Honor a quien honor merece: 75 cumpleaños de Mike Porcel

Con una obra que desborda los límites de lo trovadoresco para ubicarse en lo que algunos denominan “canción de arte”, Mike Porcel corrobora que estamos ante un creador que no hace concesiones, aunque ello conlleve seguir siendo un artista contracorriente.

Honor a quien honor merece: 75 cumpleaños de Mike Porcel
Mike Porcel durante un concierto en el Museo Cubano de la Diáspora, el 2022. Foto: Music MP.

Por Joaquín Borges

Hay consenso acerca de que Mike Porcel es uno de los cantautores (yo prefiero decirle músico) de mayor valía entre nuestros compatriotas, desde que debutase con Los Dada en 1968, a la edad de 18 años, recomendado a la banda por su profesora de guitarra, Leopoldina Núñez.

Las orquestaciones llevadas a cabo por él para los dos primeros discos de Amaury Pérez Vidal o las realizadas para sus propios fonogramas (álbumes que he reseñado en distintos medios de comunicación en La Habana y programado en espacios radiales que he tenido a mi cargo en el pasado), así lo demuestran.

Este 13 de abril, Mike Porcel arriba a su 75 cumpleaños. Quisiera equivocarme, pero estoy seguro de que ni en Cuba ni en Miami, lugar donde reside, se le rendirá el debido tributo por su onomástico. La música ideada por él, nada tiene que ver con lo que está de moda en el mercado por los días que corren y bien es sabido el precio que hay que pagar cuando se marcha a contracorriente.

Dado que creo que la desmemoria histórica es una de las peores enfermedades que puede padecer cualquier sociedad, al margen del signo político-ideológico que prevalezca, en mi caso, estaré festejando los 75 años de fecunda existencia del aludido creador habanero, al que descubrí cuando yo era un niño gracias a mi primo hermano Alfredo Arias Borges, por aquellos tiempos tecladista de Los Dada.

Comienzo la celebración recomendándoles que escuchen la primera canción de Mike Porcel que lo dio a conocer y lo consagró como uno de los grandes del pentagrama nacional (bastaría con ese solo tema). Ya él tenía otras piezas, como por ejemplo “Pido” y alguna más que entre 1968 y 1970 se incluyeron en el repertorio de la agrupación dirigida por el ya fallecido Raúl Pastora, pero sin discusión alguna “Diálogo con un ave”, en la voz de Beatriz Márquez, significó su descubrimiento para el gran público cubano. Véase la letra del tema:

“A un ave que vi.

cantar junto a mí,

yo le pregunté

qué alegría tan grande a qué se debía

y me contestó: – es el amor.

Le dije: -no sé qué cosa es amor- .

No me quise quedar así,

la curiosidad me obligó

a que le preguntara todo.

-!Ay, pobre de ti, caminante, no has sido feliz!

¡El amor es tormento de uno,

es la dicha de dos

y es el odio entre tres: eso es!-

Cuan ciego viví

jamás conocí

lo más importante que hay,

la felicidad, la verdad

que no existe sin el amor.”

Hay varias versiones de esta composición, entre ellas una realizada por la pinareña María Elena Lazo, una del propio Mike con orquestación, recogida en su disco titulado Personal, e incluso, una grabada por Beatriz en años recientes (todas muy buenas), pero si les soy sincero, ninguna de esas me emociona tanto como la registrada por la “Musicalísima” allá por el lejano 1970, con el respaldo a dos guitarras ejecutadas por el autor y por Pedro Luis Ferrer. Esto es música de verdad y lo demás bobería. Pinchen aquí:

En este sencillo tributo a la obra de Mike Porcel traigo materiales que estoy convencido no son muy conocidos. Empiezo por uno registrado hace ya 51 años.

La canción, un arma de la Revolución (va), fue un álbum colectivo producido por EGREM-Areito, en 1974, con ocasión del III Encuentro Juvenil de Amistad entre Cuba y la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En ese disco intervienen varios de los por entonces jóvenes representantes del Movimiento de la Nueva Trova.

Canciones como “Quién sabe más” (Amaury Pérez Vidal), “Mujer del mundo tercero” (Martín Rojas), “Ñico o el monumento al obrero desconocido” (Vicente Feliú), se recogen en el fonograma. Incluso, para mí fue toda una sorpresa escuchar el corte denominado “Guardafronteras”, a cargo de Adolfo Costales y mi muy querida profesora de literatura en la UH, Maggie Mateo, quien por aquellos días se firmaba Margarita.

