Del tráfico de influencias a la inversión extranjera en Cuba: Los tablaos del profesor Rodolfo Dávalos
Por Roberto Márquez
Un fenómeno parece perpetuarse en Cuba a medida que avanzan las reformas de Raúl Castro y la sociedad cubana sigue profundizando su nueva estratificación del siglo XXI, para reacomodo de los que se mantienen en el poder, a toda costa y a cualquier costo. Un fenómeno que tiene, a no dudarlo, un componente nepótico y hasta sentimental, enraizado en el comportamiento de casta de la élite política: el traspaso de mandos y beneficios a los descendientes de la generación histórica.
El caso del prominente jurista y profesor Rodolfo Dávalos y su hija abogada Lourdes Dávalos se ajusta plenamente a esta “vocación hereditaria”.
La carrera profesional del doctor Rodolfo Dávalos (Matanzas, 1940) se expuso en casi mil palabras tras concedérsele el Premio Nacional de Derecho (2012). El tramo más sabroso empieza en 1993, al empinarse como asesor jurídico de la empresa mixta Cubacán, donde confluyeron el grupo español Sol Meliá y el empresario canario Enrique Martinón con la corporación cubana de turismo y comercio internacional Cubanacán para dar pie a Sol Palmeras y otros hoteles. Desde entonces el Dr. Dávalos canta, toca y baila con pericia en el tablao de las inversiones extranjeras.
Política simbólica
Así mismo lo hace en el tablao de la política simbólica desde que asumió a distancia la defensa de los espías de la Red Avispa y dio a imprenta Estados Unidos vs. Cinco Héroes. Un juicio silenciado (Editorial Capitán San Luis, 2005). Sin embargo, el doctor Dávalos canta, toca y baila en otro tablao que no aparece en su hoja de vida, ya que ofrece el espectáculo de tráfico de influencias a favor de su hija.
Ahora mismo la firma británica Esencia Hotels & Resorts está enfrascada con el grupo empresarial extrahotelero cubano Palmares en la multimillonaria joint venture The Carbonera Club: “El primer resort exclusivo de Cuba con campo de golf de clase mundial y propiedades de diseño de lujo”. Aunque por ley esta empresa mixta tiene que recibir asesoría jurídica del despacho cubano correspondiente, el socio británico se ha bajado con que conviene recibir asesoramiento del despacho madrileño Uría Menéndez Abogados. Y no solo eso, sino también que la empresa mixta -no el socio británico interesado- deberá pagar los honorarios.
La preferencia de los británicos por aquel despacho en Madrid trae su causa inequívoca de que allí trabaja desde 2011 Lourdes Dávalos, a quien la guía de juristas Chambers Latin America encumbra como “Star Associate” en Derecho cubano, especialmente en el campo de las inversiones extranjeras. Entre 2009 y 2011 el Dr. Dávalos solía recomendar el asesoramiento de otro despacho madrileño: Eversheds Lupicinio. Aquí trabajó su hija durante ese lapso.
En la hoja de vida del Dr. Dávalos consta ser “Presidente de la Corte Cubana de Arbitraje Comercial Internacional [CCACI] desde su constitución en 2007”, así como haber actuado como árbitro en la Corte Civil y Mercantil (CIMA) de Madrid e incluso en la Corte Internacional de Arbitraje (CCI) con sede en París. Aquí descolló por su defensa a ultranza del Estado cubano frente al empresario chileno Max Marambio en el conflicto por la disolución de la empresa mixta Alimentos Río Zaza S.A.
Consejera precoz
Todavía en este caso pudiera mitigarse el conflicto de intereses de un árbitro que, siendo funcionario del Estado cubano, actúa como juez y parte. Podría añadirse la coletilla de que Dávalos se rige tan solo por la ley al desempeñar funciones arbitrales, pero el conflicto de intereses se torna escandaloso en otro caso mucho más personal. El perfil profesional de Lourdes Dávalos en Linkedin incluye haber sido “external legal adviser” de la CCACI entre 2007 y 2009. Uno diría que de tal palo tal astilla, pero el Dr. Dávalos jamás podrá justificar cómo su hija llegó a consultora externa de la CCACI y expertísima en Derecho cubano si nunca ejerció la profesión en Cuba.
Tras licenciarse en Derecho (2007) por Universidad de La Habana (UH), Lourdes Dávalos tenía que cumplir por ley el llamado Servicio Social. Su boleta de graduada indicaba hacerlo en el Ministerio de Finanzas y Precios, pero viajó a España y se quedó allá. En consecuencia, su título sería anulado por orden del decano de la Facultad de Derecho (UH), José Luis Toledo, pese a que el doctor Dávalos amenazó con plantear el asunto a su colega Homero Acosta, secretario del Consejo de Estado y allegado al gobernante Raúl Castro. Toledo repuso: “Hazlo”.
Entretanto Lourdes Dávalos revalidaba su licenciatura y sacaba la maestría en Derecho de los Negocios Internacionales por la Universidad Complutense. Se inscribió con el número 100622 en el Colegio de Abogados de Madrid y amén de trabajar en Eversheds Lupicinio y Uría Menéndez, publicó en formato electrónico cositas como “El contrato internacional en la nueva ley cubana de contratación económica” y “El régimen jurídico de la Zona Especial de Desarrollo Mariel”.
Así y todo, su apuntada experiencia profesional en Derecho cubano no puede explicarse a menos que sea por ósmosis o por intervención directa del padre en el tablao de tráfico de influencias.
Por cierto, la salida de Lourdes Dávalos a España en 2007 fue literalmente para ir a bailar flamenco.