La Cuba que viene en camino

La Cuba que viene en caminoPor EMILIO MORALES*

El VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) será recordado como el punto final de la era de Fidel Castro y de su estilo de gobierno por medio siglo. El evento marcará la historia del país como el punto de partida de una transición hacia la economía de mercado que desembocará inevitablemente en un cambio de su sistema sociopolítico en los próximos años.

Un viraje que será consecuencia de la transformación hacia un sistema de gobierno más eficiente y de más oportunidades para todos los cubanos.

Lo novedoso es que no fue la caída del muro de Berlín, ni la de la Unión Soviética hace 20 años atrás, la que ha provocado este nuevo rumbo al que se encamina el país. Tampoco el embargo norteamericano, al que la mayoría de los cubanoamericanos llegados en la década de los 60 siempre apoyaron y las administraciones norteamericanas mantuvieron hasta el presente.

Después de 50 años de fracaso, la generación que cambió el rumbo de Cuba cinco décadas atrás, ha dado  ahora un giro de 180 grados para volver al punto de partida: la revolución se ha rendido a las leyes del libre mercado.

El regreso al punto de partida es un hecho irreversible. La forma y la profundidad con que se ha planteado la nueva apertura no dejan margen a la duda. Los elementos de la vieja guardia del PCC renuentes a los cambios han sido apartados y sin posibilidad de revancha. La burocracia cubana ha sido advertida de que no habrá marcha atrás en este proceso.

Quizás en una búsqueda de equilibrio, la juventud vanguardista también ha sido excluida del Buro Político. Sin embargo, para los que hoy están en el mando, el dictamen fue tajante: un máximo de dos períodos de cinco años en los altos cargos, y nada más.

Indiscutiblemente comienza una nueva etapa en la Cuba del siglo XXI: ha comenzado la transición.

Durante los últimos 18 años la economía cubana dependió de tres factores fundamentales: el petróleo venezolano, el turismo y las remesas. Este último factor ha sido el vehículo principal que, paradójicamente, ha unido nuevamente a las familias cubanas como resultado del como consecuencia del proceso migratorio, que desde 1980 tuvo un efecto contrario a lo ocurrido en décadas precedentes. Al mismo tiempo, ha sido el soporte principal de todo el tejido empresarial que permitió salir al gobierno cubano de la crisis del período especial en la década de los 90 y se ha convertido en un elemento transformador silencioso de la sociedad cubana en todas sus dimensiones.

Un momento crucial

La transición cubana ocurre en un momento especial de la historia contemporánea. Se produce en medio de una crisis económica mundial que no solo azota a las economías más desarrolladas, sino a todos los países. A la vez coincide con la inesperada revolución del Medio Oriente, donde varias dictaduras han caído en apenas un mes de protestas por parte de sus ciudadanos. Otras están en una guerra civil por igual causa. También tiene lugar en medio de las guerras de Iraq y Afganistán y la inestabilidad de dicha región.

Para el gobierno de Estados Unidos evitar algo parecido a solo 90 millas de sus costas es una condición estratégica. El sentido común de la administración de Barack Obama resulta claro: es preferible una transición ordenada en manos de los militares que una democracia sin liderazgo, incierta, débil, anárquica y desordenada que no se sabe cómo pudiera terminar y qué consecuencias pudiera desencadenar.

En todo caso, Estados Unidos ve con buenos ojos el proceso de transición puesto en marcha y su actitud de complacencia de cierta manera legitimisa y apoya el cambio, aún cuando el ala más conservadora del exilio cubano no lo apruebe y se oponga.

Lo cierto es que ese grupo no tiene el mismo poder de influencia política que 35 años atrás. La mayoría de los cubanos que viven en el exterior quieren un cambio, pero su forma de expresarlo es viajando a la isla y ayudando a sus familiares a invertir en nuevos negocios, lo que en la práctica echa a un lado la retórica de enfrentamiento del exilio más conservador.

