2019: Un fantasma recorre la economía cubana
Por Emilio Morales*
La economía cubana se enfrenta a una de sus peores crisis en los últimos 60 años de centralización socialista. Algunos economistas estudiosos del tema consideran que esta crisis está muy cerca de alcanzar los niveles de la que se desató en la década de los 90 -bautizada como “período especial en tiempos de paz”- y consideran que no hay una estrategia eficaz para superarla.
Dicha crisis tuvo su origen en la desintegración de la Unión Soviética y la desaparición de los países socialistas de Europa del Este, lo cual trajo la pérdida inmediata de multimillonarios subsidios. Casi 30 años después se da una coyuntura parecida, al Cuba perder el subsidio venezolano que por casi 20 años ha ayudado a sobrevivir la maltrecha economía cubana, basado en la entrega subsidiada de miles de millones de dólares en barriles de petróleo pagados con servicios, principalmente servicios médicos.
El intercambio comercial entre ambos países logró llegar a los 8.5 billones de dólares en el 2012, mientras que actualmente apenas alcanza 2 billones de dólares, lo cual refleja una caída del 74.14%. Actualmente Venezuela no puede siquiera garantizar las entregas de petróleo que la isla requiere para la generación de energía, obligando al país a tener que comprar petróleo a terceros (Argelia y Rusia) a precios y condiciones de mercado. Para tener una idea de la magnitud del problema hay que recordar que Cuba recibía de Venezuela en el 2012 unos 125,000 barriles diarios (bpd) de petróleo, de los cuales alrededor de 55,000 se usaban en consumo doméstico y el resto se revendía a terceros. Hoy Cuba apenas recibe de Venezuela unos 45,000 barriles diarios, lo cual no alcanza para cubrir la demanda mínima del país.
La crisis económica, política y social de Venezuela es tan grave que el país se encuentra totalmente colapsado, por lo que los subsidios que Cuba ha estado recibiendo en los últimos 12 meses han llegado a niveles tan bajos que prácticamente han desaparecido. Esta situación junto a otros factores internos que han impactado de forma negativa a la economía cubana ha provocado una severa crisis de liquidez.
Fracaso de las reformas
A esta realidad hay que agregar el fracaso de las reformas económicas emprendidas por Raúl Castro hace aproximadamente 10 años con vistas a transformar el modelo económico cubano, sumado al estancamiento de la economía y la disminución de las exportaciones en áreas importantes como el níquel y el azúcar. La producción de azúcar en el 2018 fue un 16,3% menos que la producción alcanzada en 1905, hace 113 años, situación que obligó al país comprar azúcar a Francia.
A estas dificultades hay que agregar la disminución de los ingresos por concepto de exportación de servicios, los cuales se van a agravar mucho más tras la reciente retirada de los médicos cubanos de Brasil y el escándalo internacional que generó la investigación que denunció la trata esclava de los médicos cubanos en el programa “Mais Médicos” de Brasil y de cómo el gobierno cubano, en complicidad con la Organización Panamericana de la Salud, se embolsillaba el 75% del salario de los más de 11,000 médicos que en su momento llego a tener Cuba en el país suramericano.
Esta acción ha significado la pérdida inmediata para el gobierno cubano de ingresos netos de $317.0 millones de dólares por año. Para tener una idea del impacto que esto tiene en la economía cubana, comparemos esta cifra con la cantidad que Cuba gastó en 2017 en la compra de algunos alimentos básicos consumidos por la población, como arroz, pollo y leche en polvo.
Una mala estrategia
Otro de los factores que muestran el fracaso de las reformas son los límites impuestos para impedir el desarrollo y la expansión del sector privado, el único sector de la economía con crecimientos probados de ingresos y generación de capital para invertir y que ha logrado dar empleo a más de medio millón de cubanos que ganan un salario 10 veces superior al salario promedio que devengan los trabajadores del estado. Hay que destacar que los emprendedores cubanos sacaron al exterior en el 2017 alrededor de 2,390 millones de dólares, una cifra muy similar a los 2,500 millones de dólares de capital extranjero que el gobierno ha expresado necesita anualmente para revitalizar la economía del país y que hasta el momento no ha sido capaz de atraer.
De esa cantidad, 1,008 millones de dólares se utilizaron en compra de mercancías, lo que representó el 42.3% del total de capital que salió del país, mientras que 366.3 millones de dólares se invirtieron en bienes raíces y otros negocios, lo cual representó el 15.4% del total.
La no existencia de libre empresa, el no reconocimiento a la propiedad privada, la prevalencia del monopolio instaurado por el estado durante 60 años y la falta de oportunidades de invertir y comercializar bienes y servicios que tienen los cubanos en su propio país, son las principales causas de este fenómeno.