Pues bien, en ese propio álbum, en el corte tres, aparece una hoy olvidada composición de Mike Porcel, “Canción a una primavera”, en la voz de una muy joven Argelia Fragoso, pero que ya cantaba como los dioses. Este es un tema dedicado a la campaña de alfabetización realizada en Cuba a inicios del proceso revolucionario, con un discurso letrístico hecho desde la más auténtica poesía como podrá comprobarse en el siguiente enlace:

Otra voz femenina que en los 70 puso su enorme talento en función de varias canciones de Mike Porcel fue la olvidada (entre nosotros) Nacha Guevara, una de mis cantantes y actrices favoritas de ayer, hoy y siempre. En su disco Para cuando me vaya, de 1978 y dedicado íntegramente a la obra de creadores cubanos, ella incluye de Mike los temas “Ay, del amor”, “Diario”, “En busca de una nueva flor” y “Don Carlos”.

Concierto en la sala Hubert de Blanck, La Habana, 1978.

Esta última pieza, es un tema que Porcel le dedicase al padre de los hermanos Oscar y Carlos Ruiz de la Tejera, personaje que recordarán quienes andaban por El Vedado a fines de los 70. Véase el texto de la canción:

Don Carlos fue un señor de cuello y de corbata

viajante de comercio, un hombre de su casa.

Fue pura seriedad -según cuenta su gente-

“sportsman”, pescador, celoso intransigente,

apuesto, fanfarrón, erecto y atildado,

hoy luce una joroba y un traje mal planchado.

El caso es que los años le han dado una manía

que la gente de bien no entiende todavía.

Es su mayor placer hurgar en los latones

donde duermen recuerdos entre cien mil olores

objetos sin valor para aquel que los olvida

creyendo que a la larga es dueño de la vida.

Don Carlos los recoge los ata con cariño

y esboza una sonrisa que solo dan los niños

después de almacenarlos al tiempo se le olvida

que recogió una flor entre la porquería.

Don Carlos es feliz, feliz completamente

desde que se cambió el traje de decente

por el de colector de alambres y tornillos

no hay tira de papel que escape a su bolsillo

no hay nada que lo turbe, no hay nada que le falte

la vida es una veta de cosas desechables.

¡Hurra por ti campeón del sueño y la sonrisa!

¡Salud, gran andarín, delirante sin prisa!

Mike ha incluido el tema “Don Carlos” en su fonograma denominado Personal, pero Recomiendo prestar especial a la versión llevada a cabo hace 47 años por Nacha Guevara. Esto es música de verdad y lo demás bobería:

Por lo pronto, para quienes deseen leer información más o menos actualizada acerca de la obra de Porcel, les recomiendo busquen en Internet mis comentarios a propósito de sus discos Intactus, Personal, Ecos (Suite cubana para orquesta y banda rock) y Dèjá Vu (MusicMP Inc.), publicados de forma independiente por este creador en la condición de compositor, intérprete y productor de todo el material de los fonogramas.

Existe un álbum realizado por Mike en compañía de la vocalista Ivette Cepeda y el actor Daniel García Rangel, el siempre recordado Juan Primito, pero a ese nunca he tenido acceso. Igualmente, en mi libro Músicos de Cuba y del mundo: Nadie se va del todo (Ediciones La Luz) dedico varias páginas al análisis del trabajo musical de Porcel, como parte de lo realizado por nuestros compatriotas transterrados.

En la fonografía de quien fuese el primer director del hoy afamado grupo Síntesis (la idea inicial era mezclar la música y el teatro, en una cuerda parecida a lo efectuado por los ingleses de Genesis, aspiración que no llegó a concretarse), el disco de mayor impacto para mi criterio y gusto es el denominado Ecos (Suite cubana para orquesta y banda rock). Esta deliciosa Suite representa el resumen de las disímiles experiencias e influencias musicales que conformaron el quehacer del artista que es Mike Porcel. Aquí están presentes la música académica, el rock y la canción de autor. Tal integradora cosmovisión mucho le debe al legado que en Mike dejó durante su etapa formativa el maestro y promotor cultural Ángel Vázquez Millares, ese gran defensor del arte lírico entre nosotros.

