Enrique Colina: “Estamos pagando el precio de una fe muda”
El destacado crítico y realizador cinematográfico Enrique Colina rechazó la oferta del XXXIII Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana para exhibir fuera de competencia su documental Los bolos en Cuba y una eterna amistad, y optó por retirarlo de la programación del evento.
Colina, de 67 años, conocido por sus posiciones críticas sobre la realidad cubana, es el segundo realizador que, con apenas diferencia de horas, declina su participación del festival tras recibir la negativa de la comisión de selección para intervenir en la competencia de los premios Coral. Con anterioridad el humorista y cineasta Eduardo del Llano tomó la decisión de retirar su película Vinci de la sección Panorama Latinoamericano por la misma razón.
Inconforme con los argumentos de la comisión del festival, Colina ha argumentado su posición en un duro y reflexivo mensaje que cuestiona los rumbos y los criterios selectivos del certamen que preside el veterano funcionario Alfredo Guevara, quien, por cierto, no es precisamente un admirador de la estética del realizador.
Guevara, de 86 años, ha defendido airadamente el criterio del comité de selección y ha expresado que habrá que sacarlo “a cañonazos” de la conducción del evento que fundó en 1979.
Como antes hizo Del Llano desde su blog, Colina ha querido también responder con sus argumentos a los organizadores de un evento que, a todas luces, envejece a marcha forzada y se encamina peligrosamente a la decrepitud organizativa.
Desde los exaltados días de Alicia en el pueblo de Maravillas (1991) y la tormenta por las críticas públicas de Fidel Castro a Guantanamera (1998), el ICAIC y el Festival no vivían una controversia tan enconada entre su directiva y los creadores.
Por su lúcida convocatoria a pensar diferente la realidad del festival -como la del país- CaféFuerte reproduce íntegramente el mensaje de Colina y el agudo comentario de Del Llano. El festival arranca el próximo 1ro. de diciembre y, por los ruidos del preámbulo, parece que nos reserva jornadas de particular interés para la cultura y la sociedad cubanas. (Wilfredo Cancio Isla)
SOBRE “LOS BOLOS EN CUBA Y UNA ETERNA AMISTAD”
Por Enrique Colina
Sucede que me han pisado un querido callo y como no me gusta soportar en silencio aquello que me duele y con lo que no estoy de acuerdo, aquí va un grito, no de vanidad herida, sino un reclamo de mayor rigor intelectual a la comisión de selección del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Pero, si a pesar de esta afirmacion se cree o no que hago público este reclamo por una razón de ombliguismo, o por otra presunción de arrogancia estúpida, es algo que me tiene sin cuidado.
El occiso es un documental titulado, Los bolos en Cuba y una eterna amistad, que no fue seleccionado por la comisión del festival para competir este año y pasó al recurso de consolación -la sección Hecho en Cuba-, concebida más para evacuar la producción nacional que se considera no apta estética -o políticamente incómoda-, para que compita en un festival de alta categoría, como este, de vocación artística y política, reafirmativa de su identidad cultural latinoamericana. Digo, más por esta razón que por la que se esgrime de que la sección ofrezca una muestra del quehacer audiovisual en la isla, pues así se procura dulcificar y neutralizar la inclemencia del desengaño y el rencor de los eliminados. La exclusión del ámbito competitivo supone una pérdida significativa de resonancia pública, una suerte de censura blanda, como lo fue la que impidió que el año pasado compitiera en la categoría de ficción el filme Memorias del Desarrollo, del realizador Miguel Coyula, y esto a pesar de los méritos que la avalaban artísticamente. Cuando solicité me informaran por qué el documental no podía competir, la respuesta fue “porque a la comisión le pareció demasiado largo y había tantos documentales…” Indagué si podía existir alguna razón política y la respuesta fue negativa.
Debo comenzar compartiendo el criterio de que tratándose de un festival latinoamericano realizado en Cuba, ninguna cinematografía nacional de la región debe ser privilegiada. Como que también es potestad de cualquier festival elegir o no un filme para su participación. Ahora bien, tratándose de un festival que pretende mostrar lo más significativo y valioso de la producción audiovisual de cada nación latinoamericana, supongo que el criterio selectivo para escoger las obras de cada país debe basarse en consideraciones estéticas, de forma y contenido, serias y no superficiales. Resultaría ingenuo pretender que el filtro selectivo de comisiones y jurados, en cualquier parte del mundo, sea totalmente imparcial y profesionalmente objetivo, más por cuanto a veces las preselecciones las hacen supuestos especialistas que también en ocasiones no tienen una calificación requerida para superar apreciaciones sin sustancia ni solidez intelectual. El buen o mal gusto personal, la sensibilidad, cultura, ideología, intereses, etc., de sus integrantes influyen las decisiones, así como las determinaciónes y conveniencias del contexto en el que se realizan los festivales. ¿Cuántos premios de mayor o menor relevancia han recibido filmes cuyo significado y perdurabilidad artística han sido efímeros? Esto es inevitable, porque nadie ni nada es perfecto, pero el aspecto en el que a mi juicio la selección debe resultar profesionalmente consecuente y responsable, invalidando el subjetivismo ramplón, es en su coherencia con el objetivo esencial del festival, a saber, abordar temas controvertidos de diferentes realidades nacionales, hermanadas por un denominador cultural integrador, que intenten revelar artísticamente contenidos medulares que refuercen y hagan visible su identidad particular en el gran contexto continental.
