Muere en Miami el cineasta cubano Sergio Giral
En su filmografía figuran películas que marcaron hitos en el cine cubano contemporáneo como El otro Francisco (1974), Rancheador (1976), Maluala (1977), y Maria Antonia (1990).
El cineasta Sergio Giral, director de filmes imprescindibles del cine cubano, falleció en Miami a los 87 años, informó una fuente familiar.
Giral murió en la madrugada de este martes, al filo de las 4 am, en su casa en Bal Harbour en compañía de su pareja, el productor Armando Dorrego. El realizador se encontraba delicado de salud desde hacía meses, con tratamiento de diálisis.
“Sergio fue una de las personas más libres que he conocido, como intelectual y en su vida”, dijo Dorrego a Café Fuerte. “Era de un diálogo abierto con cualquier interlocutor, desde un marginal a un científico… Era un artista total”.
Dorrego manifestó que si bien Giral se identificó por un cine etnográfico y por el tratamiento de la cultura negra, “su verdadera emoción oculta era el drama pasional al estilo de las grandes producciones estadounidenses”.
Giral nació en La Habana el 2 de enero de 1937 y desde temprana edad su vida transcurrió entre el mundo habanero y la ciudad de Nueva York. Su padre era de origen español y su madre estadounidense.
Tras el golpe de Estado de Fulgencio Batista, su familia decidió sacarlo de Cuba para evitar que se viera involucrado en las manifestaciones estudiantiles de rechazo a la dictadura impuesta en el país. Entre 1953-1959 cursó su enseñanza media y preuniversitaria en Estados Unidos, donde también recibió estudios de pintura en el Art Students League.
Giral pertenece a la generación fundadora del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), institución a la que se incorporó en 1961 por invitación de Néstor Almendros para realizar una serie de documentales didácticos. Sería el comienzo de una fructífera trayectoria como documentalista y realizador de filmes que exploran las raíces africanas y la música de la nación cubana.
Debutó en el cine de ficción con La jaula (1964), cortometraje basado en un caso real de esquizofrenia, al que seguiría Cimarrón (1967), un docudrama inspirado en la novela-testimonio Biografía de un cimarrón, de Miguel Barnet, quien laboró en el guión del corto.
El primer largometraje de Giral sería su entrada en los filmes históricos dedicados al tema de la esclavitud: El otro Francisco (1974), una versión libérrima de la novela abolicionista Francisco, de Anselmo Suárez y Romero (1818-1878). La película, con la colaboración de Julio García Espinosa en el guión, señaló un estilo de narrar para imponerle a la historia un sentido didáctico que rompe con el relato original. Hoy es una obra empleada en los programas de estudios culturales de varias universidades en Estados Unidos.
En su filmografía figuran además otras películas históricas que marcaron hitos en el cine cubano contemporáneo como Rancheador (1976), Maluala (1977) y Plácido (1986), un filme basado en la vida del escritor mulato Gabriel de la Concepción Valdés (1809-1844), acaso el poeta de mayor aceptación popular en la Cuba del siglo XIX.
Su última realización bajo el patrocinio del ICAIC fue Maria Antonia (1990), adaptación del clásico teatral homónimo de Eugenio Hernández Espinosa. El filme fue ampliamente aclamado por el público cubano y en festivales internacionales, y constituyó una suerte de despedida de Cuba, aportando una mirada actualizada sobre temas como la prostitución y el marginalismo.
“Fue una película hecha con toda pasión. Trabajamos juntos en ese proyecto y siempre dijo que era la película suya que más le gustaba”, contó Dorrego, quien estuvo en el equipo de producción de María Antonia.
Como casi todos los realizadores cubanos, Giral tropezó con la censura oficial y padeció el ostracismo a causa de sus planteos artísticos. Su película Techo de vidrio (1981) destapó el tema de la malversación de recursos, los privilegios de la cúpula dirigente y la corrupción en la sociedad cubana, y fue censurada durante siete años hasta su estreno tardío en 1989.
“Fue el propio Fidel Castro quien prohibió la película cuando se la llevaron para que la viera y diera su opinión”, relató Dorrego. “La vio con Luis Orlando Domínguez [entonces secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas] y le preguntó si esto reflejaba realmente la revolución”.
La cinta fue engavetada y Giral destinado a realizar traducciones en el ICAIC hasta que le permitieron retomar el proyecto histórico de Plácido, protagonizado por Jorge Villazón. A raíz de la visita a La Habana de una representación de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en 1988, Techo de vidrio pudo ser finalmente exhibida en los cines cubanos. Para esa fecha, Luis Orlando Domínguez ya había sido defenestrado y condenado por actos de corrupción.
Pero en periódicos oficiales como Juventud Rebelde se prohibió hacer reseñas críticas de la película para evitar referencias a los antecentes de su prohibición y dilatada censura.
Después de participar en numerosos festivales y visitas internacionales a raíz del éxito de María Antonia, Giral decidió radicarse en Estados Unidos en 1992. Se sentía que había cumplido su ciclo en Cuba y sus posiciones eran cada vez más abiertamente críticas sobre el régimen cubano.
Su creatividad no se detuvo en el exilio, con el respaldo de Dorrego. Creó la empresa Giralmedia Productions y realizó documentales como The Broken Image (1995), sobre los cineastas cubanos del exilio; Chronicle of an Ordinance (2000), The Way of the Orishas (2004) y The Invisible Color: Black is more than a color (2018), acerca de la presencia de los negros cubanos en Estados Unidos.
También filmó Dos veces Ana (2009), una tragicomedia realizada de manera independiente en Miami, con la participación de Elvira Valdés y Miguel Fragoso.
A Giral lo sobreviven su hijo, el pintor Sergio Giral Jr, dos nietos, en París, y dos nietos en Nueva York. Su hijo Michael había fallecido en Estados Unidos hace varios años.
Cumpliendo su última voluntad, sus restos serán cremados y no se realizarán actos fúnebres ni ceremonias religiosas en su memoria.
TECHO DE VIDRIO (1981), DE SERGIO GIRAL