Operación Guantánamo en marcha: Aterriza avión con marines para preparar llegada de inmigrantes deportados
Las instalaciones de Guantánamo deben quedar listas en una semana y el Pentágono espera enviar dos vuelos de inmigrantes en los próximos días como un primer paso para poner en práctica la estrategia de deportaciones de la administración Trump.
La Operación Guantánamo para enviar miles de inmigrantes deportados hacia la Base Naval de Estados Unidos (GITMO) en el oriente cubano, está ya en marcha.
El Departamento de Defensa anunció al mediodía de este domingo que soldados asignados al Primer Batallón del 6º Regimiento de Marines, habían llegado a la Bahía de Guantánamo, Cuba, con el fin de iniciar la ampliación del Centro de Operaciones para Inmigrantes en la Estación Naval en el lugar.
El aterrizaje del primer avión con tropas estadounidenses en territorio cubano ocupado se produce días después de que el presidente Donald Trump firmara la orden ejecutiva para deportar a delincuentes arrestados por el Departamento de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) hacia un centro de detención en Guantánamo. El anuncio lo hizo el pasado miércoles durante la ceremonia de promulgación de la Ley Laken Riley, primera legislación que suscribe su administración en el poder.
El memorando ordena al Secretario de Defensa y al Secretario de Seguridad Nacional que tomen todas las medidas apropiadas para ampliar el Centro de Operaciones de Migrantes en GITMO, con el fin de permitir su funcionamiento a plena capacidad para servir como “espacio de detención adicional de extranjeros criminales de alta prioridad que se encuentren ilegalmente en Estados Unidos”.
Trump planea enviar a Guantánamo unos 30 mil inmigrantes con historial delictivo y cuya deportación se ha dificultado por años desde Estados Unidos, debido a la resistencia o negativa de los gobiernos en sus países de origen. No se descarta que entre los posibles deportados estén algunos de los 42,084 cubanos con orden final de deportación y que el régimen de La Habana se niega a admitir.
Una fuente de la administración Trump admitió esta semana que las prioridades de deportación hacia GITMO serán los inmigrantes que ha sido difícil de enviar de regreso a sus respectivos países.
“Tenemos 30 mil camas en Guantánamo para llevar allí a los peores criminales extranjeros que amenazan al pueblo estadounidense”, dijo Trump tras firmar la Ley Laken Riley, que faculta a las autoridades federales para deportar a inmigrantes indocumentados que han sido acusados de delitos de cualquier índole, incluso faltas menores.
El centro de Guantánamo será administrado por ICE. Tom Homan, jefe de la agencia adscrita al Departamento de Seguridad Nacional, declaró que “lo peor de lo peor podría ir allí”.
La decisión destapó de inmediato un sinfín de críticas por parte del gobierno cubano y organizaciones de derechos humanos que han criticado el uso de GITMO como una prisión donde se ha violado la integridad y los reclamos fundamentales tanto de inmigrantes como de prisioneros de la guerra contra el terrorismo.
El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel calificó el anuncio como un “acto de brutalidad” de la nueva administración estadounidense, y el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) emitió una declaración condenando la decisión como un hecho irresponsable que generaría “un escenario de riesgo e inseguridad” y podría desatar serias consecuencias en la región.
Las instalaciones de GITMO deben quedar listas en una semana. El Pentágono espera enviar dos vuelos de inmigrantes en los próximos días como un primer paso para poner en práctica la estrategia de la administración contra los deportables de difícil repatriación.
En Guantánamo estuvieron albergadas en campamentos de carpas unas 35,000 personas -entre cubanos y haitianos- durante la crisis migratoria de 1994-1995. Luego, a partir de 2002, llegaron a 780 los prisioneros confinados en un campo de detención de la base en los días de la guerra contra el terrorismo.
Las instalaciones de detención de la base están diseñadas actualmente para recibir inmigrantes que la Guardia Costera intercepta en el mar y pueden ser procesados. Un pequeño grupo de personas –en su mayoría refugiados haitianos y cubanos– están actualmente alojados allí en el Centro de Operaciones para Migrantes, mientras que una veintena de presos con historial terrorista se encuentran en una dependencia de régimen carcelario.
Desde las primeras órdenes de Trump, el Departamento de Defensa y sus tropas habían cooperado en los operativos de deportación con ocho vuelos, incluyendo cuatro a Guatemala, tres a Honduras y uno a Ecuador. Este domingo, la misión los enrumbó hacia el Caribe, en una operación con retos logísticos mucho más exigentes.
Ahora la misión parece menos compleja, pero no menos costosa, con un plazo no determinado. El asunto se complica para el Departamento de Defensa y su secretario de reciente confirmación, Pete Hegseth, que se ha visto con particular ajetreo desde su llegada al Pentágono, tratando de cumplir con otra orden de Trump para enviar más tropas a impedir el paso de inmigrantes por la frontera sur.
Una preocupación fundamental entre los jerarcas militares estadounidenses con larga permanencia en el Pentágono son los gastos adicionales que llevarán las operaciones vinculadas a controles migratorios.
El costo total de la operación se dispararía rápidamente a decenas de millones, si no cientos de millones de dólares durante el presente año fiscal (FY2025), según expertos militares.
La secretaria del DHS, Kristi Noem, ya se ha pronunciado sobre los asuntos presupuestarios que acarrea la operación y adelantó esta semana que la administración buscará financiamiento a través de proyectos legislativos emergentes sobre gastos que el Congreso eventualmente considerará de urgencia.
Pero hay algo más para el estrenado Secretario de Defensa, que no es solo un asunto de maniobrar con recursos financieros. La reciente orden ejecutiva ha puesto en pausa las ambiciones de muchos funcionarios del Pentágono recién nombrados por Trump para volver a enfocar al Ejército en sus misiones principales.
“Guantánamo parece un tramo fácil de transitar en comparación con el envío de prisioneros del terrorismo, pero pueden aparecer una avalancha de problemas de todo tipo allí”, dijo a CaféFuerte un exfuncionario militar con conocimiento de operaciones en GITMO. “Esperemos unos meses y veremos la evolución de este elefante que le han vendido al presidente Trump”.