Silvia Pinal, mito y esplendor de una época

Con Cuba estuvo ligada, emocional y artísticamente, desde su primera juventud. Su éxito de arrancada vendría en 1954 con Un extraño en la escalera, película filmada en La Habana por Tulio Demicheli, con Arturo de Córdoba como galán protagónico.

Silvia Pinal, mito y esplendor de una época
Silvia Pinal junto al galán cubano César del Campo en el filme "Locura Pasional". Foto: CaféFuerte.

Se ha ido Silvia Pinal a los 93 años. Fue una de las grandes ensoñaciones de la era dorada del cine mexicano, y también la diosa codiciada y disputada por legendarios directores como Luis Buñuel, Vittorio de Sica, Tulio Demicheli, Emilio “Indio” Fernández, José María Forqué… Se codeó en los repartos con otras tantas luminarias, desde Libertad Lamarque, Mario Moreno-Cantinflas y Pedro Infante hasta Fernando Fernán Gómez, Fernando Rey, Anthony Quinn y Charles Bronson.

Se convirtió en la musa de Buñuel, con quien filmó los clásicos Viridiana (1961) y El ángel exterminador (1962). Pero Silvia Pinal fue eso y mucho más, porque transitó con virtuosismo por todos los géneros (teatro, musicales, telenovelas) y escenarios artísticos (e incluso políticos), y encarnó para siempre el esplendor de un símbolo mexicano y universal.

“Conocer a Buñuel fue de lo mejor que he tenido, porque yo trabajaba con directores comerciales, pero a la hora de hablar de arte no tenía mucha experiencia, y de pronto apareció Buñuel, y ahí cambió mi vida y gusto», escribió la diva mexicana en su autobiografía Esta soy yo (2015).

Con Cuba estuvo ligada, emocional y artísticamente, desde su primera juventud (porque Silvia Pinal vivió varias juventudes en su larga existencia). Su primer matrimonio, a los 16 años, fue con el actor y director de origen cubano Rafael Banquells, su primer novio formal. La razón de estas tempranas nupcias fue escapar de un padre represivo y controlador: «Cambié a mi padre por otro más blando que me estimuló en mi carrera».

Su éxito y reconocimiento de arrancada vendría en 1954 con Un extraño en la escalera, película filmada en Cuba por Tulio Demicheli, con Arturo de Córdoba en el papel del galán protagónico. Pinal hace de una sensual secretaria taquígrafa que es cortejada por el personaje de De Córdoba, y juntos planean el asesinato del jefe para agenciarse su dinero y escapar nada menos que a Miami. La historia cinematográfica también derivó en un romance de los protagonistas en la vida real.

Además del furor desatado por Pinal y De Córdoba, la película impactó al público por mostrar el esplendor de La Habana, el cabaret Tropicana y las tórridas escenas de amor de la pareja de amantes que llegaron a planos de desnudos impensables para la época.

El filme compitió en el Festival de Cannes, en 1955, y la actuación radiante y desembozada de Pinal la situarían desde entonces en el mundo de la sensualidad cinematográfica.

“Sí, fue mi gran película, el gran estirón, donde pasé a ser una estrella. Así ingrese en el mundo de las chicas sexies”, confesaría Pinal años después.

En 1953, Pinal también realizó su primer trabajo musical en el cine con Mis tres viudas alegres, en el que compartió créditos con otra estrella del cine mexicano, Lilia del Valle, y la rumbera cubana Amalia Aguilar.

Hace exactamente dos años, en octubre de 2022, estuve en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad México para visitar una exposición con vestidos y otras pertenencias de la Colección Silvia Pinal. Tomé entonces unas fotos, entre ellas del vestido usado para el retrato que le realizara Diego Rivera en 1956.

De esa visita comparto aquí algunas de las imágenes que conservo aún, a manera de recordación agradecida a una mujer que marcó definitivamente el arte, rompió estereotipos y prejuicios, y vivió a plenitud en una época que, a estas alturas, es ya -como la propia Silvia Pinal- mito y nostalgia.

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