Time: EEUU debería respaldar a dueños de propiedades en Cuba
El periodista Tim Padgett, reportero de asuntos cubanos de la revista Time, reflexiona sobre los pasos que debería dar Washington respecto al embargo ahora que el gobierno de Raúl Castro ha liberalizado la compraventa de propiedades en la isla.
En un artículo publicado en la edición digital, Padgett piensa que es hora de que Estados Unidos apele al sentido común para implementar alternativas de cambio en Cuba cuando el propio régimen abre esa posibilidad a sus ciudadanos.
Padgett realizó recientemente en Cuba un extenso reportaje sobre la reanimación del papel de la Iglesia Católica en la vida pública cubana durante la era de Raúl Castro.
CaféFuerte publica a continuación una versión en español de la columna de Padgett, la que seguramente dará pie a más de una controversia sobre el tema.
POR QUÉ ESTADOS UNIDOS DEBERIA ABANDONAR EL EMBARGO Y RESPALDAR A LOS DUEÑOS DE PROPIEDADES EN CUBA
Por Tim Padgett
No fue muy sorprendente cuando Cuba anunció el jueves 3 de noviembre que la población en la isla comunista podrá ahora comprar y vender casas particulares. De hecho, los cubanos podrán comprar dos viviendas -una en la ciudad y una en el campo, tal vez para esos fines de semana cuando uno necesite estar alejado de los Comité de Defensa de la Revolución de su vecindario. El presidente Raúl Castro, quien ha tenido que liberalizar su moribunda economía para mantenerla a flote, ya había dicho que los cubanos podrían tener sus propios autos y negocios, de manera que la compra bienes raíces no significaba un gran salto.
Y, sin embargo, sí lo es. Más que cualquiera de las anteriores reformas de Castro, esta decisión abre la puerta a algo que Cuba no ha experimentado mucho desde el triunfo de la revolución de 1959: el desarrollo económico real. Y hace lucir más inútil el embargo comercial que por 49 años Washington mantiene sobre Cuba.
¿Un guiño al comunismo chino?
El jueves, el decreto-ley sobre la compraventa y traspaso de viviendas avivó el debate sobre si las reformas de Castro son un guiño a al comunismo-con-modelo capitalista que enarbola China o si, como Castro insiste, constituyen simplemente un medio para preservar el socialismo cubano. La respuesta: Lo que sea. A estas alturas, esto es sólo un juego de semántica ideológica, porque lo que importa es que los cubanos tendrán ahora una de las cartas más valiosas para la economía formal: el título legal de propiedad.
Los cubanos, a pesar de su sistema universal de salud y educación, han vivido durante el pasado medio siglo aferrados a la economía informal subterránea -lo que ellos llaman resolver o solucionar de las duras carencias cotidianas de la vida comunista tan astutamente (a veces ilegalmente) como sea posible. En cuanto a eso, los neurocirujanos de La Habana están, en líneas generales, en la mismo situación que los ocupantes ilegales barrios de Caracas a Calcuta: ellos no han tenido ningún título legal de bienes como las casas que podrían utilizar para el comercio lucrativo o para garantías de un préstamo. Pero como el economista peruano Hernando de Soto señala en su libro El Misterio del Capital (2000) –uno de los mejores tratados sobre la manera de desbloquear el desarrollo- la formalización de la propiedad puede iniciar una reacción económica en cadena, consolidando un comercio más fuerte y extendido, y aumentando la recaudación de impuestos . “El dinero”, escribió De Soto, “presupone la propiedad”.
Es lógico suponer que más dinero entre ahora en Cuba. En los últimos dos años, los cubanos han recibido cerca de $ 2,000 millones de dólares en remesas de familiares residentes en el extranjero, y esa cifra bien pudiera ahora que hay casas a la venta –de hechos, suficientes casa como para hacer llorar de nostalgia a un corredor de bienes raíces de Florida. El financiamiento de las compras de esas propiedades se debe hacer a través del Banco Central de Cuba; todavía, en dependencia de las nuevas regulaciones bancarias que aún Castro debe precisar, los propietarios de viviendas pueden obtener créditos y capital fuera del Banco Central para mejorar sus casas o, más importante, iniciar o expandir los negocios privados que Castro espera puedan absorber hasta un millón de trabajadores estatales que serán despedidos. Los banqueros extranjeros y organizaciones no gubernamentales estarán ansiosos de canalizar préstamos hacia un mercado de 11 millones de personas emprendedoras y bien educadas que viven a 90 millas de la Florida y les recuerdan a los chinos de hace una generación.
Sacudirse del embargo
Si Castro permite eso -y él no conseguirá apartar con éxito un millón de cubanos de la ruinosa economía estatal sin asegurarse de que sus empresas están suficientemente financiadas- la isla podría comenzar a ver la emergencia de genuinas oportunidades económicas. Políticamente, esto puede hacer que una población se inquiete o mantenga relajada. Pero de cualquier manera, la línea dura que respalda el embargo estadounidense no podrá seguir gritando que el dinero que va hacia Cuba simplemente apuntala el régimen de Castro y sus abusos de derechos humanos.
Nos guste o no, estamos más allá de eso -como lo hemos estado respecto a China comunista ya hace una generación. La propiedad sobre los bienes promete impulsar el tipo de latido económico que un embargo, especialmente un unilateral e ineficaz bloqueo comercial como el que Washington mantiene, no puede realmente parar ya. Así que la única pregunta ahora es si Estados Unidos debilita o, mejor aún, se sacude del embargo para que Washington puede permitir el tipo de inversión yanqui que ayude a las familias y los empresarios dentro de Cuba -de modo que cuando el cambio político llegue a Cuba después que desaparezca el régimen de Castro tengamos sembrado algo de buena voluntad e influencia allí- o si le da la espalda, para seguirse regodeando en las ilusiones de derrocamiento del régimen del lobby pro embargo simplemente porque el sistema político estadounidense todavía teme que los votos cubano-americanos puedan decidir las elecciones en Florida.
Uno de los puntos más sobresalientes de De Soto es que los efectos de generación de la economía de propiedad legal -el “marco institucional productor de riqueza”- fue uno de los factores clave para que el capitalismo estadounidense fuera exitoso durante los últimos dos siglos. Puede que no conduzca a una Primavera del Caribe en Cuba -pero tampoco lo habrán logrado cinco décadas pérdidas de embargo. La conclusión es que Washington necesita apelar al sentido común para implementar alternativas cuando el propio Castro se las proporciona.
Traducción: CaféFuerte