La hazaña de Enrique Figuerola: A 60 años de la primera medalla olímpica del atletismo cubano

A los 86 años, *El "Fígaro" es el único sobreviviente entre los medallistas de la histórica carrera de los 100 metros planos en la Olimpiada de Tokio, el 15 de octubre de 1964.

La hazaña de Enrique Figuerola: A 60 años de la primera medalla olímpica del atletismo cubano
Enrique Figuerola (segundo a la izquierda) en los instantes finales de la histórica carrera de Tokío 1964. Foto: Federación Cubana de Atletismo.

Por Miguel Hernández Méndez

En medio de una crisis en el atletismo nacional acentuada cuando en París 2024 se quedó por primera vez sin medalla desde Roma 1960, este 15 de octubre se cumplieron 60 años de la primera presea en Juegos Olímpicos del campo y pista cubano gracias al velocista Enrique Figuerola Camué.

El “Fígaro”, como popularmente se conoce, hoy con 86 años, sólo pudo ser frenado en aquella carrera del hectómetro en los Juegos de Tokio de 1964 por el estadounidense que apodaban “Bullet Bob”, Robert Lee Hayes, que igualó el record del mundo con 10.05. El cubano hizo 10.25 y el canadiense Harry Jerome, 10.27.

La medalla del santiaguero tuvo además el simbolismo de ser considerada ” la primera presea olímpica del deporte revolucionario”

Figuerola es el único superviviente entre aquellos medallistas: Hayes falleció el 18 de septiembre de 2002, a los 59 años, en su casa de Jacksonville. Florida. Tenía cáncer de próstata y estaba enfermo del hígado y de los riñones. Tras su retirada del deporte, donde brilló también en el fútbol americano, tuvo problemas con el alcohol y las drogas, y durante un tiempo estuvo en prisión. Luego, en su rehabilitación y ya con 51 años, obtuvo su título de Educación Primaria en la Universidad de La Florida, en 1994.

Jerome, uno de los mejores velocistas del mundo de los años 60, murió con tan sólo 42 años tras una convulsión en 1982. En 1967 había ganado el oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg.

Enrique Figuerola: Días de gloria. Foto: ESCANER/PL.

Cuba fue siempre cuna de excelentes “sprinters”. El primero en debutar en la pista olímpica, que tenía seis carriles hasta precisamente Tokio 64 que pasó a ocho, fue José Barrientos que en Amsterdam 1928 llegó hasta la segunda ronda. En su honor, la federación atlética nacional inauguró un torneo anual con su nombre en 1946, un año después de su muerte en un accidente de aviación. El evento es uno de los más añejos de América, pero ha perdido atractivo.

Apareció después de Barrientos, Rafael Fortún, cuatro veces en semifinales de 100 y 200 en Londres 1948 y Helsinki 1952.

Figuerola había debutado en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 donde terminó cuarto (10.44). El ganador, con récord olímpico (10.32) fue el alemán Armin Hary, primer hombre en ser acreditado con 10 flat en los 100 metros semanas antes de la cita romana. Jerome lo imitaría en los Trials de Canadá poco después. El estadounidense Ray Norton habia vencido a ambos en los Juegos Panamericanos de Chicago 1959. Norton con 10.50 quedaría sexto y último en Roma.

Estaba tenso el ambiente al que se enfrentó el cubano en esta final italiana. Otro contendiente era David Sime (USA), que antes en su país había corrido 100 yardas en 9.8, vestido con un traje de béisbol, por lo que estableció un récord mundial inusual. En la primera semifinal lideraba Jerome cuando sufrió un tironazo en un muslo y no pudo terminar.

Imagen de la final de 100 m en Tok’io 64.

Ya en la final, Hary y Sime arrancaron en falso pero no fueron penalizados. El siguiente intento de salida se detuvo cuando Figuerola necesitó reparar su bloque. Luego Hary salió antes del pistoletazo y fue amonestado. Quien volviera a fallar se iría al camerino.

A la postre Hary sería el primer ganador olímpico del hectómetro que no procedía de un país de habla inglesa. Era también el primer hombre germano en ganar una prueba olímpica de pista. Sime (10.35) y Peter Radford (Gran Bretaña, 10.42) lo acompañarían al podio.

La incursión competitiva de Hary tuvo una parada abrupta después de los Juegos Olímpicos cuando su rodilla resultó gravemente herida en un accidente automovilístico. En 1981 su nombre reapareció en las noticias cuando fue convicto de desviar fondos de la Iglesia Católica Romana para una inversión personal, cuenta el historiador David Wallechinsky en su libro sobre los Juegos Olímpicos editado por Sports Illustrated. Hary tiene hoy 87 años.

Hizo su historia también junto a Figuerola, su coterránea Miguelina Cobián al ser la primera cubana en una final olímpica de los 100 metros. Y del suceso también se cumplen 60 años. La primera corredora de la región en la disputa de medallas había sido la jamaicana Cynthia Thompson, quien fue sexta en Londres 1948.

