La UNEAC al descubierto: Sanciones que honran

Si el objetivo es aislarme lo tendrán difícil. Este es mi país, mi patria. Aquí seguiré dando la pelea. Porque además, el día que sienta nostalgia de pertenecer a una organización intelectual, siempre podría ayudar a fundar alguna.

La UNEAC al descubierto: Sanciones que honran
Ilustración: FB/Alina Bárbara López.

Por Alina Bárbara López Hernández*

Hoy a las 11 am asistí a una reunión citada por la directiva del Comité provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) de Matanzas. Estaban presentes, además de su presidente, cuatro personas más que presiden las diferentes asociaciones que componen la organización.

Allí se me comunicó que he sido separada definitivamente de la UNEAC sin posibilidad de apelación, según establece el artículo 40 del reglamento, ya que publiqué en mis redes sociales información interna sobre el proceso disciplinario contra mí y “ofendí” a un miembro de la organización (se trata de Julio César Pérez Verdecia, funcionario profesional del PCC que es a su vez vicepresidente de la Asociación de escritores, el cual comentó en la página Atenea Matancera, un perfil de Seguridad del Estado para “el cibercombate”, que yo “había perdido la vergüenza y que violaba la paz en la ciudad”). Lejos de ofenderlo, me defendí con una altura ética que ya quisiera él, sin embargo, la directiva no considera que fui yo la ofendida.

En cuanto a mí, independientemente del artículo en cuestión, jamás intentaría apelar una decisión que parece dictada más por agentes de Seguridad del Estado que por escritores y artistas. Además, no se tomaron el trabajo de buscar asesoría jurídica profesional para, al menos, dar un cariz argumentado a las causas que esgrimen para aplicar tal medida.

Tuve que tomar nota de lo escrito pues se negaron, de manera cobarde, a entregarme una copia del documento diciendo que era una “comunicación verbal”. Incluso, no querían dictarme cuando les pedí que lo hicieran. Tuve que insistir mucho para que repitieran la lectura del documento. La pretensión del presidente de la Uneac era que yo escuchara y, al terminar la lectura, concluyera la reunión pues “no querían debatir”. Me conocen muy poco evidentemente. No acepté e impuse un intercambio que no deseaban donde tuvieron que escuchar mi punto de vista.

Las causas de la separación están resumidas en los siguientes incisos (textuales):

B) Por realizar actividades contra la revolución.

Por publicaciones contra la alta dirigencia de la revolución en La Joven Cuba, en CubaxCuba y en mis redes sociales.

Por mostrar solidaridad con el movimiento del 11 de julio.

C) Por incurrir en delitos graves previstos y sancionados por el Código Penal como desobediencia y atentado.

E) Por violación grave de los estatutos y del reglamento de la UNEAC.

En cuanto al primer inciso, debí aclararles que el 11 de julio ocurrió en Cuba un estallido social, que no fue estructurado, ni organizado por ninguna instancia ni tuvo un liderazgo reconocible; fueron manifestaciones populares espontáneas y no un movimiento.

Les dije que efectivamente he analizado en artículos las causas del estallido social y he solicitado la libertad de los presos políticos pues me parece injusto que cumplan altas penas de prisión personas que solo se manifestaron gritando consignas o grabando videos de lo ocurrido. Nunca justifiqué los hechos de vandalismo, pero esta no fue la tónica general de lo ocurrido el 11J.

Pedí que me precisaran qué actividades “contra la revolución/entiéndase gobierno” yo he realizado pues: no milito en ninguna organización o partido de oposición, nunca he apelado a la violencia y soy proclive al diálogo nacional, jamás he convocado a ninguna persona a seguirme. Yo ejerzo derechos constitucionalmente establecidos en el artículo 56 de la Ley de leyes: libertad de expresión y de manifestación pacífica. Por eso insistí que que pusieran ejemplos de las actividades que según ellos motivaban la separación. El presidente de la UNEAC titubeaba y solo decía que habían copiado textualmente lo que estaba en el reglamento, ante lo que le recordé que el reglamento de la Uneac no puede desconocer a la Constitución de la República.

Le expliqué que la alta dirigencia de este país, y de cualquiera, no puede pretender que no se valore el modo y resultados de su gestión gubernamental y política. Yo nunca he compartido memes ni burlas simples, he ofrecido siempre argumentos y análisis muy objetivos. Además de ser una ciudadana con derechos a los que no renunciaré jamás, soy una científica social y entré a la Asociación de Literatura precisamente en mi carácter de ensayista en el género histórico-social. Llevo gran parte de mi vida estudiando la historia y política cultural del Partido Comunista desde los años cuarenta del pasado siglo, he escrito sobre el aumento de la burocracia partidista, sobre los congresos del partido y los errores y violaciones de la organización, sobre las consecuencias de su dirección económica y la imposibilidad de reformar la economía sin transformaciones de naturaleza política.

Le pedí que citara en qué artículos yo le faltaba el respeto a la “alta dirigencia” y volvíamos al mismo ritornello: nosotros no le podemos faltar el respeto al partido pues eso dicen “nuestros estatutos y reglamento”

Sobre el inciso C, les dije que era una aberración, que ni Seguridad del Estado o los instructores y jueces habían afirmado jamás que la farsa jurídica que llevó a mi condena por desobediencia sea un “delito grave”, de hecho recibí como sanción una multa y no tengo ni antecedentes penales. Y respecto a la mención del “delito de atentado”, han violado al mencionarlo en su infame documento que esa imputación está en fase de instrucción y que el Código Penal recoge la presunción de inocencia hasta que un tribunal haya dictaminado sobre la culpabilidad.

Nada, que la UNEAC es peor que todo el aparato represivo nacional y no es capaz de estudiar la legislación vigente antes de escribir la infamia que recoge ese documento. Qué sentido tiene una organización intelectual que tenga que obedecer a estatutos inalterables de una organización política a la que no todos sus miembros pertenecen.

Hace varios meses, cuando intenté abordar ese tema en la Asamblea de la Asociación de Literatura, casi no me lo permitieron bajo el argumento de que la UNEAC no es el sitio para abordar temas de naturaleza política, sin embargo, ahora me aplican una sanción motivada políticamente. Además de todo, es el colmo de la incoherencia y el oportunismo.

Yo expresé todo lo que merecía tal conducta. Al marcharme les dije que sentía vergüenza por ellos. Los demás bajaron la cabeza y no respondieron. Solo el presidente de la Uneac manifestó que no sentía verguenza alguna. “Debes haberla perdido”, fueron mis últimas palabras.

Estoy segura de que “la orden de combate” de la UNEAC fue decidida en otras instancias. A esas instancias le aclaro algo importante: yo seguiré siendo una intelectual, una ciudadana y una cubana digna aun fuera de esa organización que se ha deshonrado desde hace mucho. Eso ustedes no lo podrán evitar aunque les moleste.

Si el objetivo es aislarme lo tendrán difícil. Este es mi país, mi patria. Aquí seguiré dando la pelea. Porque además, el día que sienta nostalgia de pertenecer a una organización intelectual, siempre podría ayudar a fundar alguna.

He dicho sobre este asunto lo que merecía. Paso página de la UNEAC. Como dijo el gran dramaturgo Abelardo Estorino en una de sus obras: “Yo creo en lo que está vivo y cambia”. La UNEAC no entra en ninguna de esas categorías.

*Profesora e historiadora cubana, residente en Matanzas. Fue acusada y condenada por desobediencia en un juicio amañado el pasado noviembre es víctima frecuente de hostigamiento por parte de la policía política. Acaba de ser expulsada de la sección de la UNEAC en su provincia.

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