Los tres años que lleva Obama en la Casa Blanca “parecerían” una hoja de ruta coordinada con el gobierno cubano, aunque en la realidad no sea  así. Sin embargo, la práctica muestra otros resultados, para entenderlo veamos la siguiente tabla de sucesos:

La Cuba que viene en camino

Los próximos cinco años serán primordiales en la transición cubana. Las nuevas generaciones de cubanos tendrán lo oportunidad de construir una sociedad diferente. Las nuevas medidas que permiten la venta de casas y autos impulsarán una dinámica de negocios sin precedentes en el país en medio siglo. Al mismo tiempo, el sector privado emergente jugará un papel renovador en la economía. La futura privatización de muchos de los servicios y sistemas productivos que durante 50 años estuvieron en manos del Estado marcará una nueva dinámica en la economía cubana.

El alto nivel de instrucción de los recursos humanos que actualmente son subutilizados jugará un papel relevante en el proceso de transición en la isla. El rápido poder de adaptación a la tecnología por parte de los cubanos, así como el conocimiento acumulado sobre el consumo de marcas y la transformación del consumo que ha tenido la sociedad cubana en los últimos 18 años hacen aún más fértil el camino.

El retorno de la publicidad

En los próximos dos años, quizás antes, veremos el regreso de grandes despliegues de publicidad a los medios de comunicación como una forma de dar un soporte más legítimo  al cambio de modelo. Al mismo tiempo, el acceso a internet a mayores sectores públicos será otro elemento importante en este nuevo camino.

El fenómeno inversionista que ya se está produciendo en Cuba por parte de los exiliados cubanos condicionará el retorno de muchos cubanos a la isla, al menos como inversionistas directos junto a sus familiares.

Quizás estemos abocados a un proceso migratorio regresivo, movido por el eje de la unión familiar y la prosperidad económica de las familias. Aspecto que marcaría un resurgir de la clase media y el restablecimiento de las condiciones necesarias para fomentar la sociedad civil cubana.

Para bien de los cubanos, el gobierno podría implementar un proceso de desarrollo empresarial basado en modelos de franquicias autóctonas y en la asimilación de franquicias internacionales. Esta decisión haría más rápido la transformación del cambio del modelo económico y posibilitaría construir un mercado más atractivo para las inversiones de capital extranjero y consolidar un modelo turístico hacia los mercados internacionales, especialmente para el inevitable -pero aún ausente- mercado norteamericano.

Sin dudas, los envíos de remesas tendrán el peso de las inversiones en esta primera etapa. Quizás nunca antes en la historia del comercio internacional las remesas habrían jugado un papel tan decisivo para acelerar la transición.

Corporaciones al acecho

En ese contexto, las relaciones con Estados Unidos podrían tomar un giro diferente al experimentado durante las últimas cinco décadas. La apertura del modelo económico cubano podría ser el elemento detonante para que las grandes corporaciones norteamericanas comiencen a hacer realidad su interés en estar en el mercado cubano. La presión que desataría la presencia de marcas asiáticas y europeas en el mercado cubano, tomando ventaja de las inversiones en todos los sectores emergentes y vírgenes de la economía de la isla sobre las empresas norteamericanas, podría generar un fuerte lobby contra el embargo.

Aún cuando actualmente alrededor de 700 compañías norteamericanas venden productos alimenticios a Cuba, las potencialidades de comercio entre ambos países casi no son explotadas. En el nuevo contexto, las empresas petroleras norteamericanas, los gigantes de las telecomunicaciones y la alta tecnología, y las grandes trasnacionales de la medicina y la biotecnología, podrían ver a Cuba como un potencial tigre asiático en el Caribe.

Este escenario podría generar que un posible segundo mandato de Obama pusiera fin al ya inefectivo embargo estadounidense.

El futuro de la isla se presenta excitante y prometedor, aún cuando la cúpula en el poder todavía muestre la retórica desgastada de siempre y los sectores más conservadores del exilio cubano estén más pesimistas que nunca: ninguno de ellos representan la generación del cambio.

El futuro de Cuba está en manos de las nuevas generaciones y todo es cuestión de tiempo.

* Economista cubano. Ex jefe de mercadotectnia en la corporación CIMEX y autor de Cuba: ¿tránsito silencioso al capitalismo? Es presidente de Havana Consulting Group, en Miami.

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