Carter envió a Cuba al presidente de la Coca Cola para negociar con Castro
Por Wilfredo Cancio Isla
El presidente estadounidense Jimmy Carter envió al principal ejecutivo de la Coca-Cola a Cuba en 1978 con la misión de entrevistarse con Fidel Castro para explorar las reales posibilidades de una reconciliación entre Washington y La Habana.
“Paul Austin pasó a verme. Lo estamos enviando a él de manera muy confidencial a Cuba en una importante misión”, escribió Carter en su Diario de la Casa Blanca, de reciente publicación.
En una nota añadida para la edición del libro, el ex mandatario explica que la decisión de enviar entonces a Austin a La Habana se produjo en momentos en que se habían flexibilizado las restricciones de viajes a la isla y la Casa Blanca pretendía profundizar el acercamiento entre ambos países tras dos décadas de confrontación.
“Yo quería que Paul, como ciudadano privado, indagara con Castro las perspectivas de avanzar más activamente hacia una reconciliación entre Estados Unidos y Cuba”, relató Carter sobre el viaje de Austin. “Yo había levantado las restricciones de viaje, pero Cuba estaba todavía involucrada militarmente en varios países africanos”.
Carter agregó: “El embargo económico estaba dañando al pueblo cubano, no a Castro, y había una ventaja estratégica potencial en alejar a Cuba de la Unión Soviética”.
Austin, quien presidió la Coca-Cola entre 1966 y 1981, es reconocido como el hombre que logró la expansión de la popular bebida hacia los mercados internacionales. Fue el artífice del retorno de la Coca-Cola a China y Rusia, y se oponía a que Estados Unidos aplicara el embargo comercial contra Cuba. Falleció en 1985, a los 70 años.
El viaje de Austin a La Habana se produjo en febrero de 1978, por los días en que Coca-Cola estaba negociando su entrada en China. El acuerdo fue anunciado dos días antes de que Washington y Pekín restablecieran relaciones diplomáticas el 15 de diciembre ese año.
Misión estratégica en La Habana
No hay dudas de las razones que tenía Carter para confiar a Austin esta estratégica misión, retomada ahora por el ex presidente en su segunda visita a Cuba a partir de este lunes.
Entusiasmado con la idea de reinstalar los negocios de Coca-Cola en la isla, Austin había viajado a La Habana en 1977, oportunidad en que fue recibido en privado por Castro. La Coca Cola fue nacionalizada el Cuba en 1960 y mantiene un litigio con el régimen castrista por unos $27 millones de dólares.
Pero Austin, quien trabajó para la Coca Cola desde 1949, no fue a Cuba a hablar del pasado.
“Paul Austin me visita para reportar sobre su visita personal a Castro”, describe Carter en su diario el 8 de junio de 1977. “El está ansioso por entrar en Cuba con Coca-Cola y quedó favorablemente impresionado con la actitud de Castro hacia mí y con un eventual levantamiento del embargo y el restablecimiento de las relaciones”.
Obviamente, los acontecimientos de la época resultaban alentadores para los intereses de Austin. En febrero de 1977, delegaciones de ambos países lograron establecer una frontera marítima a 12 millas de Cuba, y en mayo se acordó la apertura simultánea de secciones de intereses en Washington y La Habana.
Pero Carter añade en sus anotaciones que “a menos que Castro libere los presos políticos y comience su retirada de Africa, esta posibilidad está aún muy distante”.
Austin se jubiló como presidente de la Coca-Cola en marzo de 1981, poco después de la salida de Carter de la Casa Blanca. Su lugar en la compañía fue ocupado por el empresario cubanoamericano Roberto Goizueta (1931-1997), quien mantuvo una firme oposición a la flexibilización del embargo y a la apertura de relaciones con Cuba.
Aunque Castro permitió la salida de las cárceles de 3,500 presos políticos en 1978, el incremento de tropas cubanas en las guerras de Angola y Etiopía, y los dramáticos sucesos del éxodo del Mariel, en 1980, dieron al traste con la apuesta reconciliadora de Carter.
