Ada Nocetti, una actriz memorable en su noche

Llegó a Cuba en el fervor de los años 60 y figuró en el elenco de "La noche de los asesinos", una puesta en escena de Vicente Revuelta que figura entre los mitos del teatro cubano contemporáneo.

Ada Nocetti, una actriz memorable en su noche
Ada Nocetti. Foto: Alberto Sarraín/Facebook.

Por Norge Espinosa Mendoza

La noticia me la proporcionó Michaelis Cué, y eso bastaría para darla por cierta. Pero me costó creerla, porque hace solo unos días, mientras cerraba la segunda entrega del texto que me ocupó por estos días como saludo y tributo a los 60 años de La noche de los asesinos, le había preguntado justamente por ella. Y hoy cuando me dejó saber que su propio esposo, el cineasta Alejandro Saderman, dejaba saber a sus amigos acerca del deceso en Buenos Aires de esta notable actriz uruguaya, no dejó de conmocionarme el saberlo. Justamente le había consultado a Michaelis, quien fuera colega y amigo suyo, qué se sabía de Ada Nocetti si aún vivía, si había noticias recientes de ella.

Llegó a Cuba en el fervor de los años 60, junto a Ugo Ulive, quien nos aportó entre otras cosas aquel monumental montaje de El círculo de tiza caucasiano, sobre el texto de Bertold Brecht, que inundó el amplio escenario del Teatro Mella. Posteriormente, ya arraigada en nuestro país, trabajó en diversos espectáculos, aunque ninguno en su repertorio de ese momento tendría la resonancia que alcanzó, por supuesto, La noche de los asesinos, de Pepe Triana.

Vicente Revuelta, director del montaje estrenado a fines de 1966 a partir del libreto galardonado por Casa de las Américas en 1965, la eligió a ella y a Myriam Acevedo para integrar junto a él mismo el primer elenco de la obra, y esa elección da la medida del talento que reconocía en ella. Flora Lauten, Adolfo LLauradó e Ingrid González conformaban el segundo, no menos elogiado en su momento. Con Myriam, Vicente y Pepe, Ada se fue a París, en 1967, para presentar La noche de los asesinos en el Festival de Teatro de Naciones, donde obtuvieron un éxito clamoroso. Luego, siguió con ellos de gira por Europa, llegando a Suiza, Bélgica, Italia… Añado a este artículo una imagen aparecida en La Gaceta de Cuba, acompañando un reportaje que anunciaba esa tournée, preparado por Ana Justina, como preludio de las funciones en el Viejo Continente.

Vicente Revuelta y Ada Nocetti en La noche de los asesinos, en 1966. Foto: Ernesto Fernández.

Amante de los gatos, mujer de sensibilidad particular, no redujo su trayectoria a La noche de los asesinos, tras el regreso a Cuba a fines de 1967. Fiel a Vicente Revuelta, apareció también en el elenco de otro montaje mítico: el Peer Gynt de Los Doce, estrenado en 1970 tras un intenso proceso de montaje y exploración de las técnicas de la vanguardia teatral del momento, así como incoporando en esa búsqueda elementos de lo cubano y nuestro propio acervo cultural. Amén de las influencias del Living Theater o Grotowsky, el Peer Gynt imaginado como una reinvención del texto de Ibsen tiene su lugar propio, su capítulo aparte, en la memoria y la leyenda de la escena cubana. Y también ahí estuvo Ada Nocetti.

En esa película delirante y cada vez más tremenda que es Una pelea cubana contra los demonios, dirigida por Tomás Gutiérrez Alea en 1971, ella también aparece. El elenco de ese filme, que hoy podemos leer como una alegoría directa acerca de los peligros y fundamentalismos que ya amenazaban a la cultura cubana, está poblado de figuras que serían luego víctimas, directas o indirectas, de esos extremos y esas cerrazones: desde el propio Pepe Triana como coguionista, junto a Miguel Barnet, a numerosos actores y actrices provenientes del Teatro de Ensayo Ocuje, fundado por Roberto Blanco y que moriría precisamente, en 1972, bajo esos desasosiegos.

