Fallece el pianista Bebo Valdés, gloria de la música cubana
El pianista cubano Bebo Valdés (1918-2013).
El pianista y compositor Bebo Valdés, uno de los mitos de la época de oro de la música cubana en el siglo XX, falleció este viernes en Estocolmo, a los 94 años.
El deceso del célebre artista, que padecía de Alzheimer, fue anunciado por la familia. Residía en Málaga desde el 2007, pero hace dos semanas sus hijos decidieron trasladarlo a la capital sueca para que muriera allí.
El 22 de marzo quedará en la historia como una fecha de despedida para dos músicos cubanos universales, pues el mismo día, en el 2008, murió en Miami su colega y amigo Israel López “Cachao”.
Con la muerte de Bebo desaparece uno de creadores capitales de un período de esplendor de los ritmos cubanos, que convirtieron a La Habana en un seductor hervidero de festividad y conquistaron el mundo.
Creador de la batanga (un ritmo que rivalizó con el mambo en su época), Bebo es considerado un pionero del jazz afrocubano, el hombre que revolucionó la música popular con su genialidad de compositor y arreglista, asociado a figuras fundacionales como Cachao, Rita Montaner, Celia Cruz, Patato Valdés, Mario Bauzá y Rolando Laserie.
Adiós a Cuba
Junto a Laserie abandonó Cuba en 1960, inconforme con el rumbo de la revolución de Fidel Castro. Ambos se prometieron no volver hasta que no se produjera un cambio de régimen y murieron en el exilio sin regresar al país que los vio nacer.
A pesar de haber sido silenciado por la cultura oficial durante décadas, los medios cubanos no han obviado su muerte. El diario Granma publica este sábado una escueta nota de cuatro párrafos, mientras que el sitio digital Cubadebate tituló “Luto en la música: falleció Bebo Valdés“.
Bebo es el padre de Chucho Valdés, fundador de Irakere y calificado como uno de los más geniales pianistas contemporáneos.
Nacido en el poblado de Quivicán, al sur de La Habana, el 9 de octubre de 1918, Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro provenía de una familia pobre. Estudió en el Conservatorio de La Habana e inició luego su carrera musical en la capital, en los años 40, como pianista de las orquestas de Ulacia, García Curbelo y Julio Cuevas, entre las más populares de entonces.
Con la agrupación de Cuevas compuso el mambo “La rareza del siglo”, con el que comenzó a cobrar popularidad y atención de otras bandas. Así es que logró pasarse para la orquesta de Armando Romeu y convertirse en asesor musical del famoso cabaret Tropicana, entre 1948 y 1957. Tropicana había sido inaugurado en 1939.
Con gran sabor
Conformó luego Sabor de Cuba, su propia banda. En 1952 el productor estadounidense Norman Granz le encargó a Valdés una grabación de jazz, con Beny Moré como vocalista, que se considera la primera descarga de jazz cubano que se grabó en la isla.
Es también el momento de sus acompañamientos al piano junto a Nat King Cole y Sara Vaughan.
En plenitud de fama y reconocimiento artístico, Bebo tomó el camino del exilio. Viajó a México, asesoró musicalmente al bolerista Lucho Gatica, se trasladó a Estados Unidos y recorrió Europa con los Havana Cuban Boys, bajo la dirección de Armando Oréfiche.
En Estocolmo se enamoró de la sueca Rose Marie Pehrson, se casó en 1963 e hizo una familia con ella. Allí transcurrieron sus días como un anónimo pianista de hoteles y cabarets hasta que en 1994 el saxofonista Paquito D’Rivera lo llamó para invitarle a grabar un nuevo disco en Alemania.
Fue el renacimiento artístico de Bebo, a los 76 años, con un disco que catapultó su mito: Bebo Rides Again, lanzado por el sello Messidor.
Bebo redivivo
Bebo regresó a los conciertos internacionales y acumuló elogiosas críticas que redescubrían su talento y maestría como pianista, compositor y fundador del jazz latino.
En el 2000 el cineasta español Fernando Trueba y el productor cubanoamericano Nat Chediak impulsaron el proyecto del documental Calle 54, realizado con la participación de luminarias del jazz latino en Nueva York. El éxito del filme de Trueba, que consideraba a Bebo como un padre, revivió la atención mundial sobre su música.
Bebo grabó junto con Cachao y Patato Valdés El Arte del Sabor (2001), por el que recibió un Premio Grammy al Mejor Álbum Tropical Tradicional.
Un año después, Trueba y Chediak produjeron Lágrimas negras (2003), disco que unió a Bebo con el cantaor flamenco Diego el Cigala. El volumen se convirtió pronto en un éxito internacional y fue reconocido con un Grammy Latino, tres Discos de Platino en España y uno en Argentina, México y Venezuela.
Bebo y El Cigala cumplieron una aclamada gira por París, Nueva York, Londres, Buenos Aires, Tokio, México, Madrid y Barcelona. Apenas en un año, Lágrimas negras había logrado vender más de 700 mil copias alrededor del mundo.
Juntos para siempre
En el 2005 lanzó Bebo de Cuba, que fue premiado con un Premio Grammy Latino como Mejor Album de Jazz Latino.
Su última producción musical lo reunió con su hijo Chucho: Bebo y Chucho Valdés, juntos para siempre (2008), un recorrido por el cancionero popular cubano que se llevó también el Grammy Latino.
En el 2011 recibió un Doctorado Honoris Causa otorgado por Berklee College of Music, una legendaria institución musical de Boston.
Su vida y su música en la Cuba de los años 50 inspiraron la película animada Chico y Rita, dirigida por Fernando Trueba y con dibujos de Javier Mariscal, y nominada al Oscar en el 2012.
Valdés residió en Estocolmo hasta el 2007, cuando se mudó a la ciudad española de Benalmádena, al sur de Málaga. Hasta allí se había trasladado Chucho Valdés para acompañarlo en sus últimos días.
Lo sobreviven cinco hijos y 13 nietos. Además de Chucho, han seguido el camino de la música otros dos hijos suyos: la cantante María Caridad Valdés, en Cuba, y el percusionista Rickard Valdés, en Suecia. Su esposa había fallecido el pasado año.
La familia informó que Bebo será enterrado junto a su esposa en un cementerio de Estocolmo.