Promesas de Fidel Castro
No obstante, las 570 páginas del libro ponen en evidencia los canales diplomáticos que Carter mantuvo abiertos con La Habana durante su presidencia (1977-1981) y la comunicación establecida con Castro para intrincados asuntos de las relaciones internacionales.
En noviembre de 1979, en medio de la crisis de los rehenes estadounidenses en Irán, Carter recibe un mensaje de Castro con el compromiso de ayudar en la solución del conflicto generado por los partidarios del ayatolá Komeini.
“Castro está de acuerdo en ayudar en el problema -de forma encubierta- a través del Movimiento de Países No Alineados”, registró Carter en su diario el 18 de noviembre de 1979. Cuba había asumido la presidencia de los No Alineados en la cumbre celebrada en La Habana en septiembre de ese año.
Apenas un mes después -el 26 de diciembre de 1979- se produce la invasión soviética en Afganistán y Castro encara un difícil reto como presidente de los No Alineados. Las notas de Carter indican que el gobernante cubano le pidió sostener una reunión de alto nivel en La Habana para discutir el tema, en enero de 1980.
Carter envió a ese encuentro a Robert Pastor, por entonces consejero de Seguridad Nacional sobre América Latina y pieza clave en las relaciones con Cuba; y a Peter Tarnoff, quien fungía como asistente especial del Secretario de Estado Cyrus Vance. Pastor figura en la delegación que acompañará a Carter en su visita a Cuba este lunes.
Once horas de confesiones
A su regreso, los diplomáticos le describieron al presidente un encuentro de “sorprendente franqueza” con Castro tras 11 horas de conversación. Según dijeron, el gobernante cubano les confesó sentirse entrampado en la relación con los soviéticos.
Carter anotó en 18 de enero de 1980: “Castro describió sus problemas con la Unión Soviética, la pérdida de su posición de liderazgo en [el Movimiento de Países] No Alineados como consecuencia de su servilismo con los soviéticos; sus deseos de salir de Etiopía ahora y de Angola después; su participación en los movimientos revolucionarios en Centroamérica, pero su rechazo a enviar armas o fuerzas militares a la región; y así sucesivamente. El está profundamente dañado por nuestro embargo y quiere mejores relaciones con nosotros, pero no puede abandonar a los soviéticos, quienes han apoyado su revolución incondicionalmente”.
Pastor y Tarnoff habían estado en Cuba en 1978 para negociar la liberación de cuatro prisioneros norteamericanos. Tarnoff volvió nuevamente en septiembre de 1980 para pactar con Castro el fin del puente martímo Mariel-Cayo Hueso, que trajo a Estados Unidos a unos 125,000 refugiados en apenas cinco meses.
“El [Castro] va a detener el flujo de refugiados el 25 de septiembre, retornará todas las embarcaciones vacías de regreso y reducirá a 100 el número de refugiados que saldrán hacia Estados Unidos desde ahora hasta el 25. El rechazó aceptar nada a cambio. Me dijo que no haría nada que pudiera dañarme a mí, y dejó claro que no busca un quid pro quo por lo que está haciendo”, anotó el presidente.
Carter, Premio Nobel de la Paz, llegará a La Habana este lunes invitado por el gobierno cubano en una visita para buscar el mejoramiento de las relaciones entre ambos países, con el inevitable pie forzado del caso de Alan P. Gross, el contratista estadounidense condenado a 15 años de prisión en la isla.
AGENDA DE LA VISITA DE CARTER EN CUBA
Lunes 28: Arribo a La Habana a las 10:50 a.m. Visita al Patronato de la Comunidad Hebrea de Cuba. Encuentro con el Cardenal Jaime Ortega en el Arzobispado de La Habana.
Martes 29: Visita al Convento de Belén en el centro histórico de la Habana Vieja. Encuentro con Raúl Castro en el Palacio de la Revolución.
Miércoles 30: Rueda de prensa en el Palacio de Convenciones. Regreso a Estados Unidos.
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