No hay que olvidar que en ese filme Vicente Revuelta colaboró en la dirección de actores, sino que además contribuyó en la propia dirección de Una pelea… en la que su protagonista, José Antonio Rodríguez (ese otro gran nombre que merece más recuerdo), deja filtrar parte del entrenamiento que ganó con Los Doce. Ahí también están, junto a Ada Nocetti, Armando Suárez del Villar, Verónica Lynn y muchos otros, incluso Miriam Izada, según demuestran los créditos finales; por cierto, hace poco quienes fuimos sus alumnos en la Escuela Nacional de Teatro, donde impartió por años Expresión Corporal, lamentábamos la reciente noticia de su fallecimiento. Son muchos y muchas los que nos van dejando, lamentablemente.

Programa de La noche de los asesinos, Teatro Estudio, 1966.

Los datos sobre Ada Nocetti escasean: se fue de Cuba para aprender más sobre las técnicas de Grotowsky y me asegura Michaelis que llegó a tomar clases en sus talleres. Se le puede ver en otro filme: Los gauchos judíos, película argentina de 1975, dirigida por Juan José Jussid. Siguió haciendo teatro. Hay otra imagen suya que rescaté desde internet, donde se le ve en Viva el duque, nuestro dueño, en el montaje de esa obra de José Luis Alonso de Santos que estrenó el grupo Actoral 80. El último contacto directo que tuvimos con ella ocurrió en junio de 2009, cuando gracias al empeño de amigos como el propio Michaelis, pudo viajar a Cuba para participar en el Coloquio 80 Revueltas, que la Casa de las Américas gestó como homenaje al director de La noche de los asesinos.

Como Adela Escartín, como Alfonso Arau, Luisa Josefina Hernández, Osvaldo Dragún, Adolfo Gutkin, Isabel y Alberto Panelo, Néstor Raimondi, Ugo Ulive, Rodolfo Reyes, Elena Noriega…, Ada Nocetti es parte de ese grupo de artistas extranjeros que vinieron a Cuba en diversos momentos, y que, sobre todo tras el triunfo revolucionario, decidieron apostar por dejar aquí una huella, no siempre recordada debidamente ni estudiada como se merecería, no solo en el teatro o la danza, sino en un abanico mayor de lo que supo asimilar nuestra cultura, a la que también arribaron otros que por desgracia lejos de contribuir hicieron más daño que bien, por suerte los menos.

A los que sí nos dejaron referentes útiles y provechosos, a ellas y ellos que colaboraron con la expansión de nuestros talentos y posibilidades, debemos más, y sobre todo, habría que insistir en recuperar esos rostros, que la fe en un ideal trajo hasta nosotros, aunque entre ellos no falte quien se alejó también de Cuba cuando arreciaron los vientos de ese extremismo que puso en duda y en peligro lo que quisieron brindarnos. Entre esos actos de justicia pendientes, está el de recordar ahora a Ada Nocetti, la Beba del primer elenco de La noche de los asesinos, una pieza y un espectáculo que son mucho más que eso en nuestra no siempre defendida memoria cultural.

Cuando aparezca esa segunda entrega de mi tributo a La noche de los asesinos y a Pepe Triana, su nombre reaparecerá en las redes y en las pantallas de teléfonos o computadoras. Vaya ello como homenaje también a lo que nos dio en los escenarios, y de tantos otros modos, esa mujer algo enigmática y talentosa que fue la uruguaya Ada Nocetti. En su noche, y en los espejos de ese espectáculo, podemos reencontrarla muchas veces. Que eso nos alivie de las conversaciones que no pudimos sostener con ella, para que nos revelara sus propios secretos de aquella noche inolvidable.

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