Testimonio desde La Habana: La ciudad del olvido

Toda la ciudad está consumida por la basura, moscas, ratas, pestilencia. Nadie se salva. Es ahora mismo un sello que identifica la capital de esta nación.

Testimonio desde La Habana: La ciudad del olvido
Imágenes del desastre cotidiano: la desidia perenne. Fotos: Gustavo Arcos.

Por Gustavo Arcos Fernández-Britto*

LA HABANA.- 9 am. Vedado. A cien metros de La Rampa. Es lo que llamamos el barrio. Donde nací hace 60 años. Mi familia, amigos, vecinos, gente anónima, gente que está y que también se fue.

Ya nada es como antes. Ahora la basura invade las aceras, ocupa las calles, esquinas, impide el paso, mutila y corrompe la existencia de la gente.

¿Es algo puntual, local? No, toda la ciudad está consumida por la basura, moscas, ratas, pestilencia. Nadie se salva. Es ahora mismo un sello que identifica la capital de esta nación. Las señas del derrumbe, el fracaso, la desidia, la parálisis de toda gestión administrativa, de todo el sentido mínimo de una civilización.

Calle N, 25, 27. A solo 50 metros del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) hay tres grandes basureros. También está el Ministerio de Justicia y del que fue, por décadas, el de la principal industria del país, el Azúcar. ¡Vaya imagen de nación! ¡Sin azúcar no hay país!, alguien dijo una vez.

Llegan obreros de ETECSA, de la Empresa Eléctrica, del gas y rompen calles y aceras una, dos, diez veces. Heridas, cicatrices por toda la ciudad. Nadie arregla, nadie asume responsabilidades. Es ya, ¡sálvese quien pueda!

Mientras tanto, las autoridades hablan de principios, de respeto, de valores, de justicia, de bienestar social.

¿Cómo puede ser honorable un gobierno que no puede recoger su propia basura?

Video tomado en la Manzana de Gómez, en plena Habana Vieja.

No hay luz, ni agua, ni alimentos, ni transporte, ni medicinas, ni salud, ni viviendas, ni economía, ni dinero, ni bancos. Todo está fracturado, carcomido, funcionando desde la precariedad, la impotencia, el olvido.

Algunos hablan de Revolución. Las palabras que devoran las palabras, como dijera Alea en una grandiosa película. Mientras tanto reprimen en su nombre, acusan, sancionan, destruyen el país, en su nombre. ¿De qué Revolución están hablando?

Si lo que vemos cada día en nuestro barrio es La Revolución, entonces habrá que volver a hacerla. Empezando por devolverle su real sentido. Hermosa palabra convertida en dogma, parálisis, basura y muerte.

*Crítico, historiador y profesor de la Facultad de los Medios de Comunicación Audiovisual. Reside en La Habana.

 

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