gasalla forman parte de la memoria cultural de su país y de la historia escénica de nuestro continente.

Fue un humorista excepcional. Sus caracterizaciones desataron pasiones, furor e idolatría, ya fuera en El palacio de la risa o en El mundo de Antonio Gasalla. Fue Noelia, la maestra; Flora, la empleada pública desafiante ante la indolencia nacional; Soledad Solari, una diva decadente; y, por supuesto, la Abuela, una de sus joyas de identidad.

Antonio Gasalla (1941-2025) durante una de sus últimas presentaciones.

Pero Gasalla será identificado para siempre por millones de sus admiradores, entre ellos los cubanos, como Mamá Cora, la abuela adorablemente descocada y entrañable que conquistó el corazón e hizo reír a nuestro público hasta el delirio como protagonista de Esperando la carroza (1985), el filme de Alejandro Doria.

Mamá Cora va a quedarse por mucho tiempo en nuestro imaginario cinematográfico y en las referencias del humor popular. Hay escenas con la actriz China Zorrilla que son realmente imperdibles.

Gasalla nació el 9 de marzo de 1941 en Ramos Mejía, un suburbio al oeste de la provincia de Buenos Aires. Su infancia transcurrió sin señales de una vocación artística, aunque su irrefrenable afición por las películas en los cines de barrio, a razón de nueve películas semanales, fue forjando una pasión y una estética de época. Sus favoritos fueron entonces los musicales de Gene Kelly y las películas de las deslumbrantes estrellas italianas.

Estudió Odontología, pero en el segundo año de la carrera se inscribió en el Conservatorio de Arte Dramático y todo cambió en su vida. Su padre lo desheredó por dejar los estudios estomatológicos, pero ya el teatro lo había inoculado con su virus de magia y devoción.

Su carrera profesional comenzó en 1964 y Gasalla comenzó a ejercer el humor con una capacidad única, mezclando la causticidad como una manera de desentrañar toda la hipocresía familiar y la mentira social. Fue acaso el más penetrante de los analistas que desde el arte desentrañaron la idiosincrasia de sus contemporáneos.

Los cubanos no vamos a olvidar su sonrisa tan fácilmente. Le debemos mucho alivio y muchas ganas de vivir, esos regalos preciosos que nos suele hacer el arte.

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