Falleció la actriz cubana Adria Santana

Falleció la actriz cubana Adria SantanaPor Wilfredo Cancio Isla

La actriz Adria Santana, una figura que marcó con su laboriosidad y talento el teatro cubano por más de cuatro décadas, falleció este viernes en La Habana tras perder una larga batalla contra el cáncer. Tenía 63 años.

Con la muerte de Adria, el arte dramático cubano pierde a una de sus más tenaces personalidades, protagonista de primera línea del movimiento teatral gestado en los años 60 y 70 bajo el liderazgo de creadores de la talla de Vicente y Raquel Revuelta, Berta Martínez, Abelardo Estorino, Martha Valdés y Armando Suárez del Villar.

La noticia llegó a Miami por vía de mensajes de familiares, teatristas y amigos suyos en la isla. Su fallecimiento ocurrió a las 3 a.m. en un hospital habanero, adonde ingresó esta semana por el agravamiento de la enfermedad.

“Estoy devastado, te imaginas lo que significaba Adria para mí como actriz y como ser humano”, dijo el laureado dramaturgo Abelardo Estorino en conversación telefónica desde La Habana. “Ella era como parte de mí, nuestras familias entablaron una relación muy íntima que se extendió más allá del teatro”.

Estorino, Premio Nacional de Literatura, contó a CaféFuerte que la había visitado el jueves en el hospital, pero ella no lo conoció.

Adria fue sometida a un fuerte tratamiento de citostáticos, pues el cáncer le había invadido los huesos, el hígado y zonas del cerebro.

Con Estorino desde el comienzo

Nacida el 29 de agosto de 1948 en Victoria de las Tunas, en el seno de una familia humilde y de abierta militancia comunista, Adria se incorporó siendo muy joven a la campaña de alfabetización impulsada por Fidel Castro en 1960.

En 1970 se graduó de la Escuela Nacional de Arte (ENA) y debutó en el teatro profesional un año después interpretando el personaje de Belisa de La discreta enamorada (Lope de Vega), bajo la dirección de Estorino.

En Teatro Estudio -agrupación a la que perteneció por 20 años- se produciría su maduración artística de  la mano de directores como Vicente y Raquel Revuelta, Martínez y Suárez del Villar. Pero sería con Estorino a quien estarían definitivamente asociados sus mayores éxitos en la escena.

De hecho, se convirtió desde los años 80 en la actriz emblemática del teatro de Estorino, con quien entablaría entrañable relación profesional y de amistad.

Con el éxito de público y crítica obtenido en 1980 con Ni un sí ni un no (Estorino) y El Conde Alarcos (José Jacinto Milanés), Adria comenzaría su escalada hacia los primeros planos del teatro cubano.

Monólogo de consagración

En 1989, Estorino escribió especialmente para ella Las penas saben nadar, un monólogo que tuvo amplia acogida en los escenarios nacionales, fue adaptado para la televisión y acaparó numerosos premios internacionales. La obra recibió el premio de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York en 1997 y el Premio a la Mejor Actuación Femenina en el Festival Internacional del Monólogo de Miami en el 2001.

Falleció la actriz cubana Adria Santana“Creo que soy una actriz antes de Las penas saben nadar y otra actriz después de Las penas saben nadar”, confesó en su última entrevista en Cuba.

Entre 1997 y 2000 trabajó junto a Estorino con el Teatro Repertorio Español en Nueva York.

Aunque el teatro acaparó la mayor parte de su trayectoria artística, Adria tuvo también destacados desempeños en el cine y la televisión.

Desde 1983 participó en series televisivas como La Delegada (Rafael Acosta, Mambí (Juan Vilar), El año que viene (Héctor Quintero) y Doble juego (Rudy Mora).

En el cine se le recuerda por sus actuaciones en Polvo Rojo (Jesús Díaz, 1982), Jíbaro (Daniel Díaz Torres, 1984) e Isla Negra (Cecilia Bartolomeo, 1995). Su última aparición en la gran pantalla fue en Casa Vieja (2010), de Lester Hamlet, premiado como la película más popular del XXXII Festival Internacional del Nuevo Cine de La Habana, el pasado año.

A comienzos del 2011 filmó el controversial corto de ficción Exit, del director Eduardo del Llano.

Al morir ostentaba la Distinción por la Cultura Nacional y la Orden Alejo Carpentier, otorgadas por el Estado cubano.

“Vivo en el país que me tocó por la libreta y lo quiero”, declaró meses antes de su muerte. También opinó que “una persona puede amar a su país, puede amar a Cuba y no ser revolucionario”.

La sobreviven su esposo, el músico Pablo Menéndez -con quien estuvo casada desde 1969-, el hijo de ambos, el músico Osamu Menéndez, y dos nietos.

Cumpliendo su última voluntad, sus restos serán cremados. Las cenizas se expondrán en la Sala Adolfo Llauradó del reparto habanero El Vedado.

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