La guayaba de cartón: Cubanos protestan por jabón con olor a almendra
A los tradicionales signos de identidad que los diferencian de otras nacionalidades, los cubanos suman ahora otra cualidad única: prefieren que el jabón de tocador tenga mucho olor, manifestando una tendencia contraria a lo que ocurre en el mundo.
Lo acaba de descubrir la Dirección Técnica Productiva de Suchel Fragancia, la empresa estatal responsabilizada de la producción de jabonería y perfumería en el país.
Según dice la directora de esa dependencia empresarial, Ariadna Escoriza Martínez, los consumidores empezaron a protestar porque en el caso del jabón Nácar, la sacrosanta pastilla con que nos bañamos los cubanos por décadas, “tenía un olor potente a almendra” y “algunas personas se quejaron porque les provocaba irritación en la piel”.
Ante esas inconformidades, dice la funcionaria que Suchel Fragancia tuvo que cambiar “el olor a almendra” por un olorcito floral, que ahora contienen los nuevos jabones en el mercado liberado bajo la marca Lis.
Pues resulta que por el gran respeto al consumidor que tiene el mercado cubano, Suchel Fragancia llegó a proponerle cuatro olores al Ministerio del Comercio Interior y, después de un sondeo enteramente científico y democrático, los cubanos decidieron que se quedaban con Lis, una fragancia suave con olor a flores. Vaya, para que no digan que en Cuba faltan los derechos democráticos, entre cuatro a escoger uno.
Lis, olor de cambio
Así se está produciendo desde febrero el jabón Lis, coincidiendo con la salida del mercado de los antidiluvianos Nácar y Batey, que se han dejado de producir para bien de la atmósfera patria y la piel de los cubanos de la isla.
Recuerden que desde este año el gobierno retiró la cuota de jabón, pasta dental y detergentes de la libreta de racionamiento y puso estos productos al “alcance de todos”en el mercado liberado.
Todavía quedan en el mercado algunos remanentes con la “anterior formulación” de la almendra Nácar y el amarillento Batey, por lo que sería recomendable que los cubanos se apresuraran a adquirirlos con fines museables.
Porque todo el respeto que merece la señora Escoriza, no mucha gente en Cuba se dispara el cuento de que el Nácar olía al almendra. En todo caso, una almendra muy peculiar que sólo catadores con buena voluntad podrían autenticar. Que se lo vengan a soplar a las generaciones que lo padecimos mes tras mes, al menos en la cuota que entregaban antes del llamado período especial.
La perfumóloga Escoriza nos sorprende con otra afirmación de exclusividad del mercado cubano, que “desgraciadamente” no entiende que “los jabones no deben oler mucho”.
Olores que opacan
Tal vez esta pesadilla del Nácar y las prolongadas ausencias de buenos efluvios dentro de la isla, pueda ser la razón más poderosa para entender el porqué de la tendencia a preferir fragancias potentes. La lógica de pensar que los jabones no deben oler mucho porque “opacaría otros olores como el del perfume, el desodorante y las cremas hidratantes”, no sintoniza mucho con la realidad de las últimas cinco décadas en la vida nacional.
Las declaraciones de la especialista de Suchel Fragancia nos dejan sobre la mesa otros descubrimientos de la perfumada industria nacional. Debido a que las plantas de donde se extraen los productos químicos están en crisis, pues Cuba está realizando un esfuerzo máximo para “lograr una fragancia que cubra la masa del jabón dentro de los costos de producción porque la mayoría de las materias primas que se utilizan en la industria son extremadamente caras”.
En Cuba solo se produce un aceite esencial en Jagüey Grande, en Matanzas, “pero por sus características se usa muy poco”, es decir, que es como si no existiera.
Pero ya tenemos el jabón Lis, un nuevo olor para los profundos cambios que promueve el gobierno de Raúl Castro. Como la pasta con aire que ya disfrutan los consumidores nacionales.