Memorias del olvido: Rafael Díaz-Balart no se opuso a la amnistía de Fidel Castro
Fulgencio Batista promovió la amnistía que el 15 de mayo de 1955 pondría en libertad a Castro y demás asaltantes presos, de lo que se cumplen hoy 69 años.
El 28 de julio de 1953, el general golpista Fulgencio Batista ordenó preservar la vida de Fidel Castro y demás asaltantes fugitivos de los cuarteles de Santiago de Cuba y Bayamo durante las operaciones de búsqueda y captura. Siendo ya general presidente, Batista promovió la amnistía que el 15 de mayo de 1955 pondría en libertad a Castro y demás asaltantes presos, de lo que se cumplen hoy 69 años.
De no haber sido así, Castro habría salido del Reclusorio Nacional en Isla de Pinos el 31 de julio de 1968 y la historia de Cuba hubiera sido definitivamente otra.
Al filo de esta amnistía, Rafael Díaz-Balart (1926-2005) era el líder de la mayoría batistiana en la Cámara de Representantes. Al ser entrevistado el 9 de marzo de 1988 en Miami por el historiador Antonio de la Cova, tergiversó las cosas de tal modo que De la Cova incurrió en esta pifia historiográfica: “En virtud de la disciplina de su partido [Acción Progresista] votó a favor de la ley de amnistía pero expresó su opinión en contra durante el debate parlamentario” (The Moncada Attack, Universidad de Carolina del Sur, 2007, página 243).
Díaz-Balart aseveró a De la Cova: “En el libro ese que tú tienes, de [Francisco] Lorié-Bertot [Rafael Diaz-Balart: Pensamiento y acción. Miami: Rex Press,1978], está mi discurso histórico en mi explicación de votos contra la amnistía”. Y en libro propio [Cuba: Intrahistoria. Una lucha sin tregua, Miami: Ediciones Universal, 2006] se jactaría del “honor de haberme opuesto, prácticamente en solitario, a tal medida” (página 65).
Sólo que ni opinión en contra ni explicación ni oposición de Díaz-Balart consta en los debates parlamentarios sobre la Proposición de Ley de Amnistía sobre Delitos Políticos, que se relatan al detalle en el Volumen XCI del Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes y pueden consultarse en la colección de la Biblioteca Digital del Caribe (dLOC) gestionada por la Universidad de la Florida (UF).
La relatoría de los debates muestra que el 18 de abril de 1955 Díaz-Balart no solo estuvo entre quienes “emitieron sus votos a favor” de la amnistía, sino que al día siguiente enarboló un discurso elogioso porque “nuestro Partido [Acción Progresista] y el Presidente Batista han amnistiado a los presos del Cuartel Moncada”.
Falsa profecía
Anda en coplas exiliares que Díaz-Balart ofreció entonces un discurso muy diferente, que incluyó esta clave profética: “Fidel Castro y su grupo no quieren la paz [sino] el poder (…) para instaurar (…) un régimen totalitario (…) que sería muy difícil de derrocar por lo menos en 20 años [y] solamente el comunismo le daría el ropaje pseudoideológico (…) Esta amnistía, tan imprudentemente aprobada, traerá días, muchos días de luto, de dolor, de sangre y de miseria al pueblo.”
No tiene sentido lógico ni histórico que la amnistía a Castro implicara convertirlo en el único exiliado de la historia de Cuba en recurvar en pie de guerra para tomar el poder e implantar la dictadura de partido único comunista. El éxito de Castro no se columbraba todavía en la primavera de 1957. Al ser visitado en su escondite de la Sierra Maestra por el reportero Herbert Mathews, el 17 de febrero de 1957, Frank País andaba buscando “cómo se saca a Fidel de aquí (…) para un país de América Latina y reorganizar el Movimiento [Revolucionario 26 de Julio]”.
Patraña histórica
Lo cierto es que Díaz-Balart habló hasta por los codos en los debates sobre la amnistía pero jamás aludió a Castro. La única mención a Castro relacionada con la amnistía vino de otro representante de la bandería batistiana, Marino Morcate, quien manifestó: “Si fuimos generosos con Fidel Castro, que no representa nada para Cuba, tenemos que ser generosos para [con] las Fuerzas Armadas”.
No obstante, en el exilio se mitificó la versión -publicada en 1978- de que Díaz-Balart había profetizado en 1955 que Castro terminaría imponiendo una dictadura comunista si se le concedía amnistía.
La historia cubana, tanto en la isla como en la diáspora, está plagada de ciertos mitos que han lastrado el acontecer nacional y la preservación de nuestra memoria histórica. Son mitos consoladores que provienen de forros historiográficos y perduran en la realidad a través del tiempo.
Tenemos la responsabilidad de poner la Historia en su sitio.