Después de 10 años de reformas los resultados son claros: el modelo no avanza. Ni siquiera con la bonanza que representó el deshielo de las relaciones con Estados Unidos y su benigno efecto dominó, que de la noche a la mañana catapultó a Cuba como un potencial destino de inversión de moda en la región del Caribe.
Durante este tiempo el gobierno se preocupó más por controlar y evitar el nacimiento de una clase media, y contrarrestar el impacto de la visita del presidente Obama en la población cubana.
De todas las regulaciones recientemente implementadas para regular el trabajo por cuenta propia (TPC), no hay una sola que sea para estimular el sector privado, sino todo lo contrario. Mientras tanto, la empresa estatal sigue enquistada en la bancarrota, la improductividad, el inmovilismo y la burocracia, lastrando cada vez más el desarrollo económico y social del país. A diferencia de China y Viet Nam, la vieja dirigencia cubana ha optado por mantener la centralización de la economía y no dar oportunidad ni al desarrollo de la economía de mercado, ni a la liberación de las fuerzas productivas.
Déficit de inversiones: un problema crónico
Los resultados alcanzados por los emprendedores cubanos contrastan con el déficit de inversión que presenta la economía nacional, el cual sigue siendo crónico a pesar de la apertura de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM). La relación de la Formación Bruta de Capital / Producto Interno Bruto de la isla ha sido en los últimos 10 años consistentemente inferior a la del resto de los otros países de América Latina y el Caribe. Cuba apenas alcanza un 9% en este indicador, muy por debajo de la media de América Latina que ronda el 20%.
Este dato refleja el fracaso de la atracción de capital a la ZEDM, el cual apenas llega a un 14.24% de la meta propuesta desde que fue creada hace seis años. A comienzos de 2019, solo se habían aprobado 43 empresas en la ZEDM, de las cuales solo 19 están en operación y 24 en proceso de inversión. En un período de seis años desde su inauguración en el 2014, la ZEDM solo ha podido captar 2,136.7 millones de dólares, una cantidad muy por debajo de los 15,000 millones que se habían planeado para este período de tiempo, basado en una tasa de atracción de capital de 2,500 por año.
La ZEDM, vendido por las autoridades como el proyecto estrella de la economía cubana, solo ha logrado generar 6,696 empleos directos en seis años. En contraste, el trabajo por cuenta propia (TCP) ha generado 580,828 empleos directos en 10 años, lo que significa que los empresarios cubanos, a pesar de las limitaciones a las que están sujetos, han generado 86.74 veces más empleo que la ZEDM a pesar de sus ventajas y favoritismos.
Los bajos resultados en términos de inversión recibida se deben a una combinación de factores que Cuba no ha podido superar. Entre ellos se encuentran: la burocracia excesiva, un complicado proceso de toma de decisiones, demoras en la finalización de la infraestructura en ZEDM, mala preparación de los equipos de negociación, lentitud en el seguimiento de las ofertas de inversión de empresas extranjeras, la verticalidad en la toma de decisiones, el uso de agencias empleadoras para la contratación de personal cubano, la dualidad monetaria, y los prejuicios que aún pesan sobre la mentalidad negociadora de los ejecutivos cubanos. Todos estos problemas han sido reconocidos por el gobierno cubano.
Industria turística y ataques sónicos
A este panorama desolador hay que agregar el estancamiento que ha tenido la industria turística cubana en general. La mayoría de los principales mercados emisores de turistas han decrecido: Canadá, Estados Unidos y los cinco principales mercados europeos (Alemania, Inglaterra, Francia, Italia y España).
El transporte aéreo entre Cuba y Estados Unidos en el 2018 tuvo una contracción del 18.3% con respecto al año anterior, continuando con la tendencia de declive iniciada en el último trimestre del 2017. En total se produjeron 11,704 vuelos, unos 2,620 menos que en el período precedente. Las principales causas que determinaron estos resultados incluyen la crisis diplomática entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, generada por los ataques sónicos a diplomáticos norteamericanos en la Habana, las alertas de viaje emitidas por el Departamento de Estado con respecto a los viajes a Cuba, y la nueva política de la administración Trump y la prohibición del comercio con empresas que pertenecen a la estructura de las fuerzas armadas cubanas. Todos estos factores contribuyeron a una disminución considerable del arribo de turistas norteamericanos por vía área a la isla.
En términos de impacto económico, este declive del turismo significó una pérdida estimada de $1,283 millones de dólares, cálculo basado en unos 366,800 turistas norteamericanos que dejaron de viajar a la isla por vía aérea.
Las pérdidas se reparten en 33% (416.7 millones de dólares) para compañías norteamericanas (líneas aéreas y agencias de viajes), 35% (454.5 millones de dólares) para las empresas estatales cubanas (hoteles, restaurantes, tiendas, renta de autos) y 32% (412.6 millones de dólares) para los cuentapropistas (dueños de restaurantes, hostales, taxistas).
