The Washington Post: Un ataque siniestro contra diplomáticos estadounidenses en Cuba

The Washington Post: Un ataque siniestro contra diplomáticos estadounidenses en Cuba

Fachada de la Embajada de EEUU en La Habana, con custodio.

El caso de los diplomáticos estadounidenses afectados por supuestos ataques acústicos en Cuba ha escalado hasta niveles de tensa confrontación, aunque el tono de las relaciones entre ambos países no parece haberse afectado sustancialmente por este enigmático y preocupante caso. Este jueves el Departamento de Estado ocnfirmó oficialmente que 16 funcionarios estadounidenses fueron afectados por la agresión de ondas sonoras, a lo que se suman otros cinco ciudadanos canadienses. El diario The Washington Post ha emitido el primer editorial de la prensa estadounidense sobre el tema, lanzando duros cuestionamientos al régimen de Raúl Castro y también a la pasividad con que la administración Trump está enfrentando el asunto. CaféFuerte reproduce íntegramente el texto del editorial de la influyente publicación.

NO MINIMICEMOS UN ATAQUE SINIESTRO CONTRA DIPLOMÁTICOS EN CUBA

La muy esperada restauración de las relaciones con Cuba por el presidente Barack Obama fue una apuesta de que el compromiso diplomático y económico, con el tiempo, lograría lo que 50 años de boicot no hicieron: un renacimiento de la libertad política en la isla. Hasta ahora, los resultados han sido desalentadores. En los dos años transcurridos desde la reapertura de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, la represión de los cubanos -medida en detenciones, palizas y prisioneros políticos- ha aumentado significativamente, mientras que el sector privado ha permanecido estancado. Las exportaciones de Estados Unidos a Cuba han disminuido, incluso cuando el régimen de Raúl Castro, que carece de dinero en efectivo, se embolsa millones de dólares pagados por los estadounidenses por concepto de derechos de visado y cargos en hoteles estatales.

Ahora hay otro costo siniestro para contar: las graves lesiones infligidas a los diplomáticos estadounidenses enviados a La Habana. Este mes, el Departamento de Estado anunció que dos funcionarios de la embajada cubana habían sido expulsados ​​de Washington por “incidentes” en La Habana que dejaron a algunos diplomáticos y miembros del personal estadounidenses “con una variedad de síntomas físicos”. Fuentes anónimas hablando con varias organizaciones noticiosas desde entonces han proporcionado sorprendentes detalles: al menos 16 diplomáticos estadounidenses y familiares recibieron tratamiento médico debido a ataques acústicos dirigidos a las residencias donde el gobierno cubano les exigía vivir. Un número de diplomáticos canadienses también fueron afectados.

CBS News informó que un médico que evaluó a las víctimas estadounidenses y canadienses encontró condiciones como lesión cerebral traumática leve, “con posible daño al sistema nervioso central”. Según CNN, dos estadounidenses evacuados a Estados Unidos no pudieron regresar a La Habana, mientras que otros decidieron recortaron el tiempo de su deber diplomático.

El Departamento de Estado dice que no ha identificado la fuente de los ataques, aunque está responsabilizando al gobierno cubano bajo la Convención de Viena, que requiere que los gobiernos anfitriones protejan al personal diplomático. Algunas noticias han pasado por la especulación de que las fuerzas de seguridad cubanas podrían ser culpables, o tal vez un tercer país interesado en interrumpir el acercamiento de Cuba con Estados Unidos. Esas teorías deben sopesarse contra los hechos allí: Cuba es un estado policial pequeño y altamente disciplinado, donde casi nada pasa desapercibido por el régimen, y mucho menos ataques de alta tecnología contra diplomáticos extranjeros.

De hecho, los ataques acústicos estarían en armonía con el acoso que los diplomáticos estadounidenses han sufrido en La Habana, incluida la vigilancia constante y el robo de viviendas y vehículos. En lugar de aliviar este abuso, la reapertura de la embajada puede haberlo intensificado. Y no, la administración Trump, que ha preservado en gran medida la apertura de Obama, no es culpable: el gobierno dice que los ataques comenzaron en noviembre de 2016. En lugar de aprovecharlos, el Departamento de Estado bajo el secretario de Estado Rex Tillerson los ha minimizado; los cubanos fueron expulsados ​​en mayo, pero no se hizo ningún anuncio hasta este mes. La administración parece dar al régimen de Castro el beneficio de la duda, lo que, teniendo en cuenta su récord general desde el restablecimiento de las relaciones, puede ser más de lo que merece.

Traducción: CaféFuerte

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