En funcionamiento cable submarino que conecta a Cuba y Venezuela

En funcionamiento cable submarino que conecta a Cuba y VenezuelaPor José Remón*

El esperado cable submarino de fibra óptica que conecta a Cuba y Venezuela está ya totalmente probado y brindando servicios a selectas entidades de ambos gobiernos, a pesar del secretismo que rodea su funcionamiento.

El cable -financiado por el gobierno de Hugo Chávez a un costo de $70 millones de dólares- pasó todas las pruebas de aceptación inicial a mediados de  agosto y desde entonces presta servicios a limitados organismos gubernamentales, según confirmaron fuentes del sector tecnológico desde la isla.

¿Una institución beneficiada hasta ahora? El Ministerio del Interior de Cuba (MININT).

La Empresa de Telecomunicaciones Gran Caribe, responsabilizada con la ejecución del proyecto, y las autoridades de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) habían informado previamente que el cable entraría en funciones en julio, pero hasta el momento no ha habido ningún pronunciamiento sobre el asunto.

La puesta en funcionamiento del cable ha estado también salpicada por un escándalo de malversación y corrupción que compromete a altos funcionarios de ETECSA, muchos de ellos suspendidos y sometidos a una investigación policial.

Sin una inauguración oficial y en medio de un proceso de reevaluación de su alcance y perspectivas inmediatas, el cable identificado como ALBA-1 se mantiene casi como un secreto de Estado, pues su puesta en servicio desmantelaría una buena parte de las versiones oficiales acerca de las limitaciones de acceso y sobre todo rapidez de la internet cubana.

Tres mil veces más rápido

La velocidad de transmisión del cable es de 320 Gigabytes, lo que significa tres mil veces más capacidad de conexión que la que tiene Cuba actualmente.

Las inversiones necesarias en la infraestructura principal que enlaza la estación de amarre del cable en Santiago de Cuba con la red troncal y de ahí a la Habana están ya hechas. Las limitaciones para expandir su acceso al público son más bien políticas que tecnológicas, aunque hay temas como el mantenimiento del cable en su parte marina que permanecen aún sin resolverse.

Con una longitud total de 1,600 kilómetros, el cable reposará en el fondo marino en la mayor parte de su trayecto, beneficiándose de que no existen corrientes de agua que lo muevan de su trazado original. Solo fue enterrado en algunos puntos estratégicos para mantenerlo fijo.

Pero no es menos cierto que subsisten problemas vinculados al cable como el hecho de que Cuba no es miembro del ACMA (Atlantic Cable Maintenance Agreement), lo que dificulta la garantía de mantenimiento de un cable sin ruta alterna.

Los países miembros de ese acuerdo internacional, incluido Venezuela, cuentan con barcos específicamente proyectados y situados para solucionar interrupciones en mares y puntos de acceso, pero según las leyes del embargo cualquier embarcación que entre en aguas cubanas no puede tocar puertos norteamericanos en seis meses ha causado preocupación entre los servidores.

La inmensa mayoría de los cables del área tocan uno o más puntos bajo jurisdicción de Estados Unidos.

Con mucha cautela

De todas formas, el gobierno tiene que moverse con cautela sobre el tema por razones no tecnológicas: ¿cómo explicarles a los blogueros como Yoani Sánchez y a las personas que tratan de conectarse a internet que el servicio seguirá costando $7 dólares desde un hotel? ¿cómo justificar entonces ante los estudiantes universitarios de que los accesos universitarios siguen siendo lentos y limitados?

Precisamente hoy Yoani Sánchez mostró sus dudas  e inconformidad sobre la situación en un Twitter enviado desde La Habana. “Cable instalado ya e/ Cuba y Venezuela pero no operativo. Algunos especulan problemas técnicos, otros hablan de ´miedo´ a Internet”, escribió la bloguera. “Nos prometieron que ya para esta fecha el cable de fibra óptica desde Venezuela nos daria Internet… era mentira!”.

Cuba ha reiterado desde el comienzo que priorizará la conexión a la red de manera organizada para garantizar un “uso social” de las ventajas del cable, lo que constituye una advertencia poco solapada del control gubernamental que regirá sobre este proyecto.

Es oportuno señalar que ya se encuentran en Cuba las réplicas y el control de las bases de datos de las cédulas de identificación y voto de Venezuela, así como los servicios de pasaporte, lo que permitirá la emisión, registro, actualización y comprobación de tan significativos servicios. Y es como para que las aduanas del mundo comiencen a preocuparse cada vez que vean un pasaporte venezolano.

En resumen, todo parece indicar que la población cubana va a continuar esperando ante la reticencia de un régimen empeñado en mantener un férreo control de la información.

* José Remón es Ingeniero Eléctrico en Telecomunicaciones. Trabajó en el Ministerio de Comunicaciones de Cuba por 25 años. A partir de 1979, se vinculó a las comunicaciones internacionales con la instalación de la primera estación de satélite de Intelsat. Fue Gerente de Servicios Internacionales y, desde 1988, participó activamente en las negociaciones con compañías de Estados Unidos, supervisando la administración de las cuentas internacionales. Es autor del estudio que permitió llegar al acuerdo de las tarifas entre Cuba-EEUU en 1992. Reside en Miami desde 1994. Laboró en el despliegue de un cable submarino de fibra óptica que conectó a 10 países de América del Sur con EEUU. Actualmente es consultor de Telecomunicaciones.

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