Té y simpatías: El príncipe Charles no quiere perderse a Cuba

Té y simpatías: El príncipe Charles no quiere perderse a Cuba

El Príncipe Charles y su esposa Camilla, duquesa de Cornwall, rumbo a La Habana.

Por Jorge González

LONDRES.- Dentro de unos días, el príncipe británico Charles y su esposa Camilla, duquesa de Cornwall, estarán cenando con el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel en La Habana. Suena surrealista teniendo en cuenta que el régimen cubano no ha sido favorecido con visitas reales o del más alto nivel político de Londres, pero cuando se trata de buscar negocios en La Habana, la experiencia dicta que es mejor dejar a un lado las diferencias políticas.

Quien espere que este encuentro oficial o el resto de la estancia de Charles en Cuba podría influenciar de alguna manera la obsecación del gobierno cubano, podría tener expectativas muy altas. Al fin y al cabo, esta estancia real en la isla caribeña tiene un marcado sentido económico.

La escala en Cuba, el dia 24, es parte de una amplia gira de la pareja real, desde el 17 al 29 de marzo, que los llevará a unas 10 naciones de la Commonwealth en el Caribe: Santa Lucía, Barbados, San Vicente y Granadinas, Saint Kitts y Nevis, y Granada, para celebrar la histórica relación de la monarquía con estos países de ultramar.

Agenda desconocida

Hasta el momento, la agenda de Charles y Camilla en Cuba no se ha hecho oficial. Solo se conocen pequeños detalles como que sucederá principalmente en La Habana, donde Charles tendrá un encuentro con Díaz Canel. También depositara flores en el monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolución, lo cual está siempre en la agenda de todo visitante de alto rango.

Se descarta la posibilidad de un encuentro con Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba y máximo jerarca de la isla.

Fuentes oficiales del Príncipe de Wales dijeron que la estancia de Charles en Cuba buscará como objetivo principal destacar “la creciente relación bilateral con el Reino Unido”, los vínculos académicos y culturales, así como explorar temas que ellos consideran fundamentales como las artes, el emprendimiento joven, la conservación del patrimonio y la agricultura sostenible.

Ni una palabra sobre la violación de los derechos humanos y la ausencia de libertades políticas en la isla, o encuentros con representantes de grupos de la oposición. Si Charles tuviera ese objetivo o el gobierno cubano se oliera que algo semejante podría tener cabida, definitivamente el príncipe tendría que olvidarse de esta escala en el Caribe.

Hablemos de negocios

Esta no es una visita para tratar temas de política que pueden enojar al gobierno de La Habana, aunque el gobierno británico habla de diplomacia y del “poder suave” de la corona británica. Tampoco se trata de un antojo de Charles y Camilla por probar la manzana prohibida.

Detrás de esta visita está definitivamente la estrategia de la Oficina de Asuntos Exteriores del Reino Unido, que suele utilizar las visitas reales como la antesala de proyectos o acercamientos más ambiciosos, y para allanar el camino al gobierno británico en países en los cuales la política de Londres está interesada en tener una mayor presencia.

Además, aunque la Primera Ministra Theresa May ni sus ministros de alto rango no son los que van a Cuba, la escala habanera está considerada una visita con carácter de Estado, pues la madre de Charles, la reina Isabel II, rechaza viajar a sus 92 años.

Cuba se acerca más a la Unión Europea, desde que en diciembre de 2017 ambas partes firmaron un acuerdo de diálogo político y de cooperación, a pesar de no reportarse ninguna mejoría en materia de derechos humanos -el tema que por décadas determinó la ausencia de este tratado.  El Reino Unido, por su parte, está precisamente dejando el bloque comunitario europeo. Entonces, Londres tiene que labrar el camino para negociar muchos temas directamente con Cuba.

Al mismo tiempo, si bien la isla caribeña no representa un socio comercial de peso para los ingleses, estos tienen que tratar ahora de establecer conexiones con la mayor cantidad de naciones posibles para reorientar su comercio, sus inversiones y sus relaciones políticas económicas.

El turismo británico en Cuba ha sido creciente en los últimos años. El Reino Unido está entre los principales emisores de turistas a la isla, después de Alemania, Estados Unidos, y Canadá. En 2017 una investigación arrojó que un 37 por ciento de británicos estaban más dispuestos a viajar a Cuba que dos años atrás.

A la caza de libras esterlinas

El Reino Unido no quiere quedarse atrás, luego de que delegaciones de alto nivel de Holanda, Francia, y de otros países europeos han visitado la isla con intenciones marcadamente económicas.

