Cuba en trance: ¿Se prepara el gobierno para poner fin a las importaciones sin impuesto de medicinas y alimentos?
Las declaraciones del primer ministro Manuel Marrero han pasado desapercibidas ante el alarmante anuncio sobre la disminución de la población cubana, pero resultan altamente preocupantes de cara al panorama de escasez general en el país.
Por Annarella Grimal
El primer ministro cubano Manuel Marrero Cruz anunció el pasado jueves en La Habana que a partir de septiembre podría cambiar el régimen de importación —en estos momentos sin costo— de medicamentos, alimentos y aseo por supuestas “distorsiones” en la medida a la que atribuye los altos precios en Cuba.
Las declaraciones fueron hechas durante las jornadas de trabajo del Tercer Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en su décima Legislatura, y han pasado desapercibidas ante el alarmante anuncio de la disminución poblacional hasta unos 10.05 millones de habitantes.
El funcionario recordó que “se extendió hasta septiembre la prórroga de las excepciones arancelarias a la importación por personas naturales de medicamentos, alimentos y aseo”, aunque adelantó que, a partir de ese venidero mes, entrarán en vigor otras leyes.
“Hay muchas distorsiones detrás de esta medida que la aprobamos para beneficiar al pueblo (…), pero ha sido esto tomado por personas que se dedican a traer inmensas cantidades de productos para comercializar en un mercado negro a unos precios excesivos y abusivos”, dijo Marrero como causa de la posible revocación de la medida.
A priori, la solución que sugiere Marrero es sustituir la entrada libre de los productos de primera necesidad por la venta de estos en la red de comercio interior —propiedad del Estado y de los militares cubanos—, sin precisar si los precios se fijarán en moneda nacional o en divisas.
“Nosotros estamos trabajando firmemente en dotar a nuestro sistema de tiendas con alternativas de productos para tomar medidas después del mes de septiembre”, afirmó.
La decisión de permitir la libre importación de medicamentos, aseo y alimentos se remonta al mes de julio de 2021, cuando el país atravesaba los peores momentos de la pandemia de la COVID-19. Inicialmente concebida hasta diciembre de ese año, la medida se ha venido prorrogando ininterrumpidamente cada tres meses.
De eliminarse en septiembre próximo, la población cubana, que depende en gran medida de la generosidad de sus familiares y compatriotas establecidos en el extranjero, sería la principal perjudicada ante la escasez crónica de medicinas, con faltantes de más de 250 productos del cuadro básico, así como de comida y mercancías elementales en la isla.
En fecha tan reciente como marzo de este año, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel sugirió que su Administración no tiene soluciones a corto plazo para suplir el déficit medicamentos e insumos médicos y que, en su defecto, “la mejor respuesta que podemos darle a nuestra población en tiempos tan difíciles es la calidad de los servicios, con carencias, las vamos a tener, vamos a seguir con carencia de medicamentos”.
En cuanto a los alimentos, el Gobierno tomó la decisión de topar los precios para intentar frenar la escalada especulativa, resultado de una inflación de más del 335% en los últimos tres años.
¿Tomará el gobierno cubano el riesgo de castigar a su lastimada población en virtud de apuntalar sus controles sobre la actividad económica y la distribución mecantil en un país sumido en la mayor crisis de su historia?