Bajo estas condiciones el país ha tenido que incumplir con pagos a proveedores de mercancías. Esto ha afectado las relaciones comerciales con empresas chinas, españolas y brasileñas, principalmente.
Una recesión permanente
Con todos estos factores adversos se hace muy difícil que el PIB de Cuba crezca. Si el petróleo no llega de Venezuela hay que comprarlo en el mercado internacional al precio real, sin subsidios, lo que significa el desembolso de cientos de millones de dólares que no estaban planificados para ese rubro y que estaban destinados a otros sectores de la economía, causando un efecto dominó de déficit financiero que desajusta los planes productivos del país en otros sectores de la economía.
Si no hay fondos para pagar a los proveedores, las materias primas no llegan a la isla, los procesos de producción se atrasan y no se cumplen las metas productivas planificadas. Esto trae como consecuencia que se afecten las exportaciones y se haga necesario importar otros productos sustitutos de nuevos proveedores. La economía está en un círculo vicioso, que ya es casi permanente, y es la causa de que el índice de crecimiento promedio del PIB en los últimos nueve años haya sido de un 2.02%, cayendo a 1.46% en los últimos cinco años, según las cifras oficiales.
Con estos resultados se hace prácticamente imposible desarrollar la economía del país, pues la tasa de formación bruta de capital sobre el PIB es extremadamente baja y el índice de crecimiento promedio del PIB alcanzado en los últimos cinco años es el de una economía que opera en la práctica bajo una recesión permanente.
Providencia de la diáspora cubana
Si la economía cubana no ha colapsado ha sido gracias al exilio cubano, asentado principalmente en los Estados Unidos (90%), el cual no solo aporta anualmente alrededor de $7 billones de dólares entre remesas en efectivo y remesas en mercancías, sino también que deja millonarias sumas de efectivo en el sector turístico cubano. Más del 50% de los viajeros cubanoamericanos se hospedan en hoteles con sus familiares residentes en el país, además de que constituye el principal segmento de mercado para la renta de autos en el mercado dolarizado.
En el 2018 viajaron 521,059 cubanoamericanos a visitar a sus familiares y amigos en Cuba, un 14.9% más que en el 2017, continuando con la tendencia creciente de este segmento de visitantes. Actualmente viven en Estados Unidos alrededor de 2.2 millones de cubanos, alrededor del 90% en la Florida. Más de un millón de cubanos residentes en Estados Unidos envía remesas en efectivo y recargas telefónicas a través de Internet.
En 2017 las remesas en efectivo representaron el 50.81% de los ingresos totales anuales de la población en la isla, superiores al total del salario de los trabajadores del sector no estatal, que produce el 33.57% del total de los ingresos, y al volumen de salario que engloba a los trabajadores estatales, que solo representa el 15.62% del total de estos ingresos.
Estas estadísticas muestran que el componente principal en los ingresos de la población cubana son las remesas que llegan del exterior, confirmando la gran dependencia que tiene actualmente la economía cubana de su diáspora. Los bajos salarios que paga el gobierno cubano son evidencia de la debilidad de la economía centralizada de la isla.
Horizonte con nubarrones
Teniendo en cuenta la situación actual de la economía cubana y el entorno internacional es fácil comprender que la crisis económica se va a acrecentar en los próximos meses. De hecho, ya se observa escasez no solo en las tiendas dolarizadas, sino en los productos subsidiados de primera necesidad que se venden a través de la libreta de racionamiento, como el pan y los huevos. El país no tiene efectivo para enfrentar las deudas con los proveedores de materias primas y productos y es muy probable que en el 2019 no pueda cumplir con algunos de los compromisos de pago de deuda externa pactados con el Club de París y otros deudores.
Es incuestionable que el cerco se va cerrando y este escenario que se avecina pone a la población cubana en una situación extrema, con escasas esperanzas de mejoras económicas para los próximos años.
El país necesita urgentemente abrirse a una economía de mercado, liberar de una vez todas las fuerzas productivas y permitir la inversión de los ciudadanos cubanos (tanto los residentes en la isla como los que viven en la diáspora) en su propio país.
De lo contrario, la reaparición del fantasma del período especial puede ocurrir en cualquier momento, dejando de ser una hipótesis para convertirse en una angustiosa realidad.
* Economista cubano. Ex jefe de planeación estratégica de mercadotecnia en la corporación CIMEX y autor de los libros Cuba: ¿tránsito silencioso al capitalismo? y Marketing without Advertising, Brand Preference and Consumer Choice in Cuba. Es presidente de The Havana Consulting Group, en Miami.