Hermes Ramírez, el bólido cubano que mereció mejor suerte

El astro de la velocidad fue subcampeón olímpico y parecía listo para triunfos mayores, pero estuvo acechado por lesiones y contratiempos. Falleció a los 76 años y su sepelio será este jueves en La Habana.

Hermes Ramírez, el bólido cubano que mereció mejor suerte
Cuarteta subcampeona olímpica del relevo 4x100 m en México'68: de izquierda a derecha, Enrique Figuerola, Pablo Montes, Juan Morales y Hermes Ramírez. Foto: INDER.

Fue una luminaria del atletismo cubano y llegó a cimas que estuvieron muy cerca de la gloria máxima a nivel internacional. Sus arrancadas fueron decisivas para lograr meterse entre los grandes de las carreras de velocidad. Hermes Julián Ramírez Limonta, Hermes Ramírez para todos los cubanos, hizo los mejores tiempos en 100 metros entre 1969 y 1972, y todo parecía que el bólido guantanamero estaba a punto de coronar un sueño olímpico, estropeado por una absurda lesión de última hora.

Gloria del deporte cubano, Hermes Ramírez falleció la tarde de este miércoles en el Hospital “Calixto García” de La Habana tras sufrir un accidente cerebrovascular. Tenía 76 años. Con él despedimos una leyenda de las pistas, un hombre que mereció más reconocimiento y publicidad que su humildad y dedicación al trabajo le impedían reclamar. Pero también mucha mejor suerte.

Nació en Guantánamo, el 7 de enero de 1948. Tenía 12 años cuando empezó a correr distancias de 10 a 12 kilómetros para llevar combustible a los faroles en el remoto Puerto Malanga, en los días de la campaña de alfabetización en las zonas serranas de Oriente. Luego se fue a estudiar a Tarará y en un programa popular de carreras y destrezas, que se llamaban LPV, pues sorprendió a una profesora cuando en el hectómetro detuvo los relojes en 12 segundos.

Su carrera deportiva se inicia en los I Juegos Escolares de 1963, con un registro sorprendente de 11.2 segundo corriendo con zapatillas de goma. Al año siguiente sube al equipo nacional y sus tiempos comienzan a ser espectaculares para un atleta juvenil que apenas había tenido preparación técnica.

En 1965 establece en La Habana récord mundial juvenil en 100 m con registro de 10.2 y tiene su primera prueba de fuego a nivel internacional en el Memorial Kuzocinski, en Polonia, donde queda en segundo lugar en 100 m con 10.03.

Hermes Ramírez durante una entrevista en 2016. Foto: JIT.

Comenzaría así el ascenso meteórico de Ramírez como un as en las carreras de velocidad. Fueron los años en que su consagración como atleta se hizo sentir en las pistas del mundo y su estrella se elevó hasta lo más alto.

La gran sorpresa la dio en los Juegos Olímpicos de México’68, donde la cuarteta del relevo 4×100 que integra junto a Enrique Figuerola, Juan Morales y Pablo Montes, se lleva la medalla de plata, con tiempo de 38.3, solo superada por la de Estados Unidos, que impuso récord mundial de 38.2.

En México’68 Ramírez había igualado el récord olímpico para 100 m con 10 segundos, en octavos de finales, pero una fiebre tronchó entonces sus aspiraciones de avanzar hasta la última etapa.

Vendrían después sus mejores registros y un segundo contratiempo que marcó el comienzo inevitable de su carrera.

Entre 1969 y 1972, Ramírez logra en tres ocasiones la marca de 10 segundos en el hectómetro para posicionarse a la cabeza del ranking mundial en la especialidad. Tiene también un 20.8 en 200 m, en una competencia en Varsovia en vísperas de la Olimpiada, en junio de 1972. Munich’72 parece a la vista su gran oportunidad dorada.

Pero otra vez la adversidad se atraviesa en su camino. En una jornada de preparación se lesiona el bíceps femoral a una semana de los Juegos Olímpicos y se ve impedido de competir en 100 metros. Su participación en el relevo estuvo limitada e impidió la clasificación de la cuarteta cubana.

Después Ramírez insistió en sus empeños, pero no fue el mismo. Hizo buenas carreras y al retirarse en 1976 estaba aún haciendo 10.2 en los 100 m. Pero ya había perdido el empuje y las emociones de su gran momento.

Para rematar, tuvo esperanzas de ganar el relevo del 4×100 en los Panamericanos de México, en 1975, pero otro imprevisto dejó a Cuba segunda: el accidente de Silvio Leonard en el foso de la pista.

En su palmarés como integrante del equipo nacional, Ramírez acumuló participación y medallas dos Juegos Centroamericanos y del Caribe (San Juan 66 y Panamá 70), tres Juegos Panamericanos (Winnipeg 67, Cali 71 y México 75), y tres Juegos Olímpicos (México 68, Münich 72 y Montreal 76). Además de la plata olímpica, obtuvo dos medallas de plata y dos de bronce en Juegos Panamericanos y resultó medallista en ocho ocasiones en Juegos Centroamericanos, de ellas cinco de oro.

En 1978, dos años después del retiro, le llegó una citación para cumplir misión internacionalista en Etiopía y allá se fue.

Al regreso, laboró como preparador físico y entrenador del Instituto Técnico Militar y en las escuelas de la DAAFAR y de Artillería. Prestó también servicios técnicos en México y Panamá, e integró por cuatro años el grupo de entrenadores del equipo nacional

Prestó servicios en México y Panamá, y durante cuatro años fue parte del colectivo de entrenadores del equipo nacional, entre 2008 y 2012.

En una entrevista con el sitio deportivo JIT, en 2016, sus confesiones fueron tajantes al preguntársele lo que cambiaría de su vida: “Sin pensarlo reiteraría el atletismo y ser entrenador, aunque no en Cuba, porque sufriría mucho”.

Al final de sus días se sintió desamparado y olvidado por las autoridades. Lo contó en la prensa oficial, pero lo proclamaba a cuatro vientos en su barrio y entre todos quienes lo conocían, haciendo colas para sobrevivir. Tenía serias dificultades para caminar, como resultado de intervenciones quirúrgicas por desgastes óseos.

En 2005 fue seleccionado para ingresar en el ingresó en el Salón de la Fama del Atletismo de Centroamérica y el Caribe.

Su cadáver fue velado en la funeraria de Calzada y K, en el Vedado, y el entierro será este jueves a las 11:00 a. m.

Se va una gloria del atletismo y se va también una época de figuras que se hicieron en la pista a puro corazón, laboriosidad y entrega, cuando el deporte era algo muy diferente a lo que es ahora.

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