Enrique Figuerola en la actualidad. Foto: Captura de video Cubadebate/CF.

En Tokio 64 Cobián llegó quinta (11.72) en una carrera ganada por la oriunda de Griffin, Georgia, Wyomia Tyus (11.49). Cuatro años después, en México, la norteamericana repetiría esta vez con récord mundial, 11.08, y también accedería a la final Miguelina, con un octavo puesto.

En la capital azteca, Cobián sería parte de las primeras cubanas medallistas cuando integró el relevo 4×100 junto a Marlene Elejalde, Fulgencia Romay y Violeta Quesada, ganadoras de plata (43.36) sólo aventajadas por un Team USA de récord mundial con 42.88, la misma hazaña que harían sus compañeros de la posta varonil (38.40), con Hermes Ramírez, Juan Morales, Pablo Montes y Figuerola al escoltar a los estadounidenses recordistas del orbe (38.24): Charles Greene, Melvin Pender, Ronnie Ray Smith y Jim Hines.

El relevo de mujeres consolidaría su hito en Munich 72 con su segunda medalla, esta de bronce, con Elejalde, Romay, Carmen Valdés y la novata Silvia Chivás, la sensación de la delegación cubana. Chivás con sólo 17 años, ya había sido bronce en los 100 tras haber impresionado con los mejores tiempos entre todas las competidoras con 11.18 y 11.22. En la final hizo 11.24 .La alemana democrática Renate Stecher fue el oro con récord del mundo (11.07). Un año después la germana se convertía en la primera mujer en la historia que bajaba oficialmente de los 11 segundos en el hectómetro con 10.9 (crono manual).

El nombre de la Stetcher salió a la luz a principio de los años 90 como una de las atletas de Alemania Oriental supuestamente sometidas a prácticas de dopaje por el furor de demostrar la superioridad del socialismo a través del deporte.

A la velocista habanera Bertha Díaz le había correspondido el mérito histórico de haber sido la primera deportista cubana en competir en Juegos Olímpicos con su debut en Melbourne 1956, en los 80 metros con vallas, y reaparecer en Roma 60. Multimedallista en pruebas de velocidad y salto de longitud en los Juegos Panamericanos de Ciudad de México (1955) y Chicago (1959), y en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Kingston (1962), murió exiliada en Miami a los 83 años, el 20 de noviembre de 2019.

En 1964 la final que encumbró a Figuerola se vio retrasada 10 minutos porque el carril de Hayes debió ser rastrillado tras verse afectado por la caminata de los 20 km.. Hayes ya había hecho 9.9 en la primera semifinal, pero con viento a favor. El, junto a Figuerola y Jerome se alejaron del resto a partir de los 10 metros, hasta que Hayes tomó ventaja de un metro a mitad de camino hasta rematar. Se embolsilló un segundo oro al cerrar la posta de Estados Unidos.

Después de los Juegos, Hayes se convirtió en el primer campeón olímpico en hacer una exitosa transición al fútbol profesional, fichó por nueve años para los Dallas Comboys y fue dos veces seleccionado en el Todos Estrellas.

Aunque en su fuero interno Figuerola llegó a pensar que podría colgarse el título, pues en ese momento estaba en el top del ranking, sólo un “intratable” como Hayes sería capaz de frenarlo. El cubano desbancó a hombres como Jerome, uno de los recordistas del mundo, luego que el canadiense le había superado en la semifinal. Llegaba de batirse tú a tú con los mejores del planeta en la cita de Roma. Y tras confirmar su leyenda en Tokio, cerró su aventura olímpica con otro podio en la altura mexicana tiempo después.

Le sucedería otro gran sprinter, el cienfueguero Silvio Leonard con sus récords nacionales en 100 (9,98) y 200 (20,06), y su desafío a la mala suerte cuando siendo gran favorito para imponerse en Montreal 76, una botella lanzada en su habitación de la Villa Olimpica por un compañero le lesionó el tobillo y le convirtió su sueño en pesadilla olímpica. Un año antes se lesionó al caer en un foso en el estadio olímpico durante los Juegos Panamericanos de la capital mexicana, tras ganar el oro.

Leonard fue subcampeón olímpico en Moscú 80, sorprendido por el británico Allan Wells. En su galería le fue esquivo el título olímpico mientras cosechaba otros metales en la posta de Moscú, y en los 100, 200 y relevos de los Juegos Panamericanos y Centrocaribes, y en circuitos mundiales.

Su última esperanza se diluyó por culpa del boicot a los Juegos Olímpicos de Los Angeles de 1984 y decidió retirarse en 1985. Esta lamentable ausencia de Cuba más la que se repitió para Seúl 1988 impidió que una generación de atletas pudiera escribir otra página de éxitos para el atletismo nacional, como la que se rememora hoy con la gesta de Enrique Figuerola en medio de la sequía de resultados internacionales en la pista y de un éxodo inédito.

El atletismo se parece más a Cuba que la pelotica a la mano, digo, el Baseball5.

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