Raúl Castro promete cambios para entrar y salir del país
En un breve discurso de clausura del séptimo período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Castro dijo que su gobierno trabaja en la reformulación y elaboración de las medidas que regulan los movimientos migratorios externos y las visitas de emigrados cubanos a la isla.
fue el tema de mayor interés en una intervención que abordó también los retos económicos del país y los obstáculos que representan las “mentalidades arcaicas” para la renovación ecoómica emprendida por su gobierno tras el VI Congreso del Partido Comunista, celebrado el pasado abril.
“Nuestro peor enemigo no es el imperialismo ni mucho menos sus asalariados en suelo patrio, sino nuestros propios erroes”, enfatizó el gobernante, de 80 años.
El mandatario afirmó que los pasos para revisar la política migratoria serán una contribución al incremento de los vínculos de la nación con la comunidad de emigrantes, que -según dijo- ha variado radicadamente en su composición respecto a las décadas iniciales de la revolución comunista.
“El gobierno está en la senda de modificar decisiones que jugaron un papel en su momento y que perduraron innecesariamente”, aseveró.
Aunque no especificó las medidas que se adoptarán, el plan parece concentrarse en flexibilizar las restricciones del permiso de salida para los ciudadanos nacionales, así como permitir la entrada a miles de cubanos que escaparon ilegalmente durante la última década.
Tarjeta blanca y retornos forzosos
El permiso de salida -conocido como tarjeta blanca- ha sido objeto de duras críticas y continuados reclamos de abolición por parte de los ciudadanos cubanos. Para quienes salen en visitas familiares o invitaciones personales, el permiso tiene un costo de 150 CUC, lo que reperesenta una ganancia significativa para el gobierno y un factor de control sobre el movimiento de la población.
Unos 100 mil cubanos residentes en Estados Unidos tienen vetado visitar a sus familiares en la isla como castigo por haber salido ilegalmente del territorio nacional. Se estimas que 70,000 han recibido negativas para viajar luego de realizar los trámites para actualizar su pasaporte ante el consulado cubano en Washington.
En los últimos años, cientos de ellos han sido sometidos a “retornos forzados” tras aterrizar en la isla y no recibir el visto bueno para entrar al país.
Aunque la decisión parece encaminada a despolitizar la creciente emigración cubana, Castro dijo que estas flexibilizaciones tendrán en cuenta el derecho de la nación a defenderse de lo que calificó de “planes injerencistas” de Estados Unidos y sus aliados, lo que parece implicar que quedarán en pie algunos controles y restricciones que el gobierno mantiene argumentando razones de seguridad.
Contramedidas para robos de talento
Castro también advirtió que el país tomará “contramedidas razonables para preservar el capital humano”, en una tácita alusión a la emigración de profesionales, la deserción de misiones médicas y la fuga de talentos deportivos.
Se espera que una propuesta sobre la política migratoria esté lista para fines de año.
Reproducimos aquí íntegramente el fragmento del discurso dedicado a la política migratoria:
A continuación trataré otro punto de nuestra actualidad. Como parte de las medidas que se valoran en la senda de reducir prohibiciones y regulaciones emitidas en otros momentos del proceso revolucionario en legítima defensa ante las agresiones a que hemos sido sometidos por más de 50 años y también modificar diferentes decisiones que jugaron su papel en determinadas circunstancias y después perduraron innecesariamente, aprovecho la oportunidad para informar a los diputados y a los ciudadanos que nos encontramos trabajando para instrumentar la actualización de la política migratoria vigente, en función de lo cual se ha venido avanzando en la reformulación y elaboración de un conjunto de normativas reguladoras en esta esfera, ajustándolas a las condiciones del presente y el futuro previsible.
Damos este paso como una contribución al incremento de los vínculos de la nación con la comunidad de emigrantes, cuya composición ha variado radicalmente con relación a las décadas iniciales de la Revolución, en que el gobierno de Estados Unidos amparó a los criminales de la dictadura batistiana, a terroristas y traidores de todo tipo y estimuló la fuga de profesionales para desangrar al país. Recordemos, por sólo mencionar un ejemplo, que de seis mil médicos con que contábamos al comienzo de la Revolución, en 1959, la mitad -3 000- partió al extranjero.
Hoy los emigrados cubanos en su aplastante mayoría lo son por razones económicas, si bien algunos pocos todavía alegan ser víctimas de persecución política para granjearse adeptos y ayuda de sus patrocinadores en el exterior o justificar el abandono de una misión o contrato. Lo cierto es que casi todos preservan su amor por la familia y la patria que los vio nacer y manifiestan de diferentes formas solidaridad hacia sus compatriotas.
Precisamente las aspiraciones de mejorar el nivel de vida constituyen la principal motivación para los movimientos migratorios, no solo en Cuba, sino a escala global, alentados además por el descarado robo de cerebros que practican los países poderosos en detrimento del desarrollo del Tercer Mundo.
En nuestro caso, no podemos olvidar que somos el único país del planeta a cuyos ciudadanos se les permite asentarse y trabajar en el territorio de Estados Unidos sin visa alguna, con independencia de la legalidad del modo empleado para lograrlo, en virtud de la criminal Ley de Ajuste Cubano de 1966, hace 45 años, y la política llamada de “pies secos y pies mojados” que favorece el tráfico de personas y ha provocado numerosas muertes de inocentes.
Este sensible asunto ha sido objeto de manipulación política y mediática durante largos años en el propósito de denigrar a la Revolución y enemistarla con los cubanos que viven en el extranjero.
Nadie en la gran prensa internacional habla de la citada Ley de Ajuste, es como si no existiera. Los emigrados cubanos son, a resultas de la mentira repetida miles de veces, denominados “exiliados políticos” que escapan del comunismo. Es decir, para ellos de Cuba los ciudadanos “se escapan”, mientras que del resto del mundo emigran.
¿Qué pasaría si en Estados Unidos o la Unión Europea se pusiera en vigor una ley de ajuste latinoamericano, asiático o africano? La respuesta es obvia. Ahí está el gigantesco muro construido en la frontera norte de México y las miles de muertes que, año tras año, se producen en desiertos y mares aledaños a los centros del poder mundial.
Como es lógico, la flexibilización de la política migratoria tendrá en cuenta el derecho del Estado revolucionario de defenderse de los planes injerencistas y subversivos del gobierno norteamericano y sus aliados y al propio tiempo, se incluirán contramedidas razonables para preservar el capital humano creado por la Revolución frente al robo de talentos que aplican los poderosos.
Hasta aquí el tema de la emigración.