En tanto Cuba, con una economía en ruinas, un gobierno desesperado por atraer inversiones y en momentos en que su benefactor venezolano ya no puede garantizarle un sostenido flujo de capital y bienes, tiene que buscar la forma de diversificar aún más sus vínculos económicas.

Precisamente el pasado noviembre Díaz-Canel sostuvo un encuentro en Londres con representantes de una treintena de empresas británicas, cuando hizo escala en este país de regreso a la isla, después de realizar un periplo internacional que lo llevó, entre otras naciones, a Rusia y Corea del Norte.

Medios ingleses se hicieron eco entonces de rumores según los cuales Charles se había reunido con Díaz-Canel para hablar de sus planes de ir a Cuba.

Con diferencias, pero sin enfrentamiento

Si bien es cierto que el Reino Unido no simpatiza con los ideales comunistas, esto no ha sido considerada por los británicos una razón de peso para romper relaciones con la isla, o tener un enfrentamiento abierto.

El gobierno británico no ha ido más allá de hacer recomendaciones en materia de derechos humanos a su par cubano en foros de Naciones Unidas, algo que muchos otros países que mantienen una relación cordial con la isla también hacen.

En reiteradas ocasiones, representantes del gobierno británico han manifestado que el tema de los derechos humanos en Cuba es una de sus preocupaciones que siempre ha estado en la mesa cuando han sostenido conversaciones con La Habana, pero en la práctica ello no ha representado ninguna presión para el régimen comunista.

Londres rechaza el embargo contra Cuba a pesar de su estrecha alianza con Washington, por considerar que el carácter extraterritorial de las medidas estadounidenses afectan los negocios de los británicos en la isla.

Durante el año en curso está previsto a celebrarse en La Habana un encuentro de los miembros de la iniciativa Cuba, organización que reúne a cerca de un centenar de compañías británicas interesadas en promover los nexos bilaterales con la isla. Esta plataforma surgió en 1995 con la misión de promover los negocios entre los dos países.

El silencio de Trump

Hasta el momento no se sabe cómo reaccionó Trump ante la noticia de la visita de Charles a Cuba y de los planes del gobierno británico, aunque de seguro no le debe haber gustado que el más estrecho aliado de Estados Unidos esté coqueteando con uno de sus más mordaces enemigos.

Después del deshielo de las relaciones diplomáticas que impulsó Barack Obama, estas han vuelto al estado inicial de la mayor tensión y odio, luego que Raúl Castro, y posteriormente Díaz-Canel, siguieron optando por el inmovilismo. A ello contribuye también el conflicto alrededor de los supuestos ataques acústicos, y más recientemente las mutuas acusaciones en torno a la crisis política en Venezuela.

Además, Trump podría tener otras razones para que este viaje le irrite en lo personal. Durante su visita al Reino Unido, en julio de 2018, Charles y el Príncipe William -Duque de Cambridge y segundo en línea familiar al trono- no estuvieron dispuestos a reunirse con Trump. El jefe de la Casa Blanca y su esposa Melania tuvieron que beber el té a solas con la Reina Isabel.

Y mientras esto sucedía, Charles asistía a una reunión en Highgrove y a un evento con la policía de Gloucestershire. En tanto, William jugaba un partido de polo con fines de caridad. Definitivamente un rechazo a Trump, independientemente de las excusas que las fuentes oficiales reales hayan brindado para explicar el desaire.

El panorama fue totalmente distinto cuando Barack Obama y su esposa Michelle visitaron el Reino Unido en 2016. No solo hubo té, sino también un almuerzo en el Palacio de Windsor, donde la reina estuvo acompañada por su esposo Felipe, quien está retirado de la vida pública. También se organizó una cena privada en el palacio de Kensington, a la que asistieron los duques de Cambridge y el príncipe Enrique.

El dilema de hacer historia

Charles aún no ha puesto sus pies en La Habana, y ya la visita se ha vendido como “histórica”. Y no hay dudas de que podría serlo, y en dos direcciones distintas.

La pareja real hará recorridos por las instituciones culturales y académicas decididas por el gobierno cubano por ser las que mejor rostro tienen para mostrar. Allí se les hablará de los “logros de la Revolución”, como si se tratara de una generalidad en el resto del país, donde la mayoría de las escuelas e instituciones culturales, hospitales, y fondo habitacional está en penurias.

¿Tendrá Charles el coraje político para reclamar a Díaz-Canel una apertura política, democrática y económica en la isla? ¿O preferirá no hacer presión pública mientras visita una Cuba dibujada por el oficialismo cubano, y sumarse a la lista de líderes europeos e internacionales que prefieren quedarse callados ante la situación del pueblo cubano a canbio de cerrar un buen negocio? ¿Será suficiente con la sonrisa flemática del paseante inglés?

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