Kris Kristofferson (1936-2024) y su legendario concierto en Cuba

Ha muerto un artista virtuoso de nuestra época. El cantante, compositor y actor estadounidense falleció en su casa en Maui, Hawai, a los 88 años.

Kris Kristofferson (1936-2024) y su legendario concierto en Cuba
Kris Kristofferson durante su actuación en el XVI Festival Hardly Strictly Bluegrass Music, en el Golden Gate Park en San Francisco, en 2016. Foto: Gabriella Angotti-Jones/The Chronicle.

Ha muerto un artista virtuoso de nuestra época. Kris Kristofferson, cantante, compositor y actor que deja una estela de éxitos memorables en la música popular y el cine, y también un aliento de inolvidables historias de amor en la pantalla y en la vida.

Fue un hombre culto, genuino, decidido a arriesgarlo todo por su pasión por la música.

Para los cubanos, pues fue una referencia obligada por sus grandes hitos musicales y por una legendaria presentación en La Habana de 1979 que pasó a ser un mito entre nuestros contemporáneos.

Kristofferson durante una entrevista en 2012. Foto: Tinnitist.

 Su muerte fue anunciada por una portavoz de la familia, Ebie McFarland, que no informó la causa del deceso. El fallecimiento ocurrió el sábado en su casa de Maui, Hawai, a los 88 años.

La fama de Kristofferson emergió en 1970, cuando su balada agridulce, melancólica “For the Good Times” encabezó la lista de música country y se coló entre los 40 éxitos pop más escuchados de Estados Unidos.

Su “Sunday Morning Coming Down” se convirtió en un tema de apabullante popularidad y escaló al número uno del hit parade por su amigo y mentor Johnny Cash, a fines de ese mismo año. Una canción de abandono espiritual y desolación expresados con sentido literario, hondura y sencillez como pocas veces había logrado el género country.

Con Barbra Streinsand en “Nace una estrella”(1976).

Por eso, Kristofferson empezó a ser considerado algo más que un compositor del country. Un neorromántico de la música popular que bebió tanto de la poesía de John Keats como de los autores de la llamada Generación Beat y Bob Dylan.

Sus temas penetraron a la vez zonas de los problemas esenciales de nuestra enconada contemporaneidad en tiempos de guerras y desafíos sociales.

“La libertad es sólo otra palabra para decir que no hay nada que perder/nada no vale nada, pero es gratis”, escribió en “Me and Bobby McGee”.

Janis Joplin, fallecida en octubre de 1970 y con quien Kristofferson mantuvo una breve relación sentimental, tuvo un sencillo póstumo número uno con su grabación de ese tema en 1971.

Más tarde ese año, “Help Me Make It Through the Night” se convirtió en un éxito número uno de la música country y en escaló al Top 10 del pop en una interpretación desgarradora de Sammi Smith.

Fue también el primer premio Grammy para Kristofferson por Mejor Canción Country del Año, en 1972.

Poco después, junto a su esposa la cantante Rita Coolidge, vendrían más Grammy en la década de los 70s. Ambos ganaron premio a la Mejor Interpretación Country de un Dúo o Grupo con “From the Bottle to the Bottom” (1973) y “Lover Please” (1975). También la pareja apareció en una desgarradora película western del irreverente Sam Peckinpah, Pat Garrett & Billy the Kid, en la que Kristofferson encarnó al icónico forajido.

Entonces la carrera del compositor tomó un aire cinematográfico que fue algo más que su violín de Ingres. Martin Scorsese vio en él un actor de carácter y lo escogió para el papel protagónico de Alice Doesn’t Live Here Anymore (1974). Fue un rol de revelación para Kristofferson y el pasaporte para un remake espléndido de A Star Is Born (1976), dirigido por Frank Pierson y con la actuación de Barbra Streisand, por lo que ganó un Globo de Oro.

Kristofferson en 1978, poco antes de su viaje a Cuba. Foto: Magna Artists.

En el pináculo de la gloria y el encantamiento popular es justamente cuando el artista se enrola en la aventura de “Havana Jam”, lo que constituyó una histórica jornada de conciertos en el Teatro Karl Marx de La Habana, del 2-4 de marzo de 1979.

Acaso el más significante intercambio cultural entre ambos países después del triunfo de Fidel Castro en 1959.

Con el aire a favor que propició la administración de Jimmy Carter, la industria musical figuró como una embajadora de buena voluntad para tender un puente sobre el vacío cultural que prevalecía entre ambos países, enfrascados en un diferendo político de alta tensión y bajo el signo de la influencia soviética sobre la isla. Y así fue que un selecto grupo de músicos estadounidenses, bajo el liderazgo del presidente de CBS Records, Bruce Lundvall, viajaron de Nueva York a La Habana para hacer posible el milagro sobre un escenario cubano.

 Tres días de conciertos que lamentablemente fueron para un público escogido y controlado por la jerarquía gubernamental de siempre, sin difusión en la prensa oficial, pero sin dudas un acontecimiento artístico para la Historia. La lista de estrellas del lado cubano incluyó a Pacho Alonso, Juan Pablo Torres, Los Papines, Irakere y la Orquesta Aragón, mientras que las luminarias del lado estadounidense se llamaban Billy Joel, Stephen Stills, Bonnie Bramlett, Kris Kristofferson, Rita Coolidge, la Fania All-Stars (sin Celia Cruz, por razones que ya sabemos), Trio of Doom y CBS Jazz All-Stars en una constelación de talentos y genialidades que estremeció a La Habana.

Kris Kristofferson estuvo allí, deleitó a multitudes y permanece en la memoria cubana como una fulgurante estrella fugaz, un genio de paso que registró nuestra escena y que seguimos admirando hasta hoy.

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