El Duque Hernández: la leyenda del indomable

El Duque Hernández: una leyenda del box.mablePor Leonardo Padura Fuentes

Lo que parecía que nunca iba a ocurrir al fin sucederá: el Duque Hernández, el Duque II, ya no volverá a lanzar una pelota en un partido oficial.

Los años al fin han podido convencer a un invencible, un hombre capaz de superar todas las barreras, desde las policiales hasta las de las lesiones, las de los mares y los idiomas, las de la sospecha y la de los dolores, para conseguir hacer una y otra vez lo que más quiso hacer y mejor supo hacer en la vida: lanzar pelotas buscando que otros hombres no le conectaran.

Porque cuando se hable de lo que ha significado Orlando Hernández para la historia de la pelota cubana –pues aun cuando jugara lejos de Cuba, siempre siguió jugando para Cuba, a la que nunca dejó ni dejará de pertenecer-, más que de sus números o de los trofeos ganados en Series Nacionales, Grandes Ligas, Juegos Olímpicos y campeonatos mundiales o regionales, habrá que recordar su perseverancia de empecinado, la que lo llevó no ya a triunfar un día, un año, una década, sino a seguir triunfando cuando muchos lo daban por muerto y enterrado, a seguir luchando cuando la mayoría cuelga los guantes y los spikes, superado por las adversidades del destino.

Por eso pienso que la mayor grandeza del Duque no estuvo en los días de gloria en que con su inteligencia y talento se echó en el bolsillo las 216 victorias que obtuvo en las Series Nacionales y en las temporadas de Grandes Ligas en que participó, sino en los tiempos de frustración durante los cuales, sobre el sillín de una bicicleta, pedaleaba por La Habana buscando la vía que lo devolviera a la caja de picheo de la que habían querido expulsarlo de por vida, y también en esos largos meses en que, a una edad en la cual los veteranos cambian los bates por las varas de no pescar nada, vagó por equipos de ligas menores, entre jóvenes asombrados de verlo a él, al Duque Hernández, dando carreras con la esperanza de todavía poder concretar un regreso a las alturas, donde había brillado con su luz de empecinado.

Pertenencia a una cultura

El Duque se va y por ser como fue, detrás de sí no solo deja números impresionantes, coronas, copas y anillos codiciados por tantos y ganados por tan pocos. Se retira pero nos deja en herencia -y espero que en custodia- su leyenda de indomable, de hombre que, como los héroes hemingwayanos, nunca se dio por perdido, pues su esencia mejor estaba en el combate y no únicamente en la victoria.

A Orlando Hernández los cubanos debemos agradecerle no solo su capacidad para haber lanzado como lanzó, sino, y sobre todo, su empeño para alcanzar los fines, su voluntad de irreductible, y sus lecciones de ética blindada escritas en su siempre sostenida y divulgada pertenencia a una cultura, a una tradición, a una pelota -aun cuando estuviera tan cerca y tan lejos. Esa ética que, a pesar de todos los pesares, no dejó que el odio lo inundara, la que lo hizo solidarizarse con sus compañeros de navegación a través del Canal Viejo de Bahamas, la que en forma de mano abierta le tendió a tantos jugadores en Cuba y en Estados Unidos, la que lo hizo adueñarse de cada uno de los uniformes que vistió y dignificó con el solo hecho de llevarlos puestos. La que lo hizo parte de lo mejor de nuestras nostalgias y de nuestras convicciones.

Desde ahora sabremos que el Duque no volverá a lanzar, pero desde hace mucho sabemos que este hombre con el más merecido de los títulos nobiliarios pertenece a la historia de lo mejor de Cuba, no ya por lo que siempre hizo como pitcher, sino por lo que hizo, hace y seguramente hará como hombre, peleando ese largo y difícil partido en el que muy pocos han sabido jugar bien esos tremendos nueve innings que, a la ofensiva o a la defensiva, nos impone el destino y dan forma a la vida.

El homenaje por el retiro oficial del béisbol del Duque Hernández en Miami se celebrará este sábado 20 de agosto en el Complejo Deportivo La Ley Sports, ubicado en el 1601 SE y la 28th Ave, en Homestead. Los organizadores esperan la asistencia de más de 5,000 aficionados en la celebración, que contará con la presencia de ex compañeros del estelar lanzador durante su paso por tres conjuntos de Grandes Ligas, la selección nacional cubana y los Industriales.

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