En esta Suite de tres movimientos (o actos como prefiere decir su autor), se parte de las células rítmicas cubanas, con predominio de las de origen español, aunque también con algunas africanas, sometidas en su conjunto a un proceso de hibridación a través del filtro de la cultura citadina.

En tal sentido, ello es continuación de las experiencias de Mike Porcel al fundar el grupo Síntesis. Del primer repertorio de dicha agrupación, nunca olvidaré el tremendo impacto que causó en mí una pieza de Mike nombrada “Campesina”, también conocida como “Variaciones sobre un zapateo”, según se le denominó al incluirla en el segundo disco de Síntesis (ya para entonces Porcel no estaba en la banda), el LP Aquí estamos. El arreglo coral que en vivo interpretaban Mike, Carlos Alfonso, Eliseo, Ele y Silvia, las voces del colectivo en su momento fundacional, era sencillamente impactante.

Más de una vez me he referido a que al pensar en la unión del rock con los ritmos tradicionales cubanos, por lo general se suele concebir solo desde la perspectiva de las raíces africanas. Es por ello que en varios escritos he defendido la tesis de lo harto llamativo e interesante que para el rock nacional sería buscar en los componentes hispanos de nuestra cultura, por medio de la música campesina cultivada entre nosotros. Tanto en conferencias como en cursos que imparto, uno de los ejemplos a los que apelo es “Campesina”.

En los tres movimientos que integran Ecos (Suite cubana para orquesta y banda rock), de igual modo uno percibe reminiscencias que van de un Alejandro García Caturla a un Rick Wakeman, pasando por ex colegas de Mike Porcel como el pianista y compositor José María Vitier. Como se apunta en una nota de presentación del disco, escrita por el propio Mike, los temas de Ecos son inéditos, con la excepción de dos de ellos, que Porcel quiso recuperar del pasado. Me refiero al ya aludido “Campesina” y el que se emplea en la introducción de “Alquimia universal”, vieja idea del tecladista Alfredo Arias Borges y que fuese concebida por él a manera de contrapunto a una de las primeras canciones de Mike en el tiempo en que ambos coincidieron en Los Dada. Por su parte, “Danza del poeta” está dedicada al escritor Alberto Baeza Flores quien, según palabras de Porcel, es el padre espiritual de esta obra.

Quiero dejar algunos enlaces para que disfruten del quehacer de este creador, quien en años recientes, aparte de su labor como solista, estuvo involucrado en la agrupación denominada POEM, uno de los grupos más interesantes en el panorama de la música hecha por cubanos. Entre los enlaces que recomiendo está un concierto de Mike de 2022, registrado en el American Museum of the Cuban Diaspora y presentado por el poeta Joaquín Gálvez:

“Ay del amor” es de las canciones más versionadas de Mike. Les dejo aquí la interpretación hecha por Yuyu Ramírez, con el acompañamiento guitarrístico de Carlos Luis:

NO me perdonaría dejar fuera de estos enlaces una pieza como “En busca de una nueva flor”, canción tema del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, compuesta por Mike e Ireno García. La versión que propongo es de Argelia Fragoso, pero no la interpretada en 1978, sino una mucho más reciente:

Finalmente, les propongo una de mis favoritas entre sus canciones. Se trata de “Diario”. He dudado cuál versión recomendarles, si la de Amaury Pérez o la de Santiago Feliú, entre otras, pero me he decidido por la del propio autor:

Aunque a sus 75 años Mike Porcel está consciente de que la degradación del gusto musical en la actualidad es mundial, él sigue siendo de los que hace suyo aquel esperanzador verso de Ramón Fernández Larrea que asegura: todos tenemos una estrella en la puerta, y confía en que, por fortuna, siempre hay espacios y artistas a contracorriente.

Con una obra que desborda los límites de lo trovadoresco para ubicarse en lo que algunos gustan denominar como “canción de arte”, él corrobora que estamos ante un creador que no hace concesiones a lo trillado en lo textual, ni en los giros melódicos ni en los ciclos armónicos, aunque ello conlleve seguir siendo un artista contracorriente o lo que es lo mismo, un desconocido para las grandes audiencias tanto en Cuba como en el extranjero. ¡Qué lástima!

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