Las celebridades que cantaron a los Gadafi
Los últimos años del régimen de Muammar El Gadafi fueron de gran derroche para el clan familiar en el poder, ávido de contratar los servicios de celebridades para saciar sus apetitos cortesanos.
La revista estadounidense The Daily Beast se adelantó a la captura y ejecución del ex dictador libio con una galería fotográfica que muestra las comprometedoras relaciones entre arte y poder.
Los casos presentados por la publicación exploran el misterio de la histórica seducción de los hombres autoritarios por las celebridades de la época…y viceversa.
Los Gadafi no escaparon a esa tentación. Son curiosas las relaciones que fomentaron el jerarca libio y sus hijos con figuras del mundo del espectáculo en Occidente, principalmente de Estados Unidos.
The Daily Beast recuerda que en el 2007, la cantante canadiense Nelly Furtado recibió un millon de dólares de manos de Muammar El Gadafi por ofrecer un concierto privado en Italia. A raíz del estallido de la revolución libia, Furtado lo confesó en Twitter: “Yo recibí $1 millón del clan Gadafi para actuar por 45 minutos. El espectáculo era para invitados en un hotel de Italia. Voy a donar el dinero”.
En el 2009, Saif al Islam Gadafi, el segundo entre los hijos del dictador y habitual asistente a la ópera en la Scala de Milán, pagó otro millón de dolares a Mariah Carey para que cantara cuatro canciones en una celebración de año nuevo en la isla caribeña de St. Barts. Saif se desgañitó negándolo en el periódico estatal que controlaba y culpó de la extravagancia a su hermano Muatassim, asesor de seguridad nacional de Libia y muerto por los rebeldes en Sitre el pasado jueves tras el ataque de la OTAN.
Pero recientes cables de Wikileaks no solo revelaron que Muatassim había pedido $1,200 millones de dólares al presidente de la Corporación Petrolera Nacional de Libia en el 2008, al parecer para establecer su propia milicia y mantenerse a nivel competitivo con su hermano Khamis, comandante de un grupo de fuerzas especiales que servían de protección al régimen. De ese dinero salió también el sustancioso pago para Mariah.
Si quedaban dudas, la cantante lo confirmó este año mientras avanzaba la revolución árabe, confesando que sentía vergüenza por haber aceptado participar en esa fiesta con los hijos del gobernante libio.
“Fui ingenua y no me percaté por quien había sido contratada”, dijo la Mariah, quien 20 días después le cantó al presidente Barack Obama en la inauguración de su mandato en la Casa Blanca.
Las rivalidades entre los herederos, el derroche y el nepotismo viciaron los últimos días de la dictadura libia.
Al año siguiente la fiesta de bievenida al 2010 se repitió en St. Barts, esta vez patrocinada por Hannibal Gadaffi, el quinto hijo del Coronel Gadaffi, y a un costo superior: $2 millones.
Las figuras contratadas esta vez fueron Beyoncé y Usher, quien hizo incluso el conteo de los segundos finales del año viejo.
Beyoncé interpretó cinco canciones para una selecta audiencia que incluía a su esposo Jay-Z, la actriz Lindsay Lohan, Jon Bon Jovi, Bob Johnson y las supermodelos Miranda Kerr y Victoria Slivstedt.
Los críticos señalaron que Beyoncé terminó protagonizando la fiesta de un hombre que apenas seis días antes había propinado una golpiza y enviado a un hospital de Londres a su esposa, la modelo Aline Skaf, con la nariz rota. Hannibal no fue detenido por reclamar inmunidad diplomática.
Como mismo le sucedió a Mariah, Beyoncé se vino a dar cuenta de que los Gadafi eran responsables de un sistema dictatorial y represivo cuando el tema de Libia estalló en las noticias esta primavera, y corrió entonces a declarar su arrepentimiento, con la promesa de entregar el dinero a los damnificados del terremoto en Haití, en enero del 2010.
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