La Guayaba de Cartón: Promesas cárnicas para los cubanos
El Grupo Empresarial Flora y Fauna, una rama del Ministerio de la Agricultura, anunció que está trabajando en la introducción de nuevas razas vacunas para impulsar el desarrollo de la ganadería en Cuba. ¿Quién en sus cabales puede darle crédito a esta quimera?
Transitamos hoy por el Día de los Santos Inocentes, pero esta nota no es una tomadura de pelo por mucho que lo parezca.
Resulta que el llamado Grupo Empresarial Flora y Fauna, una rama del Ministerio de la Agricultura, anunció que está trabajando en la introducción de nuevas razas vacunas con el propósito de impulsar el desarrollo de la ganadería en Cuba. La revelación fue lanzada desde agosto en el sitio web del organismo y reproducida en el inefable diario Granma, pero pasó casi inadvertida, porque este tipo de noticias parece construida para el descreimiento nacional y la gente está definitivamente en otras cosas más tangibles.
A estas alturas del partido, con los antecedentes del Genetista en Jefe y los planes de exportar el “oro rojo” a Europa, ¿quién en sus cabales puede darle crédito a una promesa formulada en el libelo partidista de que el desarrollo ganadero cubano está en marcha?
Mucho menos creíble si consideramos que el grupito Flora y Fauna que encabeza el nonagenario Comandante Guillermo García Frías, célebre patriarca del Avestruz proteico, es la entidad promotora de esta quimera de vacas portentosas.
A no ser que el desarrollo ganadero que exalta Flora y Fauna sea para abaratar costos y multiplicar ganancias para sus negocios asociados a las ventas de la tienda online Supermarket23, que tiene detrás (y también por delante) a la empresa estatal Alcona, estandarte del mismo organismo gubernamental.
Según explicó Zoila Lidia Castro Cruz, directora de Desarrollo del Grupo (los Castro tienen una especial conexión bovina), en el país se está introduciendo la llamada raza Brahbon, un cruce entre especies Brahmán y Bom, y que ya están produciendo en las empresas Baraguá y Flora y Fauna Santiago.
De acuerdo con Castro Cruz, el proyecto tiene como fin “la obtención y reproducción de un ganado de línea cárnica, que a la vez sea una raza más fuerte, con mayor resistencia a las condiciones del país, para que proporcione un mejor desarrollo vacuno”.
Esta sentencia de Castro Cruz, proclamada en agosto de 2023, tiene una conexión evidente con otro cuento de cruces genéticos prometedores que nos hiciera hace la friolera de ¡60 años! otro gran fabulador con su mismo apellido. Sí, ese mismo, el señor Castro Ruz, que es el gran culpable de la Cruz que arrastramos en la ganadería y en casi todos los rubros improductivos en el país.
Por entonces, el Comandante se dio a la tarea de experimentar con la genética. La masa bovina de Cuba era extensa e internacionalmente reconocida, pero todo debía ser cambiado por la revolú.
Castro Ruz ordenó importar 35 mil novillas Holstein de Canadá para conseguir lo que él prefiguró como un ganado genéticamente favorable a la producción lechera. Trajo como consultor de sus planes al sabio francés André Voisin, pero en poco tiempo los consejos del científico foráneo quedaron a la zaga de las geniales inventivas del Máximo Líder.
Por ahí andan documentales espléndidos para mostrar ese gran momento de locura nacional, con Fidel Castro explicando ante las cámaras de la televisión y los noticieros del ICAIC, los cruces planeados para buscar razas que fueran a la vez lecheras y de óptimo rendimiento cárnico.
Los cruces genéticos no eran novedad en el mapa agropecuario cubano. Siempre existieron entre animales criollos con Cebú y Shorthorn, entre Brown Swiss y Cebú, y entre Holstein y Cebú, los cuales permitieron convertir a la ganadería en la segunda actividad productiva del país, con un estimado de cinco millones de cabezas de ganado en 1959, cuando Cuba tenía seis millones de habitantes. Pero esas conquistas fehacientes fueron desestimadas para ceder al oleaje revolucionario.
El Comandante tenía otros designios, que a la larga han resultado nefastos. De repente, en el eterno verano cubano surgieron la Holstein tropical, la Siboney, la Santa Gertrudis… Nuevas razas, nuevos horizontes ganaderos. Al final, ya sabemos el desenlace del cuento. El país apenas alcanza hoy la cifra de 3.6 millones de cabezas de ganado, para una población de 11 millones de habitantes. O no, para unos 10.8 millones de cubanos, que con la estampida de los últimos dos años tocamos a un pedazo mayor de vaca por persona, aunque se trate solo de un puro ejercicio especulativo.
La carne, por supuesto, se transformó en artículo de la memoria. La ternilla, en un producto de la imaginación. Aunque Miguel Díaz-Canel no tenga reparos en asegurar, sin movérsele un músculo de la cara, que Fidel Castro “casi que diseñó la ganadería que necesitaba este país”.
En realidad, Canelo tiene razón en algo que es irrefutable: la ganadería cubana tiene “el legado tremendo” de Fidel Castro. Es decir, un desastre colosal. Plasta al por mayor, boñinga incontinente, y no solo atribuible a los tres millones de vacas que pueblan nuestro descuartizado universo campestre.
Pero nada. Aún frescos los dislates de Castro Ruz y consumada la desaparición de la carne y la leche del ámbito nacional, pues Castro Cruz trata de vendernos la nueva promesa. El desarrollo bovino está a la vuelta de la esquina.
Nos enteramos también que se está introduciendo la raza Cenepol a partir de un proyecto de colaboración genética con Estados Unidos, lo que permitió que en una primera etapa se transfirieran 18 vacas embriones para obtener siete vacas gestantes.
Esta raza se está desarrollando en el país por “su resistencia, su adaptación al trópico por la convención de los pastos, y también por la calidad de su carne de primera”. ¿Les suena familiar?
Sería bueno que los aguerridos reporteros del Granma y otros medios del oficialismo, con el aval que les otorgó el reciente XI Congreso de la UPEC, les dieran seguimiento a estos planes enarbolados a bombo y platillo por Flora y Fauna, al menos para saber, vaya, para tener alguna ligera esperanza, de que el bistec y el vaso de leche regresarán a la mesa del ciudadano común antes de que el parole humanitario logre igualar la población cubana al número de vacas existentes.
De lo contrario, la recuperación ganadera cubana -como el café Caturra, el plátano microjet, el yogurt de búfala, la carne de oca, el programa alimentario y otras tantas alucinaciones de nuestro gastado tiempo- seguirán siendo cuentos propicios para el Día de los Inocentes.