Chavarría, encuentros descontrolados con Fidel Castro

El escritor uruguayo Daniel Chavarría, Premio Nacional de Literatura 2010, trató alguna vez de convencer a Fidel Castro de que no negara su condición de dictador.

Al menos así lo cuenta “El Chava” en sus memorias Y el mundo sigue andando (2008), en las que muestra su adoración por el anciano líder y por la Cuba adonde llegó hace 41 años.

Chavarría -recordado como un profesor excepcional de latín, griego y letras clásicas en la Facultad de Artes y Letras- arribó a La Habana como secuestrador de un avión que abordó en Colombia y lo hizo aterrizar en la isla con una pistolita falsa. Un chiste grueso que le hubiera costado tratamiento y calificativo totalmente diferentes en el mundo de hoy, pero que para entonces era gracioso como escaramuza aérea de un guerrillero en ciernes.

A fin de cuentas, el tratado de piratería aérea entre Cuba y Estados Unidos no se firmó hasta 1973, de modo que Chavarría pudo quedarse sin sobresaltos en La Habana y dedicarse a la docencia y la escritura de novelas policíacas.

En Cuba, el profesor ha logrado tejer una impresionante carrera literaria de novelas imaginativas (Joy, Adiós muchachos, El ojo de Cibeles, Príapos) y premios muy renombrados como el Casa de las Américas (Cuba) en el 2000; el Ennio Flaiano (Italia), a la mejor novela no europea publicada en 1997; y el Edgar Allan Poe, a la mejor novela policial publicada en Estados Unidos en el 2001.

Y ha logrado transformar su escepticismo crítico de los primeros años en una idolatría por Castro que resulta ajena a muchos de sus antiguos discípulos universitarios.

Chavarría describe en Y el mundo sigue andando cómo  en una cena en el Palacio de la Revolución, con unos tragos encima, abusó de la paciencia de Fidel Castro tratando de persuadirlo para que no negara su identidad de dictador.

Sólo que en esa ocasión, Chavarría se refería a la definición de dictador que aplicaba a la república romana, con Cincinato y Fabio Máximo como modelos.

Cuenta el maestro Chavarría que después de esa velada se horrorizó al tomar conciencia de su comportamiento ante Fidel Castro, pero afirma que en las tres o cuatro veces que lo ha tenido delante para dialogar con él, “siempre me he descontrolado al punto de hacer y decir disparates”.

“Supongo que así como su oratoria enardece y moviliza a la muchedumbre en la Plaza, también me enardece a mí, pero con efectos insólitos, como el de trastornarme e inducirme a decir sandeces”, confiesa el laureado escritor.

En la página 584 de sus memorias, Chavarría narra uno de esos anhelados encuentros en el que, puesto de rodillas, le pidió a Fidel Castro que le dejara besarlo. Pueden leerlo debajo por si tienen alguna duda de las tribulaciones del novelista:

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