Los bolos… intenta acercarse al tema de cómo los cubanos recuerdan los treinta años de presencia y padrinazgo soviético en nuestro país, veinte años después de haber perdido la cuantiosa ayuda que sirvió de sostén material a la Revolución cubana y también de parangón político, como modelo de “socialismo real”, del que se copiaron unos cuantos errores de los que hoy se abjura. Este tema del que tan poco se ha hablado después de la desaparición de la URSS y que marcó la existencia cotidiana de cada uno de nosotros, no al nivel de las cimas de la alta política sino desde la perspectiva de la lata de carne rusa y los muñequitos, y también como espectadores pasivos de la dócil unanimidad de nuestros representantes en nuestras asambleas y el verticalismo de nuestro proceso, considero que bien vale por su significación cultural y política una apreciación ideológica más certera y definida que la recibida. Sin embargo, el contenido no vale por sí solo si no lo avala una realización formal que sostenga el punto de vista, el tono y la funcionalidad dramática de su mensaje para comunicarse con el espectador y -quizás yo esté equivocado y también lo estén muchos que lo han visto-, pero creo que este es un documental profesional capaz de medirse de igual a igual con cualquier otro ya seleccionado.
No invalida esto el respeto y reconocimiento que siento por el valor político y cultural del festival, cuya trayectoria agradezco y aplaudo, antes bien este señalamiento crítico es expresión de la consideración en que lo tengo, pues para mi, la mejor manera de querer es con los ojos abiertos y diciendo lo que pienso. De corazones ciegos estamos rodeados y el precio de una fe muda lo estamos pagando con el deterioro de muchas cosas valiosas. El festival ya tiene unos añitos y no tiene por qué confiarse en la excelencia de su pasado. La vejez trae sabiduría, pero también decrepitud, espero que el festival no se contagie con este envejecimiento que nos está comiendo los huesos.
Decidí retirar el documental de la sección consoladora. Someteré estas afirmaciones a una prueba pública que corroborará o no esta denuncia si consigo que lo exhiban, ya sea el ICAIC, el ICRT, la UNEAC, UPEC o cualquier entidad cultural o periodística que quiera asumir su debate y permita que el público cubano, al que se dirige esta obra y, como dice Taladrid -que quizás quiera presentarlo en su Pasaje a lo Desconocido-, que la gente saque sus propias conclusiones.
15 de Noviembre de 2011
SEÑORAS Y SEÑORES, BUENAS NOCHES
Por Eduardo del Llano
Bueno, compañeritos, se acabó la actividad. Vinci será presentada en el Chaplin la noche del 29 de noviembre, en función especial, y luego tendrá su estreno en cines el 13 de enero. De Festival, nada.
Lo irónico de todo este asunto es que, si Vinci fuese una película norteamericana o europea, no concursaría pero probablemente hubiera sido exhibida dentro de la sección Panorama Internacional del Festival sin mayores titubeos, como lo fueron tantas otras en estos años, desde Pulp Fiction a Dancer in the Dark; en cambio, siendo latinoamericana, el Festival que lucha por la identidad latinoamericana y caribeña sugiere como un favor excepcional agraciarla con una presentación.
Si algo positivo debe emerger de este incidente para los años que vienen, tendría que ser un replanteamiento de lo que se entiende por cine latinoamericano. No he visto nunca que una película norteamericana acerca de Espartaco o Los Tres Mosqueteros sea vetada para los Óscares porque no aborda un tema local. Uno se pregunta si la posición del Festival busca de veras la identidad latinoamericana y caribeña o, como diría Martínez Villena, engrosa la costra tenaz del coloniaje.
Alfredo Guevara dice que mientras él dirija el Festival, este no privilegiará al cine cubano. Qué duda cabe, ha cumplido con eso. De hecho, tanto ha cumplido que a menudo escora hacia el otro lado. También dice que a él hay que sacarlo de su puesto a cañonazos. Muy elocuente. Si quiere un consejo, mejor es que no lance al viento ese tipo de sugerencias.
15 de noviembre 2011
Nota relacionada:
La película cubana Vinci se estrena el 29 de noviembre en La Habana